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Yendo de la campaña al freezer

La política salteña, a pesar de la publicación del cronograma de elecciones fijado para el 14 de Mayo de 2023 (El 3 de Octubre fue anticipo exclusivo de Cuarto Poder), ha ingresado en un letargo que parece que traspasará las fiestas de fin de año. Mal que les pese a la dirigencia de los distintos partidos políticos, el único actor que mueve el amperímetro es el Gobernador, y parece decidido a priorizar la gestión de gobierno y evitar las confrontaciones propias del proselitismo.

Mientras muchos aseguraban que la fecha era el 16 de Abril y adelantaban jugadas, el gobernador los ha sorprendido nuevamente y ralentizó los comicios a la espera de que la aflictiva situación económica por la que atraviesan los argentinos atenúe sus impactos.

Confiado en un repunte en las encuestas, más la falta de aparición de un contendiente para su categoría, la reelección parece lograble sin mayores esfuerzos que los propios de la actividad gubernativa. Sáenz sabe que la gente acumula dosis de hartazgo para con la clase política y que le exige que no se distraiga con la campaña. Los cuestionamientos locales a la salud pública y la falta de expectativas generados por una crisis económica que conmueve a los bolsillos de cada hogar y derrama quejas hacia todo el espinel dirigencial lo han determinado a no arriesgarse a episodios públicos más que los que impliquen anuncios de obras o gestiones fructíferas.

El acuerdo con Juan.

El ex mandatario Urtubey ha dado señales de que consolidó un acuerdo con el gobernador por el cual no hará olas en Salta y seguirá incursionando en la arena nacional. En algunos medios ya ha brindado apoyo para la reelección local mientras busca para el 2025 un protagonismo cuando se agote el saencismo por imperio de los límites que la nueva constitución impone a los mandatos.

La postura se difunde justo cuando comenzaron a aparecer nuevos cuestionamientos al Fondo de Reparación Histórica y la fuga de millones de pesos que alguna vez se destinaron a obras del norte y que nunca aparecieron.

Muchos de los dirigentes que fulguraron con Urtubey siguen colgados del presupuesto provincial o nacional a instancias de Gustavo Sáenz, y hasta ocupan cargos o despliegan consultorías relevantes como Pamela Caletti, Roberto Dib Ashur, Javier David o Juampi Rodríguez. Nada se pierde en el espectro de notables, sino que todo se recicla y coadyuva –expresa o tácitamente- al proyecto reeleccionario.

Los biella fuerzan la tercera posición.

El biellismo, esta vez con la figura de Felipe Biella encabezando la vidriera de sus aspiraciones políticas, parece haber resignado la posibilidad de ser el candidato a Intendente de la Capital por Juntos por el Cambio. La eliminación de las PASO le cerró las puertas a una interna que podrían haber forzado de la mano del jujeño Gerardo Morales y ponen en condiciones la ambulancia para los marginados que por dudas o desconsideraciones podrían multiplicarse en algunos distritos del interior.

Las encuestas colocan al hermano menor de los Biella y dirigente del COPAIPA con una perspectiva más favorable para intendente en Salta. El problema es que en esta comarca no solamente se requiere de una buena imagen y financiamiento holgado, sino también acuerdos cupulares que todavía no dominan.

Tampoco descartan reeditar la pelea por la diputación nacional, esta vez sin la resta significativa que en 2021 implicaron los más de 70.000 votos de Guillermo Durand Cornejo que ya comenzó a transitar por el invierno de su vida política.

La anarquía del Frente de Todos.

Del lado del Frente de Todos la diáspora coloca casi en soledad a Emiliano Estrada como un candidato que amaga incluso con salirse de ese conglomerado para aprovechar una estrategia de alianzas con sectores moderados. Distante ahora de Wado de Pedro, sin el acceso a la caja de recursos de las provincias que otrora bancó su campaña a diputado nacional, aparece como un díscolo sin el aparato de intendentes del interior que antes le dio apoyo y luego padeció su indiferencia y escaso agradecimiento.

Sergio Leavy, Gonzalo Quilodrán, Ivan Mizzau, Ramón Villa, Manuel “Indio” Godoy y Gustavo Solís trabajan en posturas intermedias que no lleven a la confrontación con el saencismo pues también necesitan que en cada apetencia individual no se les confronte con todo el peso unificado de los oficialistas locales.

En la Capital es donde menos pie hacen los kirchneristas (camporistas) y albertistas. El otrora bastión de Tartagal ya parece condenado a una reelección de Mario Mimessi, que sigue deshojando la margarita aunque cada vez más desilusionado por los resultados de la última Convención Radical en donde perdieron con la postura de ir con la lista 3 de la UCR en soledad.

Romerato con puñal en la espalda.

La desesperación, entonces, ha comenzado a calar en los espíritus de los aspirantes a competir con el oficialismo en los comicios del año que viene. Luego de algunos gestos erráticos, de los pocos en los que ha incurrido el senador Juan Romero, hoy sus huestes prefieren declarar a quienes les pregunte que están asociados y renovarán sus votos con Gustavo Sáenz.

La postura, no exenta de alta dosis de cinismo, es la que los ancló luego de la desestabilización que generó la pretensión de Bettina Romero, y de su séquito reducido de presupuestívoros, de mudarse a Juntos por el Cambio para aprovechar un 30% de votos que flotan en una centroderecha provincial con pocos dirigentes, escasos recursos y poca gravitación en el escenario nacional.

A los desatinos de la hija siempre le han aparecido las razonabilidades del padre, que ha logrado convencerla de que el divorcio con el saencismo no es la decisión acertada y oportuna. Al menos, entienden que deben asegurar en el frente opositor más masa crítica y que, en cualquiera de las candidaturas de vidriera (Gobernadora o reelecta Intendenta) la derrota está asegurada y siempre implicará la pérdida de un espacio de poder justo cuando Juntos por el Cambio comienza a proyectarse seriamente con un reingreso a la Casa Rosada.

A pocos se les escapa que es el senador nacional el que digita la relación con los popes nacionales de la sucesión macrista. Sus históricos vasallos replican intentos de alianzas dentro de Juntos por el Cambio como Alfredo Olmedo con Javier Milei, o la intervención del PRO que sólo hace surcos con anuencias de la casa de Lesser en acuerdo con Patricia Bulrich su delegada Inés Liendo y el propio Juan Romero con el peronismo republicano de Miguel Pichetto. Colateralmente, y negociando el trueque del sacrificio de la candidatura a gobernador por una renovación del banca de diputado nacional aparece Miguel Nanni.

Una última encuesta le asigna a Bettina Romero 14,7% de imagen positiva; 7,9% de intención de voto; un 62,3% de desaprobación de su gestión y una negativa a volver a votarla del 73%. David Leiva, Felipe Biella, Abel Cornejo y Emiliano Durand han comenzado a convencerse de que tomar por asalto la capital solamente depende de que el Grand Bourg los autorice a competir con la alcaldesa que invierte millones en propaganda y no levanta en aceptación pública. Con estos guarismos tirados a la arena por la consultora Datamática, más que preparar una campaña los adictos del bunker FUNDARA quieren organizar un sepelio electoral.

Algunos fanáticos del romerato han llegado a proponer que sea Juan Romero nuevamente el que concentre con una candidatura a gobernador todos los esfuerzos de la centro-derecha y el apoyo nacional. Sin embargo, luego de su fracaso en 2015, y encuestas que lo ubican con idénticos niveles que su hija, solo le queda a este jugador la herramienta del sabotaje. En esas reuniones algunos plantean que ganar no es siquiera una probabilidad, pero están seguros que siempre pueden colaborar para que alguien pierda, mientras dirigen la mirada hacia el Grand Bourg.

La cosecha oficialista.

Salvo algunos dirigentes de Juntos por el Cambio que han avanzado a un punto de no retorno, la mayoría de la dirigencia política salteña mantiene diálogo y analiza probables alianzas con Sáenz.

A 45 intendentes, 40 diputados y 20 senadores que apuestan siempre a ser oficialismo, se les suman figuras políticas y de distinta extracción, más una quincena de partidos. La duda ahora se concentra en cómo coexistirán en un solo frente y cómo se garantizará que todos compitan bajo el paraguas oficialista.

La división en dos alianzas de 2021 ha permitido que comulguen y compitan dentro suyo dos facciones en casi todos los departamentos y no son pocos los que apoyan que se repita esta estrategia en 2023 que les permitiría aportar caudales de votantes al gobernador y dirimir democráticamente las contiendas locales.

Lo cierto es que en este tiempo todos los dirigentes parecen condenados a un quietismo impuesto por el mundial de fútbol que absorberá la atención de todos los electores, y las fiestas de fin de año en la que las mesas deberán resignar la opulencia tras los datos económicos que hablan de que la inflación superará el 100%. El único que sigue aprovechando este tiempo híbrido es Gustavo Sáenz, que da forma sin mayores resistencias su proyecto reeleccionario.