Cecilia D’Altamura acusa a Cuarto Poder de violencia mediática de género por la tapa que señala a la ministra Marianela Cansino de corresponsable de la muerte de Thiago. No hizo referencia a la nota que, con testimonios y documentación, registró la frivolidad y el desmanejo del organismo que ahora ayuda a ocultar.
La joven conductora Cecilia D’Altamura aseguró al panel de invitados de su programa «Nuevas Mañanas» que no entendía qué quisimos decir con la tapa de nuestro último número, aunque nunca se comunicó con la redacción para indagarlo y mucho menos hizo referencia a la nota que solventó esa tapa y que creemos, podría haberle dado una idea al respecto. Puede incluso que llegara a entender que el espíritu de Cuarto Poder nunca ha prescindido de sus propias tensiones ideológicas; que por ello mismo hace esfuerzos por practicar eso que el genial periodista polaco Ryszard Kapuściński definiera como periodismo intencional al que entendía como aquel “que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio”, tal como lo buscaban los grandes como Mark Twain, Ernest Hemingway o Gabriel García Márquez, entre otros; que ese tipo de periodismo nos desliza a las asperezas del lenguaje, al sarcasmo y el humor recurrente de nuestros titulares que apelan al chiste no por inocua superficialidad, sino por la firme convicción de que el humor suele sintetizar como pocos recursos escriturales la cara verdadera de una sociedad enferma. Sociedad con organismos desquiciados, funcionarios banales y de medios y periodistas que prefieren hacer un incendio con una tapa para así ayudar a sacar de foco las responsabilidades de quienes deberían velar para que los Thiago de cuatro años tengan una infancia como la de muchos: hacer pis, también caca, caerse al correr, levantarse, tener ocurrencias, celebrar las mismas, ser dueños de sus berrinches y sobre todo ser parte de esos enjambres maravillosos, solidarios, esperanzadores y humanos que suelen conformar los niños con sus amiguitos cuando corren de aquí para allá pateando una pelota, empujando un triciclo o jugando a las escondidas.
D’Altamura prefiere obviar todo eso y hasta minimizarlo aduciendo que a Cuarto Poder se lo lee poco. Apela así al clásico ninguneo. Ese recurso fácil del silencio y el olvido prefabricado. Técnica preferida que los poderosos emplean con la ilusión de quitar entidad a aquello que existe. Poderosos arropados de funcionarios o periodistas bien pautados que luego desandan el ninguneo al jurar que no nos leen, aunque sí califican a nuestro trabajo como hijo de la perversión, se muestran presas de delirios persecutorios que las buenas razones no curan y hasta remitirnos cartas documentos que exigen lo que hasta ahora no han logrado: que nos desdigamos. Que esto último ocurra puede explicarse con relativa facilidad: la materia prima de nuestro trabajo no es la de ciertos programas televisivos de entretenimiento que se nutren de partes de prensa, declaraciones y gacetillas oficiales, etc. que siempre resaltan lo conveniente del Poder y ocultan los rasgos pocos convenientes al mismo. A Cuarto Poder le desvela otra cosa: invertir tiempo y esfuerzo para ir en búsqueda de otros documentos y testimonios que permitan elaborar informes que alumbran aquellos aspectos que el Poder prefiere que queden en la oscuridad.
La nota que dio lugar a la tapa de la semana pasada, tenía esas características. La conductora de “Nuevas Mañanas” no la leyó o no la quiso leer, para justamente hacer lo que muchos hacen: crear una fogata con una tapa para, así, por el fenomenal poder con el que cuentan los medios hegemónicos de comunicación, lograr que miles y miles de salteños desvíen su mirada del incendio que funcionarios como Marianela Cansino deberían ayudar a apagar aunque en realidad terminen potenciándolo. Seamos benévolos. Creamos que D’Altamura no llegó a leer la nota porque la tapa la indignó tanto que presa de un ataque de furia prefirió tirar el ejemplar al basurero. Pero como buena periodista que dice ser, seguramente habrá recapacitado y concluido que lo mejor es leer la nota. Aportamos a ese objetivo e invitamos a releerla porque Marianela Cansino es objeto de crítica no por mujer, sino por mostrar desde el principio una frivolidad que no se corresponde con el cargo; protagonizar una gestión somnolienta que parece no hacer nada excepto permanecer allí esperando que el tiempo arregle el embrollo; desmanejo que se cobró la vida de Thiago pero que también avasalló derechos de mujeres y cuyo ejemplo más brutal fue el de esa niña de trece años que violada una y otra vez por su padrastro, no podía hacer uso del derecho a interrumpir el embarazo como lo establece la Corte Suprema de Justicia de la Nación pero que acá se obstaculiza porque algún juez se puso por encima de la ley sin que ese Ministerio hiciera nada.
Compartimos de nuevo la nota, convencidos de que con todo lo bueno y lo malo que podamos hacer, con todas las virtudes y los excesos que podamos ejercitar, logremos ser parte de los muchos que impulsan un tipo de periodismo que ayude a darle otra direccionalidad a la sociedad de la que formamos. Son estas concepciones claramente expuestas las que también producen el encono visceral de algunos. Encono que también agradecemos, por ayudarnos a confirmar que esa Salta opresiva, injusta, arcaica y superficial que nos rebela, también nos reconoce claramente como los absolutamente otros.
La nota es la siguiente: «El hilo se corta por lo más fino»
Compartimos también el artículo «Digan Whisky», sobre la ministra cuestionada, publicado en marzo del 2014, ilustrado por fotos que la propia funcionaria había difundido en otros medios.