El parate futbolero como consecuencia de la pandemia reavivó viejas polémicas sobre el manejo de las estructuras deportivas estatales. (Nicolás Bignante)

El retorno del fútbol en tierras salteñas es un anhelo tanto más presente en los círculos empresariales, que entre los propios participantes y seguidores del deporte. Reuniones entre delegados de la liga salteña de Fútbol y la Secretaría de Deportes, como la reciente entrega de pelotas a distintos clubes, ponen de manifiesto la puja sectorial por echar a rodar los balones cuanto antes. Aunque las fantasías de un potencial traslado de los partidos de la Superliga a sedes del interior hayan quedado atrás, el parate impuesto por la pandemia global introdujo una serie de debates sobre el fútbol-negocio que tuvieron resonancia la provincia.
Entre esas incógnitas sobresale la eterna polémica por el rendimiento de los clubes locales y, en particular, por los manejos de las estructuras a cargo de la provincia. Y si de recursos estatales se habla, la maquinaria a disposición del estadio mundialista Padre Ernesto Martearena, merece varios párrafos aparte.
Desde su creación en enero del 2001, el estadio Padre Ernesto Martearena cumplió en muy escasas oportunidades con su rol de sede internacional. En 20 años de existencia, se destacan en materia futbolística apenas 2 partidos de la Copa América 2011 (Venezuela-Ecuador; Paraguay-Venezuela) y 7 de la Copa Mundial de Fútbol Juvenil de 2001. Unos pocos encuentros de la Copa Argentina en sus ediciones de 2011/12 y 2013/14 completan la lista en el orden nacional. El rugby, por su parte, tuvo 5 disputas del Rugby Championship y otros 5 test-matches, todos ellos con participación del seleccionado nacional. Sin embargo, el rubro que sobresale por su representación absolutamente extradeportiva es el de eventos y conciertos: En la última década, se realizaron en las instalaciones del estadio producciones para el Indio Solari (2009 y 2011), Wisín y Yandel (2010), Calle 13 (2011), Shakira (2011), Ricardo Arjona (2014), Violetta Live (2015), Soy Luna en concierto (2017) y Soy Luna En Vivo (2018).
Sin menospreciar la importancia que la plaza reviste para el alicaído fútbol local, es justo reconocer que, sin equipos en condiciones de disputar al menos la segunda categoría nacional, la concurrencia, los sponsors y la recaudación derivada de todo ello, no resultan gravitantes. De hecho, entre las últimas actividades que justificaron la puesta en movimiento de toda la logística del Padre Martearena, se encuentran disputas menores enmarcadas en el Torneo de los barrios. Para colmo de males, apenas unos días antes de la declaración de la cuarentena, la visita de River Plate en el marco de los 32avos de final de la Copa Argentina tuvo que ser suspendida. El equipo de Gallardo tenía comprometido su desembarco en la provincia para el sábado 28 de marzo a las 20:30, oportunidad en la que enfrentaría a Defensores de Pronunciamiento de Entre Ríos con transmisión de TyC Sports.
Pero aunque podría pensarse que los balances son exclusiva responsabilidad de los patrones de la industria, los avatares del negocio salpican ineludiblemente al conjunto. Para comprobarlo vale la pena echar luz sobre el hermético resguardo de las cifras vinculadas al funcionamiento de las gradas y, fundamentalmente, hacer un poco de historia.
Pesados antecedentes
Corría el año 2001 cuando el gobierno de Juan Carlos Romero anunciaba a todo el país la creación del estadio mundialista sito en Av. Tavella, en el sur de la ciudad. Con proyecto y supervisión de obra del estudio Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona, Sallaberry, y encomendado por la Sede Mundial Siglo XXI para el desarrollo de la Copa Mundial Juvenil de ese año. El estadio contó como empresa constructora a Riva SA y una vez concluido su uso mundialista, se convirtió en Estadio Único.
A través de las sociedades del estado «Sede mundial Siglo XXI» y del «Comité Organizador Pro Estadio de la Ciudad de Salta (COPECS)», el estado provincial tomó las riendas del funcionamiento de las instalaciones del Padre Martearena hasta 2007. En medio de pedidos de informe y, ante un cúmulo de irregularidades detectada por la Auditoría General de la Provincia, la cámara de diputados aprobó ese mismo año la disolución de las sociedades del estado y su traspaso a la administración central. La oposición encabezada por entonces por la actual legisladora nacional Virginia Cornejo, había solicitado información sobre los estados contables de las sociedades, para determinar a cuánto ascendía la deuda y el déficit que debería afrontar el Estado. Tras varias idas y vueltas, el oficialismo consiguió el quórum y materializó el traspaso de la administración del estadio a la provincia, meses antes del cambio de gobierno. La única información con la que se contaba en aquel momento era la que constaba en el presupuesto. Con respecto a la sociedad sede Mundial Siglo XXI, la Provincia tenía que aportar $310.000 pesos.
De la Auditoria realizada oportunamente a la sociedad del estado Sede Mundial Siglo XXI, se desprenden una serie de irregularidades tales como: Salidas de fondos sin documentación respaldatoria, contrataciones con personas no inscriptas como Proveedores del Estado, exenciones impositivas a contratantes, desaparición contable de un terreno a nombre de la Sociedad, rodados e inmuebles sin registrar y deficiencias en la registración de ingresos, egresos y bienes (en el año 2003 se informó un resultado de $ 632.526,44 cuando el monto real era $ 2.189.532,75).
En noviembre de 2006, el diario Perfil titulaba «El asesinato de un contador conmueve a Salta», referenciando el homicidio de Luis Eduardo Antonio Giménez Gambetta en el barrio Tres Cerritos. Los periódicos locales apuntaban a su hijo de 14 años quien, aseguraban, había acuchillado a su progenitor por no dejarlo ir a un recital. Poca resonancia tenía por entonces la versión del propio acusado sobre la participación de un tercero y, mucho menos, las amenazas telefónicas que el contador había recibido días antes de su muerte. El diario porteño recalcaba en su edición de 2006, el vínculo posible entre las amenazas, el homicidio y «la actividad que la víctima había desarrollado como auditor de la sociedad encargada de explotar el estadio mundialista salteño». En efecto, el profesional asesinado había tenido participación en la auditoría anteriormente mencionada.

Desde un inicio el hijo de la víctima aseguró que el ataque fue cometido por un extraño que llamó a la puerta y luego entró a la casa. Su versión fue ratificada en una segunda audiencia que se extendió por dos horas y media, por lo que el magistrado decidió levantar la incomunicación del menor y ordenó su detención domiciliaria en el inmueble del homicidio. Nada más se supo del joven hasta hoy.