En momentos de explosión de las actividades culturales en Salta nos detenemos en uno de los colectivos que hace años trabaja no sólo en la organización de eventos, sino también en todo tipo de actividades ligadas al arte: Ya Era. Conversamos con algunos de sus participantes y repasamos un poco de lo que hasta ahora hicieron. (R.E.)

Hace una década que en Salta se van modificando las condiciones de producción, distribución y acceso a determinados bienes culturales. La voz ha sido tomada por otro espectro humano alejado de la solemnidad encorsetada en la que había derivado el verso, la zamba y la empanada. En ese sentido, la “Productora e ideas de trabajo no convencional: Ya Era” (nombre completo, con apellido incluido) ha formado parte de esa modificación tanto con las intervenciones realizadas como con los eventos convocados en los que se conjugan desde exposiciones artesanales, pictóricas, fotográficas hasta pequeñas obras teatrales, todo traspasado por la literatura y la música. Arriesgando a mandar fruta, podría decirse que gran parte de la generación joven que ha estado produciendo en estos últimos años ha pasado, de una u otra manera, por alguno de los eventos organizados por los Ya Era desde 2010 a la fecha, con algunos encuentros memorables, como aquel de 2011 en el que se homenajeaba a Ramón Vera, un año antes de su fallecimiento.

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“A través de los años hemos sostenido talleres de literatura, centro culturales, hemos ocupado casas, hemos trabajado ad honorem en cárceles, centro de detención de menores, hogares, escuelas y barrios periféricos de nuestra ciudad con el fin de expandir la producción cultural de todo aquel que debe ser oído y no tanga la posibilidad de hacerlo”, escribe alguien en la cuenta de Facebook del grupo. Decimos alguien cuando en realidad sabemos quién lo escribe y sospechamos de Diego Ramos, tal vez uno de los agitadores más constantes en las movidas que organiza esta banda de delincuentes anartistas, que junto a otros y otras en el transcurso de los años, han publicado libros (la editorial Ya Era cuanta con más de una decena de títulos) con tapas hechas a partir de reciclaje de cajas de vino o cartones pintados a mano, que eran también entregados en mano, sin la intervención de nadie entre el que produce y el que consume. Casi como unos dealers de la literatura cuando en estos lares nadie hacía algo parecido. Todo a pulmón y casi de onda. Con la autogestión como bandera.

En cuanto a esto último, uno de los integrantes del colectivo, Lucas (más conocido como Mecha), uno de los artistas plásticos que ha participado de varias movidas, nos cuenta: “Ya Era y su autogestión, que es necesaria… para demostrar un compromiso libertario que se afirma cada vez con más fuerza en nuestros corazones como en los de nuestros pares porque queremos ser vistos como seres creadores de una conciencia real y no adquirida por modelos estáticos y muertos, instalando en un movimiento artístico una lucha combativa , humana, romántica si se quiere (para mí lo es) .creando un quiebre en la estructura de quienes deciden las vidas ajenas… Ya Era es un grito de amor y conciencia libertaria mi amigo. Viva Ya Era, sus perdedores hermosos y la anarquía”.

Otro de los asiduos participantes, Víctor, que lleva adelante un emprendimiento literalmente sobre ruedas, la Bicicleta con techo, nos cuenta: “con Ya Era organizamos una especie de festival alternativo, con artistas de temática social, y en ese marco aprovechamos para difundir las ideas libertarias a través de libros y fanzines. Es una actividad muy positiva, porque te está mostrando otro lado de la cultura salteña, una contracultura alternativa que transgrede con lo tradicional a través de la música y la poesía”.

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Carla, que por su parte lleva adelante otro tipo de actividades similares y es una de las escritoras que ha participado en algunas juntadas organizadas por los Ya Era, asegura que no son caretas y agrega: “tienen contacto real, con las expresiones artísticas, con la gente. con el concepto de equipo bien profuso”. En cuanto a lo que hace el grupo y desde su experiencia, ella nos dice que  “tiene relevancia en el orden de acción directa, con objetivos fijos, sin pelos en la lengua. En los Ya Era se activan bombas, se crea en el curso. Su aire es distinto y congrega varios artistas. La burocracia no se siente, ni las jerarquías, todos pueden crecer”.

Esta tal vez sea una de las claves para comprender lo que plantean desde Ya Era, la desaparición de las jerarquía y el padrinazgo, porque para quien no está muy al tanto de las actividades o no ha participado, tanto compartiendo sus producciones como siendo público, tal vez no comprendan bien la mezcolanza que se arma en cada evento, porque en ellos se conjuga todo en un aparente caos: hay música, danza, relatos orales, exposiciones de fotos, cuadros, murales pintados en vivo, body painting, malabares, perfomances, lectura de poesía y narrativa, proyección de cortos y un largo etcétera que finaliza con un micrófono abierto. Todo en una sola noche que se repite en cada juntada, sin preponderancia de una actividad sobre otra, sino que todas comparten algo en común que es mostrar aquello que se está produciendo por fuera de los circuitos más conocidos y, por llamarlos de alguna manera, oficiales.

En las últimas semanas se han realizado tres encuentros, uno cada jueves, en un bar ubicado en la calle Santiago del Estero, cada uno de ellos con una temática en particular: La rebelión. Hasta ahora se anunciaron dos encuentros más, pero por problemas “con la burguesía local”, el último de ellos se suspendió y planean cambiar de escenario para completar este ciclo de rebeliones, que en su debido momento anoticiaremos, para que quienes hasta ahora no hayan asistido a algún encuentro, puedan hacerlo.

Al final nos queda la frase que cortamos y pegamos de la página del grupo, porque más no podemos decir: “Lo inagotable parece locura a los que tocan fondo de sus bolsillos. ¿Cuándo acabarás? Jamás. Pobre diablo muerto de hambre comprometido con el arte”.

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