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Un yupi que ya fue

El pobrísimo 3,23% que Federico Posadas había cosechado en agosto se redujo ayer a 2,71%. Los números abren interrogantes sobre el futuro político de quien fuera ministro “U” e integra una fuerza que equiparó militancia con rosca, comunicación con redes sociales y propuestas con glorificación de Urtubey. (Elba Gallo)

Los resultados de las PASO de agosto, en primer lugar; los números de las provinciales en la que participó Matías Posadas después; y ahora las generales nacionales; vienen a confirmar que los últimos sobrevivientes del urtubeicismo de primera hora agonizan políticamente. También constatan que la caída en desgracia electoral de los Posadas debe mucho al tenso armisticio existente entre los distintos sectores del justicialismo capitalino y el mismo gobernador que hasta hace dos meses aparecía con el benefactor de los hermanos provenientes de radicalismo.

¿Qué ha pasado entre abril del 2011 y octubre del 2013? Para responder la pregunta primero hay que precisar lo que ocurrió en la primera de las fechas mencionadas: Matías Posadas accedió a la legislatura ocupando el tercer lugar con un total de 29.910 votos que representaron el 12,30% del padrón capitalino. Ese mismo día empezaron los problemas. Y es que los hombres y mujeres fuertes del justicialismo interpretaron lo obvio: esos números eran el resultado del apoyo velado pero decidido de un gobernador que, obsesionado por no depender del exclusivo poder del justicialismo local, terminó impulsando política y materialmente la colectora de Matías Posadas. La picardía de Urtubey podría haber sido tolerada salvo por un detalle: el justicialismo capitalino perdió esa vez después de muchas décadas con otra fuerza que es la liderada por Guillermo Durand Cornejo.

Desde entonces, los Posadas se convirtieron en los bastardos: los hijos políticos de Urtubey pero engendrados en una unión electoral anterior al matrimonio que el mismo gobernador contrajo con el justicialismo. Mientras la unión entre Urtubey y el PJ parecía poderosa, el PJ toleró a los arrimados. Pero cuando los dominios políticos de ese PJ empezaron a correr peligro, y cuando ese peligro obedecía también a que el bastardo le dividía el voto oficial que al PJ conviene no fragmentar… los Posadas empezaron a ser objeto de las miradas acusadoras. Es lo que ya se ha concretado. Si hace dos años el PJ reprimió su ira cuando el Frente Plural, bendecido en silencio por Urtubey, dividió al oficialismo y posibilitó el triunfo de Durand Cornejo sobre el PJ capitalino, ahora el PJ dejó en claro a Urtubey que para evitar fricciones matrimoniales de consecuencias impredecibles los bastardos no deben poner en peligro lo que el cabeza de la familia considera suyo.

Urtubey entendió el mensaje. Puede que como las madres solteras de antaño que luego contraían matrimonio, acaricien clandestinamente a sus criaturas prematrimoniales, pero los apoyos en serio y las caricias públicas y estridentes sólo son para los hijos que el PJ considera legítimos.