Mientras en nuestro país estamos viendo como enfrentamos la segunda ola de Coronavirus, en Europa ya esperan la tercera. Francia entiende que existen dos alternativas para enfrentarla. Una, cuarentena total como ocurrió entre marzo y mayo de 2020.
La otra es cuarentena liviana, sin salir el fin de semana. La sociedad entera ya no quiere nada. Está harta, aunque el tercer encierro de Francia se aproxima a pasos agigantados ante la ya incontrolable propagación de la COVID 19. Con esa tercera ola vendrán también otras opciones para ensayar un nuevo intento de detenerla.
El ministro francés de Salud, Olivier Véran, teme una “ola más fuerte que las anteriores” aunque los sectores médicos consideran ya “ineluctable” una expansión más fuerte. Reconfinamiento, confinamiento “apretado” o algunas de las “50 variantes de reconfinamiento” que se están analizando. El lunes próximo estará clara la decisión que tome el gobierno.
2020 terminó con la perspectiva de la vacuna en el horizonte y 2021 empezó al revés de las previsiones. Después de un 2020 dramático, plagado de muertos, 2021 sería el año de la campaña de vacunación, la salvación. Pero al parecer terminará siendo el año de las variantes de la pandemia. Las próximas medidas pasarán esta vez por otros canales. Para hacer aceptar a la sociedad nuevas restricciones a la libertad, el Ejecutivo proyecta que estas sean adoptadas por un voto en la Asamblea y luego en el Senado. Según varias fuentes internas, esa es la mecánica que el primer ministro, Jean Castex, expuso este jueves en el curso de encuentros con varios responsables políticos.
La última vez que se modificaron las condiciones de circulación fue el 16 de enero cuando se instauró un toque de queda a partir de las seis de la tarde, que antes regía desde las 8 de la noche. Aunque para el ministro de Salud, esa medida “no era plenamente eficaz”.
Al partir del posible reconfinamiento, la dirigencia política se dividió. En las últimas horas sonó como alternativa el reemplazo del toque de queda de las 6 de la tarde para transformarlo en un «confinamiento apretado». El otro sector va por el «reconfinamiento total», como en marzo y mayo de 2020. Entre las muchas alternativas está el probable cierre de las escuelas, un confinamiento total el fin de semana o la prohibición de desplazarse entre las regiones del país.
Los médicos que exigen otro confinamiento total son mayoritarios. «Sería preciso un confinamiento duro y corto», dijo Eric Caumes, jefe del servicio enfermedades infecciosas del hospital Pitié-Salpêtrière, de Paris. «Hace falta confinar de forma rigurosa durante cuatro semanas en vez de un confinamiento blando que durará mucho más», explicó.
La aparición de la variante británica de la COVID-19 aguó todas las perspectivas alentadoras y alejó el sueño de una recuperación parcial de la libertad y de la economía. La variante británica ya representa 9,4 % de los casos descubiertos entre el 11 y el 21 de enero en la región Ile-de-France, que incluye París. Pierre-Yves Boëlle, epidemiólogo en el Instituto Pierre-Louis de Epidemiología, estima que “a este ritmo la variante británica debería ser mayoritaria de aquí a marzo o abril”.
En octubre había 3400 personas en reanimación, hoy son 3100. La tasa de ocupación de los servicios de reanimación llega en este momento al 60%. Cada día hay 250 personas que ingresan en reanimación y se diagnostican 20000 casos diarios.
El virus, potenciado por sus variantes, ha vuelto a correr más rápido que las medidas eficaces para contenerlo. La paciencia de la sociedad se agota con la misma constancia con que crece la desesperanza. La acumulación de medidas prohibitivas y la polémica en torno a la vacuna, cambiaron la postura de la sociedad.
El gobierno diseñó una campaña para vacunar a 7 millones de personas, pero los laboratorios solo entregaron un millón y medio de dosis.
Hoy, el 52% de los franceses se opone a un reconfinamiento total. A su vez, el 48% está igualmente en contra de un confinamiento “liviano”.
Se instaló lo que los especialistas en modelos sociales llaman “una crisis de aceptabilidad”.
La búsqueda de “un punto de equilibrio” entre protección, libertad y actividad económica se ha tornado insostenible.
El virus es un mutante, su velocidad se multiplica y nos encierra en su mundo.
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