El PO arrasó en la Capital: nueve concejales, cinco diputados y un senador le imponen la responsabilidad de impulsar las medidas que siempre demandó a los otros partidos. Gabriela Cerrano superó el 27% y lo mismo ocurrió con Claudio del Pla. Arturo Borelli llegó el 30%. (Daniel Avalos)    

Lo impensado cuando arrancó la maratón de elecciones que supusieron cuatro comicios en tres meses…finalmente ocurrió: el PO condenó al ostracismo político al actual senador Gustavo Sáenz y se adueñó de la mayoría parlamentaria en el Concejo Deliberante hiriendo letalmente la carrera del intendente Miguel Isa que, por estas horas, debe estar pensando cómo garantizar gobernabilidad en una comuna cuya fuerza política triunfante hizo de él un símbolo de los negociados. El proceso fue vertiginoso. Y lo que le imprimió vértigo a ese proceso fue la maratón de elecciones en donde una constante se reprodujo: el crecimiento sostenido de votos del PO que protagonizando elecciones legislativas provinciales y nacionales, marcaba, sin embargo, una tendencia insoslayable.

Todo empezó el 6 de octubre con las PASO nacionales. Los candidatos trotskistas Pablo López y Cristina Foffani protagonizaron un sorprendente 17% (47.955 votos) y un 14,42% (41.053 votos) respectivamente en la capital provincial. Por entonces varios se sorprendieron de la excelente performance, pero muchos dudaban si los porcentajes se estiraran lo suficiente para logar lo que en las últimas semanas finalmente ocurrió: el ingreso de Pablo López al congreso de la nación y el triunfo en las legislativas provinciales en todas las categorías relegando al segundo puesto a un PJ en donde las rencillas internas nunca se superaron, y en donde las voluntades encontradas andaban a las bofetadas sin que algún sector pudiera imponer a los otros un programa, una voluntad y una dirección al conjunto.

Las PASO provinciales de septiembre evidenciaron aún más esa situación. Y evidenciaron también un salto cuantitativo del PO que supuso otro de tipo cualitativo en Capital: los 53.180 votos (21%) en la categoría senador provincial por parte de Gabriela Cerrano, los 52.248 (20,69%) en la categoría diputados con Claudio del Pla y el sorprendente 23,11% (56.749 votos) de la lista que encabezaba Arturo Borelli en el Concejo Deliberante hacían posible todo. Un mes después, el 27 de octubre, las generales legislativas nacionales consolidaron el crecimiento electoral que posibilitó un hecho inédito: un candidato trotskista accedía al Congreso de la Nación. En Capital, Pablo López recolectó 80.320 sufragios.

La cifra representó muchas cosas. Por ejemplo un 28% que lo ubicó como ganador de la categoría en la ciudad. Pero también una alarma al justicialismo que hasta esa fecha podía disimular la excelente elección de septiembre del PO argumentando que un candidato propio – Gustavo Sáenz – había cosechado más votos que cualquier candidato trotskista en capital. Los números de octubre daban por tierra con ese enunciado. Los votos de Pablo López eran superiores a la suma de votos logrados por las tres listas del justicialismo local en la categoría senador de las PASO: 79.218; y los votos alcanzados por Cristina Foffani en octubre (70.104 que representaron el 25%) eran superiores a los alcanzados exclusivamente por Gustavo Sáenz en septiembre: 63.202.

Méritos propios y ayudas ajenas

Y así, se arribó al 10 de noviembre. El PO precisaba dos cosas: que el envión iniciado el 6 de agosto no se acabara y esperar que las internas del justicialismo siguieran activadas. Lo primero parecía seguro: la furiosa campaña en contra del PO y que tuvo su pico a partir de unas declaraciones de Cristina Fofani sobre el aborto, no impactaron en el votante capitalino. Ayer, volvió a suceder y los números se acercaron mucho a su máximo pico de octubre.: Gabriela Cerrano sumó 71.860 (27,59%), Claudio del Pla llegó a los 70.309 (27,14%) y Arturo Borelli fue el que más sufragio cosechó con 74.854 que representó el 30% de los votos.

Restaba ver lo que ocurriría con la interna justicialista que, finalmente, terminó por abonar la tesis del mismo PO. Esa tesis había sido explicitada a mediados de octubre cuando distribuyó un documento en donde, entre otras cosas, concluían que las internas del PJ se mantendrían hasta noviembre y que a ellos correspondía aprovechar las mismas. “Es muy difícil que toda una serie de fracciones que quedaron fuera o sin chances efectivas de entrar, se movilicen por la lista oficial”, decía el texto con respecto a la situación del justicialismo. Fue lo que terminó ocurriendo y el justicialismo no pudo mantener la suma de los votos alcanzados en septiembre: los 79.218 cosechados por el PJ en la categoría senador en las PASO de septiembre se redujeron a 59.101 (22,69%); los 72.799 votos que las 12 listas justicialistas de septiembre cosecharon en la categoría diputados se redujeron a 45.266 (17,47%); mientras los 61.815 cosechados por las 15 listas de la categoría concejal durante las PASO de septiembre se redujeron ayer a 47.291 (18,95%).

El resultado está a la vista. Los resultados han condenado a Gustavo Sáenz al ostracismo político que es el peor enemigo de los políticos profesionales, el capaz de vencerlo porque lo  aleja permanentemente del Poder. Miguel Isa no ha quedado mejor parado: ha perdido el control de un resorte fundamental del aparato estatal municipal y también del PJ. Su prestigio de hombre fuerte del PJ, el capaz de evitar la disgregación interna, ha sufrido un golpe letal. Sólo el presidente de la Cámara de Diputados, Manuel Santiago Godoy, parece contar con algunas chances de sobrevivir al huracán. No tanto porque sus números fueran excelentes, sino, sobre todo, porque parece poder lograr consenso para seguir presidiendo la cámara.

Desafío trotsko

Para el trotskismo, mientras tanto, el proceso eleccionario representa un antes y un después. El antes estuvo caracterizado por ser una fuerza que lograba irrumpir en la agenda pública sólo cuando algún hecho traumático impactaba en los sectores cuya representación la izquierda reclama para sí. Cuando eso ocurría solía ser objeto de un enfoque mediático no muy halagador: ser presentado como un sector bienintencionado pero siempre deseoso de un tipo de sociedad que sencillamente no existe.

Desde ayer, esa situación se ha modificado. Como fuerza mayoritaria en el Concejo Deliberante tendrá peso legislativo propio y podrá contar con un número importante de cuadros políticos y técnicos para imponer una agenda política que ya definieron: derogación del impuestazo de Isa; eliminación de las exenciones impositiva a las grandes empresas; modificación al código de planeamiento urbano para reservar terrenos para viviendas populares; impuestazo a los grandes emprendimientos comerciales y hoteles de cinco y seis estrellas; concesión de agente financiero del municipio con la condición de que el agente se comprometa a otorgar un cupo de créditos a tasas promocionales; revisión de todos los contratos de empresas tercerizadas que le cobran al municipio más de  lo que cuesta hacer los trabajos por administración; control de gestión mediante asambleas mensuales en la totalidad de los barrios capitalinos.

Sobre cómo van a hacerlo es algo que todavía está por verse. Lo indudable, sin embargo, es que con el apoyo recibido en las urnas deberá alejarse de ese perfil bienintencionado para asumir la condición de una izquierda con posibilidades legislativas reales de protagonizar logros apreciables. Esos que son los que efectivamente las diferenciara de las fuerzas políticas a las que siempre denunció como enemigas del pueblo.