Mientras los candidatos de Juntos por el Cambio + hacían esfuerzos denodados por mostrarse como una opción contrapuesta a «la política tradicional», el ex-gobernador y patrón de Salta Juan Carlos Romero asomó a sacarse algunas fotos en el búnker. 

 

En mayor o menor medida, todos los candidatos coincidieron en que el electorado castigó duramente a los partidos que representan la «vieja política» y a los candidatos eternos que no resolvieron los problemas de Salta. Así lo expresaron incluso quienes fueron puestos en listas por mandato directo de los jerarcas máximos de la política local. Un contrasentido que roza peligrosamente con el cinismo.

Mientras se conocían los primero resultados de la noche, promediando las 21:30, el reaparecido Alfredo Olmedo, desde el búnker de Carlos Zapata, aseguraba que había que votar a su pollo porque «no responde a las grandes corporaciones políticas». Todo esto mientras se alineaban para recibir nada menos que a Juan Carlos Romero, ex-gobernador durante 12 años, senador eterno y patrón político-económico de la provincia.

Minutos antes del arribo se había hecho presente en la sede el candidato radical de «Adelante Salta», Hector Chibán, para asegurar su apoyo incondicional y orgánico a la lista de Zapata. Por unos segundos no llegó a presenciar la postal de la noche.

El actual diputado provincial de la UCR es dueño nada menos que de 30.886 votos que podrían torcer el resultado de la elección de cara a noviembre. El comportamiento de su base electoral podría impedir el ingreso de Pamela Caletti al Congreso de la Nación, como así también elevar las chances de Guillermo Durand Cornejo (Unidos por Salta) o Felipe Biella (PRS/SI).

Que la interna opositora en Salta haya quedado en manos de un representante del olmedismo representa, además de un duro golpe a la dirigencia del PRO puro, un problema concreto para la retención de votos. Un sector importante de la fuerza, donde se encuentra el presidente del comité capital Rubén Correa, adelantó que no acompañará una fórmula de la derecha olmedista. Por otro lado, no son pocos los radicales que vieron con preocupación la reaparición de «júcaro» en el centro de la escena opositora. ¿Hasta dónde llega el estómago radical? ¿Votarán una fórmula apadrinada por J. C. Romero? ¿Se rompe o se dobla?