Ya no se asoma al balcón: Perra con prisión domiciliaria

 

Con una resolución digna de un tribunal de Comodoro Py, la Fiscalía Penal de Rosario de Lerma ordenó que “Morena”, la perra que se ganó la fama de “viuda negra” del barrio San Jorge, cumpla “prisión domiciliaria” tras cobrarse la vida de al menos cinco mascotas. Así como en su momento dictaron prisión domiciliaria para la ex presidenta Cristina Kirchner, la Justicia decidió que este animal cumpla su condena tras las rejas… pero de su propia «cucha».

Morena, una cruza de pitbull con criollo que llevaba meses sembrando el terror entre caniches, pekineses y cuanto perro pequeño osara pasear por la cuadra, fue finalmente detenida luego de un ataque mortal ocurrido el 20 de junio. En aquella jornada fatídica, la perra se lanzó como misil sobre un indefenso caniche, despachándolo a mejor vida ante la mirada horrorizada de su dueña y varios testigos.

El fiscal Daniel Alejandro Escalante, harto de la inacción del propietario —un tal Ramiro, especialista en ignorar advertencias—, dictó el arresto domiciliario del animal y advirtió que si Morena vuelve a salir a la calle, el que pagará con cárcel será su dueño.

A diferencia de lo que ocurre con muchos humanos, en este caso la medida sí tiene un propósito correctivo: “No se busca castigar al animal, sino corregir la irresponsabilidad de su tenencia”, señalaron desde la fiscalía. El mensaje es claro: si alguien vuelve a soltar al “can asesino”, no podrá alegar inocencia.

Lo curioso es que la dueña de la última víctima, la caniche, decidió no presentar denuncia formal. Pero la indignación vecinal hizo lo suyo: los vecinos se encargaron de hacerle llegar al Ministerio Público su propio prontuario sobre Morena, que acumula más bajas que un sicario.

En un giro digno de tragicomedia, la orden judicial se convirtió en un verdadero mensaje ejemplificador para el Valle de Lerma, donde —según denuncian los vecinos— los perros sueltos y con tendencias homicidas son ya casi patrimonio cultural.

El caso, además, destapó la falta de controles municipales y la costumbre de ciertos vecinos de tener “tres o cuatro perros que sueltan todo el día”. Una combinación que convierte a las calles en un parque temático del terror para las mascotas.

Por lo pronto, Morena ya cumple su “prisión domiciliaria” bajo la vigilancia judicial. Y no se asoma al balcón. Porque no tiene.