Dos hermanos de Córdoba contaron cómo es vivir en un barrio manejado por traficantes. Los beneficios y lujos, los riesgos y las contras. «El Estado se fue y lo reemplaza el narco. Tenés una necesidad y acudís a él”, aseguran.
A continuación, compartimos el artículo publicado este viernes por el sitio Infobae, donde dos hermanos cordobeses relatan cómo se vive en un barrio manejado por narcotraficantes, donde la Policía ya no entra y las leyes son distintas:
Doble fondo de otra camioneta, abierto y con la droga a la vista tras la detención de los narcosDoble fondo de otra camioneta, abierto y con la droga a la vista tras la detención de los narcosCrédito: Gendarmería
Tenerlos cerca es un arma de doble filo. Saben seducir con lujo y plata fácil, pero te vuelven su esclavo. Así es como dos hermanos de Córdoba resumen la vorágine de vivir en un barrio manejado por narcos, donde todos los días hay un muerto nuevo sea por ajustes de cuentas, vueltos, delincuencia o sobredosis. Prefieren el anonimato porque saben que hablar puede provocar su enojo y nada peor que un narco enojado.
Juan y Manuel reconocieron que hace tiempo el barrio está en manos de dos bandas traficantes de drogas que disputan el territorio. «El Estado se fue del barrio y lo reemplaza el narco. Tenés una necesidad y acudís a él. Te presta un VW Bora para que el finde saques a pasear a una minita. Te da estatus. El narco te paga el médico, te paga la fiesta de 15, pero después te la cobra. Cuando los narcos te ajustan, lo hacen con lo que más te duele: tu familia. Te secuestran o matan a tu esposa, tus hijos. Y cuando entrás en esa vida, arriesgás tu libertad, tu vida, todo», contaron en la entrevista con el diario Clarín.
Los narcos -según relataron- no quieren llevarse mal con los vecinos porque «no les conviene». En ese afán por mantener estables las relaciones diplomáticas seducen a los más chicos con cosas materiales y plata en efectivo, pero «los vuelven sus esclavos».
«Tenemos el caso de un chico que venía al comedor, a tomar la copa de leche, lo conocíamos de chiquito; murió hace poco en el Complejo Esperanza (una cárcel juvenil). Los pibes son buenos, pero dejan la escuela, no consiguen trabajo; entienden que hay otro camino, pero te dicen: ‘Está bien lo que hacen ustedes de crear conciencia, pero con la conciencia no como’. Y es cierto, un par de zapatillas pesa más que la conciencia», relataron.
Los hermanos dijeron que los antiguos partidos de fútbol en la calle fueron desapareciendo. «Del equipo que teníamos desde que éramos chicos, el arquero está preso; un delantero y un enganche, muertos. Y otros dos, detenidos por un narcosecuestro».
Ellos intentan concientizar a los más jóvenes desde una organización social, pero admiten que es muy difícil cambiar la mentalidad de un adolescente cuando del otro lado les venden oro. «Todos los días tratamos de inculcarles a los pibes que lo único que tiene valor en la vida es la educación y el trabajo. Y esa pelea la seguimos dando, aunque vayamos perdiendo frente a los narcos, porque estos delincuentes tienen plata, recursos y relaciones con los poderes del Estado como para seguir comprando voluntades», sostuvieron.
Para graficar la situación de un barrio dominado por la droga, contaron la historia «de un pibe que se quedó viviendo solo en la casa, porque sus papás se fueron del barrio», cansados de los narcos. «La casa no tenía vidrios, en las ventanas tenía nailon y el pibe se moría de frío. El narco le puso los vidrios, entonces este pibe viene y nos dice: ‘Lo que ustedes hacen está bien, pero los vidrios me los puso el narco’. Contra eso peleamos todos los días; para que los pibes vean que hay otra vida y retomen la cultura del trabajo», explicaron.
La narcoguerra cordobesa se disputa entre el actual capo de la zona, René «El Chancho» Sosa, un presunto narco con relaciones policiales y políticas; y «los Jatib», una banda de narcosecuestradores, de los cuales algunos miembros están presos, detalló el diario Clarín. «Los narcos saben con quién meterse. A ellos no les conviene tener la gente en contra. Como plata van a tener siempre, van comprando voluntades, son sociables, solidarios y atentos. Te dan plata a vos que sos padre, total la plata les vuelve; porque tu hijo consume la droga que ellos le venden. Y vos quedás en deuda para siempre, después de pedirle un favor», precisaron.
Respecto a la Policía, ellos insisten en que las autoridades «no se meten». «No tienen poder de fuego para combatir al narco. Acá se dan con (fusiles) FAL, (pistolas) 9 milímetros automáticas y hasta (ametralladoras) Uzi. Entonces para qué se van a meter. Si saben que la Policía y el jefe narco transan a otros niveles», denunciaron.
Por último, confesaron que los punteros políticos (independientemente del partido) que aparecen en los barrios para hacer negocios y captar votos, terminan transando con los narcos que son quienes manejan la totalidad de los barrios durante el año. «Los narcos no tienen ideología», concluyeron.