Los diputados de la oposición esperaron al ministro con una larga lista de preguntas. Aranguren se justificó en la “herencia recibida”, pero no pudo respaldar los motivos del aumento. Tampoco convenció su explicación sobre su relación con Shell.
El ministro de Energía, Juan José Aranguren, intentó responder el vendaval de preguntas de la oposición parlamentaria que cuestionó el tarifazo en los servicios públicos esenciales como agua, luz y gas, pero no pudo explicar cuál es el plan energético del Gobierno, ni el criterio con que su cartera construyó un cuadro tarifario que elevó las facturas a los usuarios a más de 1600 por ciento. Aranguren defendió el tarifazo en la “pesada herencia” del kirchnerismo, dejó en claro que la política oficial es que la disputa por las tarifas debe resolverla la Corte Suprema –a la que el gobierno de Mauricio Macri presiona– aunque dijo que existía un “plan B” sin dar precisiones, insistió en que el ajuste tarifario ha sido “gradualista” y propuso que con la “revisión integral tarifaria” que se haría en octubre se terminaría de definir la política energética, con otro golpe “gradual” a los bolsillos de los usuarios.
El empresario volvió a afirmar que “no existe incompatibilidad” entre su cargo de ministro de Energía ser accionista –con acciones en el exterior– y ex CEO de la petrolera Shell y que, en todo caso, está sometido a la justicia. “A mí me puso y me saca el Presidente. No tengo que renunciar absolutamente a nada”, respondió ante los duros cuestionamientos sobre su gestión.
Desde la oposición calificaron el tarifazo de “confiscatorio” y “extorsivo”, una medida que implica “una enorme transferencia de recursos económicos a las empresas petroleras” que pagan los usuarios, que lleva a la desesperación a la población más desprotegida, ahoga a las pymes y destruye la industria. Volvieron a insistir en la necesidad de derogar por ley los decretos tarifarios para que se fijen tarifas “razonables” y que los usuarios no deban cargar además con el costo de los aumentos con retroactividad. Además de apuntar contra el ministro y los titulares de los entes reguladores ENRE y Enargas por provenir de las empresas beneficiadas con la política energética del macrismo.
“La única verdad es la realidad”. Fue el apotegma peronista con que el ministro, un empresario liberal, arrancó su exposición ante el plenario de comisiones de la Cámara baja para luego afirmar que en “los últimos 12 años se pasó de una energía abundante, nacional y barata, a una escasa, importada y cara”, preámbulo para justificar el tarifazo en la “pesada herencia” de la gestión kirchnerista. La estrategia evidente del oficialismo que la ausencia del diputado y ex ministro de Planificación, Julio De Vido, terminó por desdibujar (ver página 4).
Respaldado en un PowerPoint, Aranguren trazó las críticas al kirchnerismo y desarrolló los conceptos del gobierno en política energética que definió de “mercado”. “Abandonamos los senderos de precios”, sentenció el ministro para definir que el precio de la luz y el gas eran “extremadamente bajo” y que aun con el incremento de las tarifas en el país” son más bajas que en los vecinos Brasil, Chile y Uruguay”. Los diputados de Cambiemos respondieron con aplausos. El ministro dijo que la falta de inversiones en infraestructura fue “consecuencia de las señales poco claras de precios”, pero se justificó en la “poca información” heredada que aun no se pueda saber en qué utilizaron las empresas prestadoras de los servicios los subsidios que recibieron del Gobierno anterior.
Aranguren defendió que el Gobierno fije el costo del petróleo en boca de pozo, pero que la tendencia será equipararlo con los precios internacionales del mercado “para la baja, pero también para la suba”. “No es shock ni tarifazo, el cuadro tarifario ha sido gradual”, se defendió para justificar los aumentos en los servicios.
La oposición se hizo escuchar. El jefe de la bancada del Frente para la Victoria, Héctor Recalde, recurrió a un informe de la UCA, que definió el tarifazo como “un aumento de tarifas violento y desproporcionado”. Cuestionó la política oficial “de ensayo de prueba y error en las tarifas con exorbitantes aumentos” y sentenció que “no somos conejillos de indias sino seres humanos”, para insistir en que “el Parlamento no puede ser ajeno” al problema y que tiene que sancionar una ley para derogarlo porque “esta retroactividad no se le puede exigir al pueblo argentino”.
–¿Usted sabe, ministro, cuál es el costo del millón de BTU en boca de pozo? –preguntó el vicepresidente de la Cámara de diputados y presidente del PJ, José Luis Gioja.
–Me resisto a contestarle esa pregunta –respondió sorpresivamente Aranguren.
–¿De dónde sale la diferencia entre ese 1,9 dólar (que YPF declaró en la bolsa de Nueva York) con los 5,5 dólares, que es el valor que se ha fijado para las nuevas tarifas, si es que en ese componente están cargado costos de exploración y otros, que después las empresas recuperan? El usuario debe pagar sólo 1,9 dólar, el resto tiene que ver con políticas de Estado en materia de energía que el usuario no tiene por qué pagar ese sobre costo, que además es excesivo –insistió Gioja sin respuestas del ministro.
“Hay una buena noticia para usted”, sorprendió Claudio Duñate (FpV) para luego aclarar la irónica novedad: “Las acciones de Shell subieron. Felicitaciones. Sí, se puede, ingeniero”. Luego Duñate sostuvo que “es posible o no pagar estas tarifas porque son confiscatorias”.
Para el ex ministro Axel Kicillof la política del Gobierno es la misma que la de la década del ‘90 donde “no existe papel del Estado, donde en un mercado no regulado es el propio mercado es el que ajusta”. “No quieren regular pero se han cansado de perdonarle impuesto a los sectores más concentrados: 60 mil millones a las exportadores, a las mineras. Una redistribución en favor de los que más tienen. Ustedes creen en ese modelo”, sentenció.
Con Sergio Massa en Paraguay, Graciela Camaño llevó la voz cantante de los renovadores. “Hay que salir de este semejante zafarrancho, en el que usted contribuyó fuertemente ministro, aunque las cosas ya venían de antes”, dijo Camaño que arremetió contra la incompatibilidad del ministro y otros ex CEOs de las empresas de Energía en el gobierno macrista. “Usted firmó un aumento de gas y petróleo, no nos tome por pavotes. Hay mil maneras de que usted participe porque es el ministro de Energía” para favorecer a las empresas del sector. Al tiempo que también cuestionó al titular de Enargas, David Tesanos, por haber litigado a favor de una empresa contra YPF en el Ciadi. “Fue un conflicto entre privados”, lo justificó Aranguren.
“No dijo una sola palabra sobre los motivos que llevaron a este tarifazo brutal contra los trabajadores y los sectores medios. Y ocultó que gran parte de los 500 mil millones de pesos de subsidios que otorgó el kirchnerismo fueron a engrosar las ganancias empresarias de los amigos del Presidente, como Caputo, Lewis y compañía. Esa es la ‘herencia recibida’ de la que no quieren hablar: las empresas privatizadas de los amigos de Mauricio Macri, que vaciaron el sistema de energía y gas”, afirmó Myriam Bregman (FIT).
Los diputados de cambiemos, Mario Negri, Eduardo Amadeo y Nicolás Massot, buscaron cargar las tintas sobre la herencia recibida para blindar a un ministro, que a esa altura con más de 9 horas de debate –que al cierre de esta edición continuaba– el blindaje se derretía ante el cuestionario opositor. Al diputado PRO Luciano Laspina, que presidió el plenario como titular de la comisión de Presupuesto, el debate ya se le había ido de las manos.
Fuente: Página 12