El operativo de seguridad estaba a cargo de 1.500 agentes de la Federal, de Prefectura y de la Ciudad. Un grupo de hinchas de River atacó el micro, provocó graves incidentes en las inmediaciones y forzó la suspensión del partido.
Un operativo de seguridad que terminó siendo vergonzoso desplegaron hoy policías federales y de la ciudad de Buenos Aires, con el respaldo de efectivos de la Prefectura Naval Argentina, en un intento por custodiar la segunda y decisiva final de la Copa Libertadores de América entre River y Boca en el estadio Monumental de Núñez.
Más de 1.500 agentes estaba previsto que tomaran parte en el dispositivo conjunto y sin embargo, no pudieron evitar que el ómnibus en el que llegaba el plantel de Boca a la cancha de River fuera atacado a pedradas y botellazos por simpatizantes del conjunto «millonario».
Tampoco lograron prevenir los graves incidentes que se produjeron minutos antes de que se anunciara la suspensión del encuentro -fue postergado para mañana a partir de las 17:00- ni los destrozos y robos que perpetraron revoltosos en inmediaciones del estadio, donde locales comerciales y numerosos automóviles estacionados fueron vandalizados.
Los ministros de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y de la Ciudad, Martín Ocampo, eran los máximos responsables de este malogrado dispositivo de prevención y control, y ambos se mantuvieron en absoluto silencio durante la jornada.
Sí habló -cuatro horas después del ataque al micro de Boca- el secretario de Seguridad porteño, Marcelo D´Alessandro, quien admitió que existió «una falla» en el operativo de traslado de la delegación «xeneize» y atribuyó los «hechos de violencia» a grupos de simpatizantes sin entradas.