Hallaron los cuerpos de una madre y su hija en una casa perteneciente al Arzobispado de Salta. La mujer adulta oriunda del sur del país había llegado a Salta por ser devota de la Virgen del cerro. Hay hermetismo oficial sobre el caso. (F.R.)
El terrible hallazgo se produjo el viernes pasado, pero fueron pocos los canales comunicativos que se hicieron eco del caso. De hecho no emitieron información oficial al respecto desde el Ministerio Público Fiscal. El retaceo de la información sobre el misterioso caso, se estima, debe su existencia a que se dio a conocer que el inquilinato en donde aparecieron los cuerpos de ambas mujeres pertenece a una vivienda del Arzobispado salteño. “Una casa religiosa”, tal como la definió el encargado del lugar, un inmueble de calle San Luis al 400.
Las mujeres fueron identificadas como Lilia Pawly (37) y su hija Delfina Pawly (13). Ambas oriundas del sur del país que se encontraban viviendo en el lugar hacía dos semanas. Según trascendió, alguien de la iglesia le había recomendado ese inquilinato donde por unos cuantos pesos se le alquila una habitación a personas por lo general del ambiente católico. El contrato con los habitantes del inquilinato sólo es de palabra.
Se supo también que la mujer había llegado a la ciudad por ser devota de la Virgen del Cerro. Hace unos años tuvo una enfermedad cerebral y la creencia que la fé la sanaría la trajo a Salta. Con el paso del tiempo las visitas a María Livia se hicieron cada vez más frecuentes, al punto que la mujer habría decidido vivir en la ciudad. De hecho su hija ya se encontraba estudiando en un colegio privado del centro.
Versiones del hecho
Aunque la última información que se obtuvo fue que las hornallas de la cocina se encontraban encendidas, dejando entrever que las muertes se debieron a la inhalación de monóxido de carbono, lo cierto es que el encargado del lugar contó la forma en que se anotició del hallazgo y dista mucho del supuesto móvil de las muertes. Habrá que esperar la versión oficial.
El encargado manifestó que otros inquilinos le fueron a avisar a su vivienda, a unas cuantas cuadras del lugar, que hacía días sentían un olor fuerte, nauseabundo. Inmediatamente el hombre se apersonó en el lugar y lograron abrir una de las ventanas de la pieza donde habitaban las dos mujeres. Uno de los otros inquilinos entonces y al ver que la puerta se encontraba cerrada con llave por dentro, decidió entrar por la ventana para constatar de dónde provenía el olor. La imagen seguramente quedará grabada en su retina: vio en un primer momento a la mujer adulta tirada en el piso “con las manos levantadas y un charco de sangre en el suelo”, según el propio relato del encargado. Tuvieron que llamar a la policía.
El encargado señaló que él “es un hombre de la caridad” y que se encarga del usufructo del lugar que fue donado hace 10 años al Monseñor Cargnello.