La visita de Rogelio Frigerio a Salta dejó claro que nada está resuelto en cuanto a candidaturas y alineamientos de cara a las elecciones del año próximo. El gobernador Urtubey hizo de anfitrión intrascendente, mientras que el intendente Sáenz se robó el protagonismo político de la ocasión (Nicolás Bignante).
Cada vez que el intendente, Gustavo Ruberto Sáenz, bosqueja una crítica al Gobierno nacional, por más sutil que esta sea, los peronistas con proyección provincial se agarran la cabeza y se arrancan algunos pelos. Lo han dejado muy en claro esta semana, y días atrás, algunos dirigentes empecinados en hacer de Sáenz el espejo fiel de un macrismo cada vez más decadente entre los salteños. Las esperanzas de Javier David, Pablo Kosiner, Carlos Teófilo Parodi, Sergio Leavy y otros, hoy están sujetas en gran parte, a los ligámenes entre el jefe capitalino y la Rosada.
Esta semana, la visita del ministro del Interior de la Nación, Rogelio Frigerio, en el marco de una recorrida de obras, hizo confluir a las tres representaciones políticas fundamentales para interpretar la disputa provincial: el mandatario con aspiraciones nacionales, el que anhela sucederlo y el alfil político nacional que sigue de cerca todos estos movimientos en el interior.
Las fotografías que dejó el encuentro mostraban a un Frigerio controlador, fiscalizador y frío. Cauto en sus gestos y escueto en sus declaraciones, pero no por ello menos consciente del tono político del asunto. Juan Urtubey, casi protocolar, ajeno y eclipsado por un Sáenz cómplice, empujado a asumir el rol de anfitrión voluntarioso y risueño. Pero hace falta ir más allá de la foto para interpretar los proyectos y estrategias en conflicto detrás de la reunión del miércoles.
Días atrás, el intendente Sáenz había aprovechado su programa de radio para fustigar contra lo que denominó «un grupo de funcionarios iluminados del Gobierno nacional», que priorizan obras en el centro del país, en detrimento de las necesidades del interior. “Hay un grupo que acompaña al presidente que entiende que son mucho más importantes los aeropuertos o las rutas, y hay otro que entiende que no. Yo soy de los que entiende que no, que son mucho más importantes los zanjones abiertos, las cloacas y el agua (…) Tienen las prioridades cambiadas algunos funcionarios nacionales”, lanzó el intendente. La distinción o separación del Gabinete nacional en dos grupos, no es antojadiza, pues le sirvió de excusa para mantener el rostro rígido mientras acompañaba a Frigerio por las calles de Salta. El alcalde dejó en evidencia —por si quedaban dudas— que también domina el arte de la ambigüedad y que eso puede alborotar a varios.
Las fotografías que dejó el encuentro mostraban a un Frigerio controlador, fiscalizador y frío. Juan Urtubey, casi protocolar, ajeno y eclipsado por un Sáenz cómplice, empujado a asumir el rol de anfitrión voluntarioso y risueño.
Muchos de los presentes se anticipaban a la unción de Sáenz como el candidato de Cambiemos por parte de Frigerio, pero el porteño dejó en claro que esperaban en vano. “Es temprano para hablar de candidatos”, indicó. Nada para protestar por parte de Sáenz, quien se tuvo que conformar con ser proclamado como “una de las figuras más importantes de la dirigencia política en la provincia», jugada redonda para el ex candidato a vicepresidente de Sergio Massa.
Urtubey segundón
Para rematar, una escena pintoresca capitalizó buena parte de los análisis posteriores. La pieza cuasi-teatral involucra a una vecina del macrocentro que entre coqueteo y elogios proclamaba a Sáenz como el “futuro gobernador” de la provincia. Todo ante la mirada impasible de Juan Urtubey, que ya venía ciertamente desplazado en la atención que normalmente exige. “Me fascina que venga en compañía del gobernador y del futuro gobernador”, fueron las palabras de la señora. Firme y entusiasta frente a cámaras y micrófonos que seguían los movimientos de los funcionarios. Como si se tratara de viejos conocidos de toda la vida, la opereta, en clave peronista, fue pasada por alto por parte del gobernador que captó el gesto inmediatamente. Quien le puso paños fríos a la euforia de la “Doña Rosa” saenzista fue el propio Frigerio, que cortó la melaza con un “bueeeno, falta todavía”.
Para esa altura todos los analistas se enfocaban en la presencia calculadora y rígida del gobernador y en cómo el jefe comunal había hegemonizado el escenario. Unos pocos llegaron a interrogarse cuán conveniente hubiera sido para Urtubey que su presencia capitalizara la atención más de lo debido. Es que en el juego frenético de la “oposición madura”, evitar gestos innecesarios puede resultar favorable. Máxime si lo que se espera de Nación, por parte de la Provincia, tiene que ver más con la billetera que con otro tipo de acuerdos. En ese sentido, los tropezones del intendente durante la construcción del Corredor de la Fe, propiciaron el hecho de que Urtubey y Nación se sentaran a hablar concretamente de fondos. A esto se suman los reclamos que día a día llegan a los programas televisivos desde Barrio Floresta, donde los vecinos esquivan los zanjones abiertos que dejaron máquinas que no volvieron a ver.
Más allá de lo estrictamente protocolar, lo anterior puede ser una respuesta a la pregunta que más de uno se hizo esta semana: ¿Qué hacía el gobernador ahí?
El jueves pasado, en un contexto totalmente distinto, un grupo de militantes peronistas se hizo exactamente el mismo planteo. Fue durante un acto en homenaje a los 66 años del fallecimiento de Eva Perón. El interrogante se materializó en el explícito grito de “¡Urtubey macrista!”, que dejó en claro que el kirchnerismo salteño, cuyo piso parte del 20%, no será fácil de penetrar en la provincia, pero tampoco a nivel nacional.
El esposo de Isabel Macedo prolonga su juego moderado ofreciéndose como canal de diálogo con el Gobierno nacional. Suma algunos puntos de conocimiento, pero encuentra dificultades para dar el salto en intención de voto. Su mirada está enfocada en cómo llegar a ser el candidato del peronismo federal y referencia de la liga de gobernadores. Sin contar las chances que le restaría una posible polarización entre el oficialismo y Cristina Fernández de Kirchner. Una de las incógnitas a develar es ¿hasta cuándo está dispuesto el gobernador a seguir marcando las diferencias con el lápiz de trazo fino? La respuesta se circunscribe directamente a dos factores: Primero, a quiénes serán los que se pongan al frente en la interna del año próximo. Segundo, a la posibilidad de que su candidatura se desinfle y que, como consecuencia de eso, se vea obligado a integrar una fórmula con el propio Macri. Nada se descarta en política.