La Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi fue fundada el 18 de junio de 1933 en la ciudad de Tartagal. En el aniversario de sus noventa años de trabajo institucional, bibliográfico, educativo y cultural, este viernes 23 se realizarán actos públicos, homenajes y actividades artísticas.

Por Mario Flores*

Pocas bibliotecas públicas del noroeste argentino cuentan con tantas décadas de trabajo ininterrumpido. Inscripta en la CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares de Argentina, fundada por Sarmiento) y en la FESABIP (Federación Salteña de Bibliotecas Populares), los noventa años de la Biblioteca Juan Bautista Alberdi de Tartagal son evidencia testimonial de una de las instituciones centrales de la comunidad del norte de Salta y el Departamento San Martín. Erigida en lo que es la planta alta de San Martín 384 (al lado del edificio de la Municipalidad de Tartagal y la Dirección Municipal de Tránsito, área de gran concurrencia y tráfico laboral), cuenta con un Centro Tecnológico Comunitario, en el que se dictan cursos gratuitos con modalidad online, y un patrimonio que alberga entre 18.000 y 20.000 libros de todas las disciplinas: ciencias, humanidades, idiomas y colecciones enciclopédicas, haciendo hincapié en material de estudio y pedagogía para estudiantes del Instituto Terciario de Educación Bilingüe y la Tecnicatura en Higiene y Seguridad, además de literatura de ficción y no ficción, ciencias sociales y literatura infantojuvenil. En cuanto a la parte literaria zonal, sus vitrinas y anaqueles cuentan con numerosas ediciones de autores locales, provinciales, regionales y de Argentina en general (por fuera de los títulos internacionales y clásicos universales). Si bien estos títulos llegan a modo de donaciones por sus propios autores, para que queden consignados e incluidos en la biblioteca, la CONABIP facilitó las colecciones Leer es Futuro y Leer x Leer del Ministerio de Educación de la Nación. Su comisión directiva, presidida por Marta López de Chalap desde el año 2018, cuenta entre sus miembros a los escritores tartagalenses Jorge Rolando Acevedo y Ramón Américo Ramos.

FOTO EVE ARGAÑARAZ

Esta biblioteca popular cuenta con un total aproximado de 200 socios (entre instituciones locales y socios personales). El costo de la cuota mensual es de doscientos pesos, lo cual puede parecer apenas un costo simbólico de acompañamiento a la institución, ya que sólo operan gastos de limpieza, mantenimiento de las instalaciones y servicios. Sin embargo, en los últimos años, el número de socios ha ido creciendo, gracias a las diversas actividades culturales que se desarrollan en este espacio: ciclos de lectura y presentaciones de libros, talleres gratuitos de capacitación artística, y los tradicionales trabajos de docencia complementaria, como las clases de apoyo de lengua y literatura, así como la preparación de alumnos de nivel superior. Además, la Biblioteca Popular Alberdi cuenta con lo que pueden denominarse «bibliotecas satelitales»: en Campamento Vespucio, el paraje Yacuy y la comunidad de Alto La Sierra (Santa Victoria Este, en el Chaco Salteño), que dependen de esta biblioteca y cuyo patrimonio funciona gracias al operativo de donaciones y selección bibliográfica.

En el nonagésimo aniversario de esta institución, es menester preguntarnos qué lugar ocupa la biblioteca local en nuestra comunidad, qué usos y costumbres son parte de su legado pero, más importante aún, qué posibilidades de acción se presentan en este espacio abierto, público y gratuito. Pocas instituciones del norte argentino cuentan con una historia de tantos años: la Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi ha trascendido las puebladas del año 1997, las manifestaciones populares de fines del menemismo, en la que fue blanco de un incendio que afectó su inventario e infraestructura. Durante la crisis socioeconómica de 2001, fue víctima de actos de vandalismo y destrucción, robo de computadoras en medio del saqueo de fines de diciembre y pérdida de libros. Más adelante, y con la empecinada dedicación de sus encargados, volvió a funcionar con regularidad, retomando préstamos de libros, donaciones de material bibliográfico y las recepciones de colecciones nacionales en literatura infanto juvenil, cuya selección es de gran variedad.

Andrés Romero, bibliotecario y gerente de la institución, cuenta con más de 25 años en la biblioteca: ha estado presente en los sucesos históricos citados anteriormente, pasando por múltiples gestiones municipales, generaciones diversas de alumnos y acatado la tarea del ordenamiento de los volúmenes actualizados que llegan a los anaqueles: junto a las ediciones antiquísimas (o, de colección) que constan de gruesos tomos, se unen las publicaciones contemporáneas e independientes de toda índole: ficción y no ficción, matemáticas y tecnología, poesía y pedagogía.

“Nuestra Biblioteca fue una más de las víctimas del vandalismo de aquel año negro”, cuenta Andrés. “Fui testigo cuando ingresó el grupo de personas, fui el único que estuvo allí desde las nueve de la mañana hasta la noche. Se quemaba la Municipalidad, se quemaba la oficina de Tránsito, y el humo llenaba la biblioteca. Cuando ingresó este grupo de jóvenes encapuchados, querían prender fuego: les pedí por favor que no lo hicieran. Robaron computadoras, videos, colecciones de grandes clásicos, equipos de música y fotocopiadoras”.

Si bien es un recuerdo aciago y doloroso, propio de la época de mayor crisis socioeconómica e institucional de Argentina, el testimonio de Andrés Romero es imprescindible para entender las condiciones que la Biblioteca Alberdi ha transcurrido, y para comprender la importancia del rol que juega en la ciudad. “Sacamos fuerzas de donde no hay, y pudimos renacer esta institución que hasta hoy en día sigue con las puertas abiertas. Es una de las bibliotecas más grandes. Tengo más de 25 años de trabajo y cada vez me da más fuerza para seguir: fui testigo de malos y buenos momentos, he visto estudiantes que hoy en día ya son profesionales, algunos en el extranjero, y siempre pasaron por la biblioteca en aquellos tiempos cuando ¡se llenaba! Porque el único medio de investigación eran los libros. Como bibliotecario, siempre me estuve capacitando (local, provincial y nacionalmente) y todo esto que aprendí trato de volcarlo a la institución, para los usuarios, porque son ellos quienes hacen que sea una biblioteca, y no solamente un mero depósito de libros”.

Las Islas Malvinas, pintadas en la pared lateral de la biblioteca, observan silenciosas todas las actividades que allí se realizan. Recientemente: el Día de las Bibliotecas Populares (septiembre), el Día Internacional del Libro (abril) y la semana del Escritor Salteño (noviembre). Para el acto protocolar previsto para el día viernes 23 de junio, se espera un homenaje y colocación de placa por parte del Concejo Deliberante de Tartagal, la presencia de funcionarios, y la donación de un texto compuesto por un autor local, una creación lírica a pedido especial para este aniversario, seguidos de un ágape que, como es de costumbre en el ceremonial salteño, representa también el brindar por la vitalidad íntegra de estos espacios que erróneamente se piensan vacíos.

Marta López de Chalap, Pdta. Comisión Directiva Biblioteca Alberdi. FOTO EVE ARGAÑARAZ

No podemos dejar de mencionar la imperante necesidad del acompañamiento de la comunidad que, a través de los años, no ha dejado de ocupar estos espacios, no solamente para el estudio o la investigación académica por parte de jóvenes estudiantes, sino también para mantener el hábito de lectura cotidiano, el hallazgo de material nuevo y/o desconocido, y las actividades libres y gratuitas que allí se desarrollan. Los noventa años de la institución cultural central (no sólo por su ubicación en la esquina predominante de Tartagal) son un acontecimiento de gran importancia para la ciudad cabecera del Departamento San Martín, que puede (desafortunadamente) quedar pospuesta por las problemáticas actuales críticas del área docente, paros nacionales y transiciones del año electoral. Sin embargo, es justamente en este contexto, donde se hace más necesaria su insoslayable presencia en el ámbito público, político y cultural de Tartagal.

*Mario Flores (Tartagal, 1990) es escritor y editor. Recibió el Premio Literario Provincial de Salta en Categoría Cuento (2018), la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes (2019, 2021 y 2022) y el Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural de Salta (2021 y 2023). Ha publicado un total de diez títulos, entre los que se destacan: Hikaru (Editorial Nudista, 2018), Necrópolis (Fondo Editorial de Salta, 2019), Cacería (Editorial Nudista, 2022) y El poder de los elementos (Editorial Nudista, 2022).