El presidente Mauricio Macri junto a su esposa Juliana Awada, su pequeña hija Antonia y la vicepresidenta Gabriela Michetti se asomó al balcón de la Casa Rosada, para saludar a la gente que colmaba la Plaza de Mayo.

«Hoy estamos acá a punto de empezar una etapa maravillosa de nuestro país. Sí se pudo, sí se pudo», arengó el mandatario mientras el público cantaba a la par.

«Es lo que quiero, que nos podamos expresar en libertad en al República Argentina, que podamos pensar diferente pero trabajar juntos. Como decía hace unos instantes en el Congreso de la Nación: prometo siempre decirles la verdad, siempre ser sincero y mostrarles cuáles son los problemas porque sé que el pueblo argentino es suficientemente capaz e inteligente para trabajar juntos», señaló el jefe de Estado luego de recibir los atributos presidenciales.

Luego volvió a reconocer el apoyo de los votos: «Les quiero agradecer, a esta Argentina la construimos todos juntos. Quiero agradecerles que crean en ustedes mismos, creo en ustedes y necesito que ustedes también crean que son capaces de más y merecen vivir mejor».

Tras ese pedido de confianza, Macri se refirió a su equipo de trabajo: «Les prometí que iba a armar un gran equipo, hoy tenemos un equipo listo para empezar a trabajar. Necesito que todos los argentinos nos acompañen, nos alerten cuando nos equivocamos, que participen, tenemos mucha vocación por hacer, por hacer cosas que ayuden a que ustedes vivan mejor».

Mientras la gente coreaba «Ohh, estoy von vos», el Presidente y su vice se mostraban animados y sobre el final Macri, más efusivo, dijo: «Los amo, amo este país, por ustedes y con ustedes vamos a construir la Argentina que queremos. ¡Gracias!».

En el final, Macri se permitió un rato de euforia y hasta mostró algunos de sus pasos de baile, tal como lo había hecho en los festejos de la primera vuelta y en el ballottage.

Por su parte, Michetti acompañó el clima festivo y tomó el micrófono para cantar una cumbia de Gilda en medio de los aplausos de la gente concentrada en Plaza de Mayo.

Fuente:  La Nación