Economía púrpura: Pensar las políticas para la equidad

 

Las crisis en los diferentes niveles de las vidas cotidianas es lo que nos lleva a preguntarnos qué de todo este sistema económico está mal. Y en las respuestas indudablemente aparece el rol de las mujeres y el trabajo que realizan para sostener un sistema económico dominante con grandes falencias.

 

Andrea Sztychmasjter

 

Pese a los quejidos de algunos machistas que señalan que las mujeres tienen las mismas oportunidades que los hombres, que las mujeres se quejan, pero no hacen nada, esos mismos que aun hoy siguen negando la inequidad social, cultural y económica entre hombres y mujeres y que sostienen que existen las mismas oportunidades para ambos sexos, las estadísticas siguen demostrando la inequidad social aun existente.

Las tareas domésticas y de cuidado representaron el 16,8% del PBI según las últimas aproximaciones que se desprenden de un informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, en el que se detalla el aporte del trabajo no remunerado (TNR) al Producto Bruto Interno (PBI) y su evolución en los últimos años.

El cálculo refleja que el cuidado es la actividad que más aportó al PBI ($17.254.643 millones), seguida por el comercio y la industria, según el mencionado informe. En Argentina se dedican 146,1 millones de horas diarias de trabajo gratuitas a las tareas del hogar y los cuidados. Sin embargo, el aporte por género del TNR al PBI es desigual: el 70,2% de estas tareas las realizan las mujeres.

Es así que desde la teoría feminista o los estudios de género se viene hablando de un concepto conocido como la economía feminista; una apuesta política para transformar la sociedad y la relación entre las personas. ¿Qué significa la economía feminista? Reconocer y reorganizar el trabajo doméstico y de cuidados. Reconocer el trabajo realizado por las mujeres como parte fundamental de la economía. Hacer visible todos los trabajos que sostienen la vida y todas las personas que los hacen: la mayoría mujeres, negras, migrantes, pobres.

La economía feminista valora el trabajo doméstico y de cuidados como parte de la economía. Reorganiza este trabajo para que sea una responsabilidad compartida entre todas las personas, con el apoyo de políticas públicas. Pone la sostenibilidad de la vida en el centro. La sostenibilidad de la vida significa priorizar las necesidades de las personas antes que las ganancias, poniendo la vida en el centro.

Economía púrpura

El término apareció por primera vez en 2011, en Francia, en un manifiesto publicado en Le Monde.fr . Entre los firmantes figuraban los miembros de la junta de la asociación Diversum, que organizó el primer Foro Internacional de la Economía Púrpura bajo el patrocinio de la UNESCO, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. El concepto fue inventado por Jérôme Gouadain, quien luego lo puso en teoría a través de la asociación Diversum y luego en el Prix Versailles.

El llamamiento internacional, “Hacia un renacimiento cultural de la economía”, firmado por arquitectos, cocineros, premios Nobel de Economía y líderes de organizaciones internacionales, define la economía púrpura como una forma de economía territorial, en la que los territorios que preserven y promuevan con éxito los diferentes aspectos de sus identidades originales gozarán de una ventaja competitiva real.

Valeria Muñoz, economista, integrante del IIE-UNSa (Instituto de Investigaciones Económicas), dialogó en el programa Joyita norteña de Radio UNSa sobre este concepto de “Economía Púrpura” y a lo que apunta. Así describió:

“En las últimas décadas hemos visto que las políticas de inclusión social se han centrado en las personas en situación de vulnerabilidad o exclusión y se ha considerado crucial siempre pensar las intervenciones para que los itinerarios de inclusión sean efectivos, adaptándose a las barreras específicas de cada caso. Sin embargo, es necesario dar un paso más y reflexionar sobre cómo las sociedades pueden evolucionar para ampliar los espacios de inclusión fomentando cambios estructurales que favorezcan un verdadero entorno de equidad. Las crisis económicas, como hemos visto a lo largo de los años, siempre revelan las dificultades estructurales que presenta a cada país, provincia, sociedad y demás, especialmente la escasez de empleo frente a una creciente productividad”.

La economista refirió que el concepto viene a analizar el rol histórico que tuvieron las mujeres en la sociedad relacionado básicamente al cuidado del hogar y como “amas de casa”, también de la incorporación de ellas al mercado laboral:

“Economía purpura rompe con todo un esquema, un paradigma social que es la visión de la mujer en el hogar. Es así que se empieza a ver la lucha, la constancia, lo difícil que es la inclusión también y empiezan a romperse estas barreras, relacionadas a preguntarse ¿por qué no se queda, por qué sigue luchando? ¿Por qué insiste? Y en muchos casos me han preguntado hombres que no ven estas brechas o esta no inclusión laboral y demás, porque hay también una realidad, que a veces en lo público y lo privado es muy diferente”.

Brechas

La economista se refirió al concepto de brechas que sigue presente aun en la sociedad: “Cuando uno piensa en la palabra brecha lo primero que piensa es en una separación, algo que está lejos un punto del otro. Y cuando hablamos de brechas en economía pensemos en dos individuos con las mismas características. años de educación, cantidad o no de hijos, mismo trabajo y la única diferencia es el sexo, uno es varón y otra es mujer. Y ahí se arma la brecha cuando vemos todas esas diferencias sólo por el género”.

En ese sentido, la investigadora relató sobre los conceptos de “suelo pegajoso, techo de cristal, suelo pegajoso” y aclaró que sin embargo cuando se habla de brechas no se busca dar lugar a discursos de odio, que en los últimos tiempos han proliferado en diferentes sectores:

“Vemos que más en lo público que cuesta más, cuántas mujeres lograron escalonar a puestos de trabajo más altos o poder tener cargos jerárquicos más altos. Cuántas veces pasa que se quedan en los escalafones más bajos. No pueden crecer, que es lo llamado también, por ejemplo, techos de cristal, porque uno ve un techo, ve que hay un cristal. Le dicen también los suelos pegajosos porque hace alusión a que no podés avanzar. La economía púrpura lo que nos intenta hacer y hacer alusión es a romper esto, que es lo cultural y decir no, no es cultural, no está bien y ponerle una pausa y llamar las cosas como son, generar conciencia”, describió.

En cuanto al contexto que da lugar a que estas brechas sigan presenten la investigadora relató: “Siempre se le pone la carga social a la mujer en el hogar. Entonces es su trabajo a veces no se lo valoriza y no se ve todo lo que está, el trasfondo, lo que tiene que decidir esa mujer, a veces de dejar de trabajar. Por ejemplo, una jornada completa laboral que puede mejorar su ingreso salarial y tomar un trabajo que es medio tiempo. Trabajar menos horas para poder estar en el hogar, para poder criar a los hijos o muchas tenemos a cargo a algún familiar, que tenemos que cuidarlo y siempre es a cargo de las mujeres. Entonces se genera mucho lo que es la brecha laboral, en la cual las mujeres tienen que tomar empleos a tiempos parciales, buscan peores empleos, a veces con los escalafones más bajos de salarios, trabajos socialmente menos valorados también tenemos. Se valoriza menos también porque a veces, por buscar trabajo, buscas a estos que son menos atractivos socialmente o con la autoestima para poder tenerlos, incluso también la ignorancia de los empleadores, porque como ya está socialmente visto que a veces estos trabajos sean mal pagados”.