En septiembre de 2010, Juan Carlos Hannawy, un contador de sesenta años que tenía a cargo más de cien propiedades, fue asesinado en su oficina del centro de la ciudad. La Policía identificó a posibles sospechosos y alcanzó a elaborar una teoría. No más. (F.A.)

Juan Hannawy llegó a la Argentina en la década del cuarenta, desde Irak, según el mismo contaba. No hablaba una sola palabra de español. Una vez en Salta, consiguió trabajo en el Mercado San Miguel.

A medida que fue progresando y conociendo gente, Hannawy se fue volviendo salteño. Su hijo Juan Carlos nació en 1950. En la década del sesenta empezó el auge de su almacén, ubicado en la esquina de Mitre y Santiago del Estero.

Con el tiempo, el lugar se transformó en un local de gustos refinados, variados y en algunos casos exóticos. “Hubo una época en que sólo en su negocio se podían adquirir los mejores quesos de cabra de Amblayo, el dulce de membrillo de Chaquiago, el bacalao de Noruega, los melones más dulces y apetitosos, los frutos secos, los vinos mistela de los valles calchaquíes y las especias más exóticas. Eran éstos generos que el señor Hannawy no descuidaba a pesar de que la parte más numerosa de su clientela acudía a él por productos más básicos y menos selectos”, recordaba un artículo publicado por Iruya.com en enero de 2005.

La esquina fue mencionada nuevamente cinco años después de la publicación del artículo que repasaba la vida de ese inmigrante, pero esta vez para hablar de un hecho diferente: la muerte de Juan Carlos, ocurrida el jueves 9 de septiembre de 2010 en el mismo lugar, cuando Don Hannawy ya estaba jubilado.

Cien propiedades

Cuando llegó la noche de su muerte, el contador Juan Carlos Hannawy tenía sesenta años, trabajaba como profesor en la Universidad Católica y controlaba más de cien inmuebles de la ciudad de Salta.

Esa noche todo parecía normal. A esas horas, el centro de la ciudad es muy tranquilo. La mayoría de la gente que circula por sus calles está apretada en colectivos que la sacan de allí.

Victoria, sobrina de Hannawy, caminaba por la zona y pasó por las oficinas de su tío. Le pareció extraño que la puerta estuviera entreabierta, así que entró para ver si todo andaba bien.

Lo que encontró fue un escenario insoportable: Juan Carlos Hannawy estaba en el piso, atado de pies y manos y amordazado. Los médicos que acudieron junto a la Policía al llamado desesperado aseguraron que el cuerpo aún estaba caliente cuando lo revisaron. Hannawy había fallecido poco tiempo antes de ser descubierto por su sobrina.

Los datos

Las primeras informaciones eran confusas, hablaban de ahorcamiento con una cinta de embalar. El forense José Albornoz, por su parte, consideraba el hecho como muerte dudosa.

“Misterioso crimen de un contador en Salta”, titulaba Perfil el viernes 10. “En las próximas horas, se llevará adelante la autopsia”, anticipaba el artículo.

Otros medios, locales, profundizaban en la investigación. “Conmoción y tristeza en Salta por el asesinato de Juan Hannawy hijo”, informaba Noticias Iruya. En la nota, aseguraba: “Juan Carlos Hannawy, de 60 años, hijo del mítico don Juan Hannawy, fue hallado muerto ayer en su oficina del centro de Salta. Según informaciones de la policía que han sido difundidas hoy por la prensa escrita de Salta, el cuerpo del economista y docente salteño -que presentaba claros signos de violencia- habría sufrido un atraco en horas de la noche, poco antes de las 22 horas”.

Ese día, El Tribuno reconstruía el momento en que Victoria había visto la puerta abierta: “De inmediato y al ver que algo anormal estaba ocurriendo ya que su tío era una persona muy precavida y cuidadosa, ingresó al lugar, avanzó por la parte frontal -que se halla virtualmente desocupada y con ausencia de todo tipo de mobiliario- y al llegar a la oficina de su tío, se dio con un panorama dantesco: el hombre yacía tirado en el piso, atado de pies y manos, amordazado y ahorcado fuertemente con cinta de embalar color ocre”.

La autopsia despejó las dudas: Hannawy no había sido ahorcado. Tenía fracturadas las costillas, contusión pulmonar y golpes internos. Un paro cardíaco terminó con la vida de un hombre que había sufrido dos by pass. Además, se detectó que Hannawy tenía sus nudillos lastimados, un claro signo de pelea.

Por esas horas, Nuevo Diario aseguraba que el móvil del crimen había sido un intento de robo. La Brigada de Investigaciones se basaba en que un armario metálico de Hannawy estaba forzado y vacío. Detrás de un ropero, los uniformados hallaron una bolsa de plástico que contenía US$ 26.650 y $9.900.

¿Los autores?

En su artículo del 11 de septiembre, Noticias Iruya aseguraba: “Se especula con que en el sangriento hecho habrían intervenido por lo menos dos atracadores que accedieron al lugar con intención de robar, si bien este extremo ha sido puesto en duda por los investigadores policiales, al descubrirse que los criminales no alcanzaron a llevarse consigo una fuerte cantidad de dinero que Hannawy tenía en su oficina, y que correspondería a los alquileres percibidos”.

El 15 de septiembre, El Tribuno publicaba un artículo que confirmaba que la Policía tenía en su poder las imágenes de los posibles autores del crimen. “Cámaras de seguridad de un colegio filmaron a los asesinos de Hannawy”, titulaba el matutino. “En la filmación se los ve en la vereda de la casa del occiso antes del crimen y el mismo día de los luctuosos sucesos. La Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia estima que dos sujetos de tez blanca, de estatura mediana, uno de 40 años, aproximadamente, y otro de no más 35, serían los autores del asesinato del licenciado en Economía Juan Carlos Hannawy, ocurrido en la oficina del profesional en la tarde-noche del jueves 9 del corriente”, completaba.

La nota agregaba que los detectives tenían filmaciones registradas por las cámaras de seguridad del Colegio Santa Teresa de Jesús, situado en la misma cuadra y en la misma vereda del domicilio donde fue ultimado Hannawy. “Hay 40 metros de distancia entre uno y otro inmueble”, describía el diario.

Las imágenes descriptas por la prensa aseguraban que los dos sujetos habían sido vistos realizando recurrentes visitas y salidas en conjunto con Hannawy desde su oficina. “Los mismos sujetos fueron grabados el día de la muerte en horarios compatibles con los momentos previos y posteriores al hecho de sangre. La policía interrogó a 14 de sus inquilinos de la zona -Mitre al 400 y Santiago del Estero al 500 y al 600-, quienes coincidieron en haberlo visto acompañado por dos ‘interesados’ en alquilar uno de sus inmuebles, aunque no supieron decir cuál de todos. Sólo certificaron que Hannawy los llevaba a ver los que tenía disponibles”.

La nota de El Tribuno aseguraba que una de las claves para la resolución del acertijo consistía en determinar qué lugares les había mostrado la víctima a los hombres misteriosos, “ya que con ese dato podrían obtenerse testimonios más certeros al respecto”. “De la misma manera, se están rastreando llamadas desde un par de números no registrados, realizadas a la casa del occiso”, concluía.

Salta y el eterno pedido de justicia

El 4 de agosto de 2011, pocos días después del hallazgo de los cuerpos de las turistas francesas, el Partido Obrero emitió un comunicado donde aseguraba que en muchos crímenes cometidos en Salta quedaban sin resolución.

“Urtubey oculta la realidad. Cristian Luna está desaparecido hace tres años; Víctor Acuña, estuvo dos meses desaparecido y luego asesinado; no se han resuelto el crimen de Sebastián Gómez en Cabra Corral, los asesinatos de Esper y Hannawy en pleno centro de Salta, la del joven Fernández en Parque La vega, el caso Pisco -donde la policía torturó a jóvenes para que confiesen un crimen que no cometieron-, el productor de sandías secuestrado y asesinado por la comisaría entera de Apolinario Saravia. Si a eso le sumamos la larga lista de atropellos policiales, la represión que se cobró la vida de Aníbal Verón entre otros, el asesinato de Fabián Pereyra en Tabacal, el de Liliana Ledesma en Salvador Mazza, los pibes calcinados en las comisarías de Orán, el espionaje a los que luchan, los narco policías, etc., se puede observar que, en esta provincia, desde hace mucho tiempo predomina la impunidad”, expresaba el texto del PO.

Una semana después, el viernes 12 de agosto, El Tribuno informaba sobre una marcha que se realizaría en la plaza 9 de Julio. Sería la primera de la Comisión de Familiares Contra la Impunidad. “a marcha estará encabezada por familiares de víctimas de crímenes y muertes en accidentes de tránsito. Piden que todos los asesinatos sean tratados con la misma diligencia con la que se abordó el caso de las francesas”, expresaba el artículo. Todavía faltaban cuatro años para que Jean Michel Bouvier asegurara que el juicio contra los acusados del crimen de su hija era una farsa.

“Se espera la presencia de la familia y amigos de Carlos Hannawy, el contador que fue asesinado en el microcentro salteño, como también la asistencia de familiares de Diego Esper, el joven profesor universitario que fue ultimado a golpes en su departamento. Este asesinato ocurrió a pocas cuadras y unos días después del crimen de Hannawy”, explicaba la nota.