Allanaron un galpón ubicado sobre la ruta provincial 21 donde se realizaban peleas clandestinas de gallos. Una vecina vio que sospechosamente entraban muchos con el gallo bajo el brazo al lugar y alertó a la policía.
Según narran los avezados cronistas policiales salteños en su página web una mujer, cuyo nombre no se especifica, perteneciente a la Sociedad protectora de animales, o seguramente lo que quisieron decir fue que era parte de APAN, notó unos extraños movimientos que involucraban a personas con gallos bajo el sobaco ingresando en repetidas ocasiones al galpón ubicado sobre la 21 camino al Infiernillo. Además de la cantidad, sospechosa también, de motorizados a la puerta de la gallera clandestina fue lo que la motivaron para acercarse a preguntar qué era lo que se llevaba a cabo puertas adentro y constató la sospecha: ahí hacían pelear gallos.
Fue luego que se contactó con la policía para denunciar la infracción de la Ley Nº 14.346, que prohíbe el uso de animales para estos fines. Los policías fueron, preguntaron, les dijeron cualquier cosa para zafar, se comunicaron con el Secretario de la Fiscalía Penal N° 2, este autorizó el ingreso de los azules al lugar y ahí se dieron con el siguiente escenario: cinco piletones preparados para riñas de gallos, con butacas y tribunas.
Además se reconoció a un hombre mayor, de unos 70 años como el responsable del galpón y sacaron a todos los galleros que se encontraban en el sitio a la calle.
Ante esta situación de explotación animal puede celebrarse el accionar policial, pero sería aún más celebratoria la situación si es que la misma policía no hiciera uso de animales, canes y equinos, para desempañar sus funciones represivas, y en todo caso si tiene que pegar palo no lo hagan subidos a un caballo que muchas veces es el que termina cobrando en lugar del cana que lo monta. Así es la vida, algunos animales tienen privilegios, otros no.