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Voto electrónico

Mauricio Macri ignoró las alertas de sus espadas políticas y, vía Marcos Peña, avisó que pretende que en las elecciones 2017 en todo el país se use boleta electrónica.

El sistema, que se usa en varias provincias, fue objetado desde el propio PRO porque podría resultar, en cierto contexto, beneficioso para la oposición. Se analizó, incluso, la alternativa de impulsar una primera etapa para las ciudades que tengan menos de 100 mil electores, lo que equivalía a aplicar el tecnovoto en un 70% del padrón nacional.

Pero la semana pasada, durante una reunión de Peña, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el secretario de Asuntos Político y Electorales, Adrián Pérez, los ministros de Gobierno porteño y bonaerense, Bruno Screnzi y Federico Salvai, y, entre otros, el apoderado del PRO José Torello se notificó la decisión de Macri de avanzar con un proyecto que apunte a instrumentar la boleta electrónica en el 100% del país.

Aunque hace a la instancia de la implementación, el Gobierno decidió apurar la reforma y, luego de los últimos retoques al borrador cuya redacción operativa lleva Cristina Girotti -funcionaria que trabajó con el voto electrónico en Capital-, el proyecto se enviará al Congreso a mediados de mayo. El plan generó sacudones dentro y fuera del PRO.

• En el macrismo se discutió si la instrumentación de la boleta electrónica no podría volverse una medida que beneficie a un opositor, en particular a Sergio Massa, hoy uno de los candidatos con mayor conocimiento de los espacios en carrera, el que parece presentar mayor debilidad territorial. El tecnovoto puede, a priori, beneficiar a las figuras mediáticas aunque no tengan estructura en los distritos que le «cuiden» la boleta y le hagan campaña local.

• El análisis, en los despachos PRO, se mezcla con la expectativa electoral para 2017, en particular en la provincia de Buenos Aires, donde los precandidatos que pone en la cancha el oficialismo (Jorge Macri, Esteban Bullrich y Carolina Stanley) se perfilan menos taquilleros que opositores como Massa, Daniel Scioli, Florencio Randazzo o Cristina de Kirchner. Ocurre, inclusive, ante una eventual interna: Elisa Carrió, que quiere ser senadora por Buenos Aires, puede cotizar mejor que las ofertas PRO puras. «El sistema es bueno, pero ¿lo vamos a instrumentar aunque no nos convenga electoralmente?», se preguntan en Cambiemos. Macri pareció saldar esa discusión cuando avisó que quiere cumplir con la promesa de campaña de que haya boleta electrónica en 2017.

• El planteo de hacerlo «por etapas» tuvo el respaldo de las compañías del sector informático que podrían ingresar en el mercado. Hasta ahora, la más activa fue Magic Software Argentina (MSA), de Sergio Angelini, a quien atribuyen vínculos con Nicolás Caputo. Ante esa tormenta, se habló de subdividir el país en regiones para que empresas distintas se hagan cargo de las urnas. Con los primeros movimientos ya aparecieron firmas interesadas, una asentada en la Patagonia y otra que se ofrece como enlace para traer el software brasileño.

• Dentro de Cambiemos hay objeciones formales porque el voto electrónico anima la idea de la democracia de candidatos más que de partidos, por lo cual para la UCR podría resultar negativo ya que mantiene cierto despliegue en el territorio pero suele carecer de candidatos. Sobre Ernesto Sanz, el radical de mejor llegada a Macri, caen este tipo de reclamos que debe, además, tratar de encontrar un punto de unión entre gobernadores, legisladores e intendentes radicales para darle operatividad y juego político al partido.

• El tecnovoto será el tema más picante de la primera etapa de la reforma, aunque en público no hay sectores que se animen a oponerse aunque surjan objeciones sobre el riesgo de «hackeo» y se discuta la vulnerabilidad de los sistemas. En el mismo proyecto que Macri enviará en mayo se incluirán otros capítulos, como la obligatoriedad del debate presidencial y una serie de retoques en la normativa electoral para impedir las «colectoras», también llamadas «adhesiones», y las candidaturas múltiples, como las que usó, por ejemplo, Gerardo Morales en Jujuy cuando fue «colgado» de varios candidatos presidenciales.

Fuente: Ámbito Financiero