“El Chivo” Galarza forma parte de la “banda de los contadores”, pero es ingeniero y tal vez por eso los resultados de su manejo de las Obras Públicas no fueron satisfactorios: en vez de pagar poco por lo que vale mucho, como hizo con sus bienes personales, pagó mucho por lo que no vale tanto. (Gonzalo Teruel)

Pese a que el “pendenciero” de la familia, el que siempre se agarraba a las trompadas, fue su hermano, Juan Carlos Galarza Ortiz también es un hombre de carácter fuerte. Ese carácter, sin embargo, se contrapone con el bajo perfil que cultivó a lo largo de su ya extensa carrera en la administración pública y algunas veces le jugó en contra. Cuentan en el Grand Bourg que una vez amenazó de “ir a buscarlo y cagarlo a trompadas” al entonces secretario de Prensa, Juan Pablo Rodríguez, porque los medios lo estaban denunciando por la construcción de los Monoambientes y la nueva Planta Depuradora. Lo mismo hizo con su ex íntimo amigo y sucesor Sergio Zorpudes. En ninguno de los dos casos pasó de las palabras a los hechos…

Los que lo conocen aseguran que ese mismo carácter fuerte es lo que le permitió ganarse un lugar importante dentro del equipo del ministro de Economía, Carlos Parodi, y también en el gobierno de Juan Urtubey. En efecto, su ascenso dentro del firmamento “U” fue veloz y constante. En febrero de 2008 fue designado como jefe del “Programa Gas Natural y Saneamiento” de la secretaría de Obras Públicas, en julio de ese año saltó a la coordinación de Control de Obras del Instituto Provincial de la Vivienda, y terminó el año con el nombramiento de secretario de Obras Públicas. Tiempo después recibió el premio grande y marchó como segundo de Rodolfo Urtubey en el Fondo de Reparación Histórica que conduce desde que éste se marchara al Senado de la Nación.

Algo más que carácter debe tener Galarza para que Parodi y Urtubey le confíen los 200 millones de dólares que la provincia consiguió en el extranjero, bajo garantía de las regalías petroleras. Dicen que es un buen administrador y que es bueno para los negocios vinculados con la construcción. En efecto, de acuerdo a su propia Declaración Jurada ante la Escribanía de Gobierno, anotó, junto a su mujer Fabiana Bello, 5 propiedades adquiridas a valores irrisorios. “Por el 50% de la edificación de Los Perales esquina Los Carolinos, comprada en mayo de 1995, el funcionario informa un valor de $2.750 y por idéntico porcentaje de Los Nogales 688, adquirida en mayo de 2003, un valor de $5.000. La otra mitad de estas propiedades está anotada en favor de su cónyuge por lo que se desprende que el matrimonio compró una vivienda en Tres Cerritos por $5.500 y otra por $10.000 (…) en octubre de 2007, pagaron $36.954 por una casa en barrio Los Ingenieros. Galarza tiene 2 propiedades más. En diciembre de 2007 escrituró el lote -edificado- 146 del country Valle Escondido declarado al 46,16% y 9.232 dólares y en mayo de 2010 la casa de Los Naranjos 401 por $120.000”, reveló Cuarto Poder en 2012.

Los Monoambientes del Huayco son paradigmáticos. Por negligencia o mala fe, la provincia perdió un montón de plata. “El valor de cada departamento fue de $103.220: $12.500 de entrega inicial y 144 cuotas -12 años- de $630”. El costo financiero fue mínimo y no se condice con la operatoria del mercado inmobiliario.

El precio final de toda vivienda construida con dineros públicos incluye el terreno, la construcción y la infraestructura de los servicios públicos pero eso no ocurrió con los pequeños departamentos para jóvenes. “Galarza y Zorpudes no incluyeron el precio del terreno y de los servicios: cada departamento tenía un costo de unos $70 mil y van a cobrarse finalmente algo más de $100 mil que no cubren los costos de infraestructura”, explicó un urbanista con paso por despachos oficiales. En efecto, la aventura de los Monoambientes tuvo un costo en infraestructura que debió asumir la provincia. “En vez de una inversión, como toda obra del IPV que después se recupera, lo de los Monoambientes fue una pérdida para la provincia”, añadió el arquitecto enfatizando en la palabra “pérdida” y la calculó en un par de centenares de millones de pesos.

Pese a tamaño despropósito, Galarza llevó su cuestionada operatoria a varias de las obras del Fondo de Reparación. Un pequeño ejemplo denunciado por la prensa a partir de propia información del gobierno mostró el despilfarro el norte: el nuevo gasoducto y la estación reductora de presión y redes domiciliarias de gas natural en General Ballivián que estaba presupuestado en $5 millones se pagó $5.182.827. Dentro de un mismo paquete de obras, la ampliación de la red de gas natural en Pichanal saltó de $3 millones a $3.057.935; la de Embarcación saltó de $2 millones a $2.041.456; y la de Colonia Santa Rosa de $1 millón a $1.028.016.

En esa oportunidad, la denuncia mayor fue por lo gastado en la estación reductora de presión y redes domiciliarias de gas en Coronel Cornejo: tenía un presupuesto de $2,5 millones y se pagó $6.629.934. “De esas hay muchas… todo el FRH es un mamarracho”, denunciaron desde el entorno del ex diputado Marcelo Bernard. Antes del receso legislativo la diputada Silvia Jarzún aseguró lo mismo.

En estos momentos, con perfil bajo y carácter alto, Juan Carlos Galarza Ortiz espera desde su oficina que la prensa vuelva a poner la mirada en las obras del Fondo de Reparación Histórica de cara a las elecciones del año próximo.