El Teatro del Huerto estaba como para sus mejores galas. Una estética partido político yankee -Republicano o Demócrata- pero en Salta. El convocante fue Juan Carlos Romero, trajo a Guillermo Durand Cornejo e hizo lo que Macri y su candidato salteño, Juan Collado, no hacen: pegarle a J.M. Urtubey. (Gonzalo Teruel)

Cerca de las 18:30 del martes, hora pautada para el mitin, el recinto estaba casi lleno y por los pasillos sólo caminaban apurados unos pocos demorados que recibían los últimos folletos, lapiceras e imanes del merchandising proselitista. También, como en cualquier lugar donde va Romero, había unos cuantos oparrones de impecables trajes negros hablando por celular y emulando a los personajes de “Men in black”.

En el escenario, desnudo por el telón descubierto, una pantalla gigante mostraba un sinfín de fotos con lo peor de la Salta de los últimos 8 años: las malogradas Cassandre Bouvier y Houria Moumni, la desaparecida María Cash, chicos wichís en extrema pobreza, manifestaciones de organizaciones sociales por las calles, el jefe de Policía Marcelo Lami empujando a docentes, y varias más. Fotos también tomaba, con un moderno teléfono y haciendo foco en la concurrencia, Aroldo Jesús Tonini. Acodado en el proscenio el escriba principal de El Tribuno, “Pepe” Sotelo, tomaba nota desde un costado.

A la izquierda, un enorme cartel con la imagen del ex gobernador y la leyenda “Romero 2015”. Sobre el costado derecho y adelante, un atril y un micrófono esperaban los discursos. Los parlantes acompañaban la puesta “Made in USA” y transmitían música de raíz norteamericana: un insoportable hip hop que repetía hasta el hartazgo “aguante romerito”. En pocos minutos el último y efímero Secretario de Prensa de la anterior gestión provincial, Iván Romero, tomó la palabra y explicó el motivo de la convocatoria: la presentación del Programa de Emergencia Provincial que elaboró el romerismo con el aval de otras fuerzas locales.

Escucharon y, un poco, se entusiasmaron las personas que casi completaban las dos plantas del teatro. Chicas lindas, viejas fieras y peronistas que habrán militado con Roberto Romero, ocupaban la parte baja. Arriba, en la tribuna, había algo menos de gente pero hacían más ruido con dos cantitos: “volveremos/volveremos/volveremos a ser gobierno/como en el 83” y “Romero conducción/Romero conducción”. Sólo cuando el silencio le ganaba al repique de un par de redoblantes, desde abajo se respondía al grito de “Jucaro/Jucaro” en la voz de, justamente, Los Jucaros, un grupo juvenil más o menos organizado y uniformado con remeras rojas y la obvia leyenda “Romero 2015”.

En primera y segunda fila se saludaban y esperaban a Juan Carlos, hombres y mujeres del elenco estable romerista: Ricardo Alonso, Julio y Alejandro San Millán, Juan Carlos y Socorro Villamayor; los sindicalistas Jorge Guaymas y José Ibarra; el economista Julio Moreno y la jueza Cristina Garros; Silvia, Juan Esteban y Betina Romero; estaban además varios diputados: Mario Ábalos, Liliana Mazzone, el olmedista Carlos Zapata, y Rubén Alberto Cabana que venía de confirmar en la Legislatura su retiro de la bancada del PJ para sumarse al romerismo desde el monobloque “17 de Octubre”. La única ausente: la injustamente maltratada Sonia Escudero.

Iván Romero volvió a tomar el micrófono y pidió un aplauso de bienvenida “para los señores candidatos a gobernador Alfredo Olmedo y Juan Carlos Romero”. Acompañados por Guillermo Durand Cornejo y algún colaborador de menor valía entraron por atrás, no por la puerta central sino por la de la izquierda, y fueron saludando con un apretón de manos o un beso a los que se les acercaban.

La ceremonia no demoró demasiado. Tomaron su lugar en primera fila mientras subían al escenario los integrantes del “Comando Capital” para sentarse tras una mesa que terminó quedando algo chica. Una vez ubicados Tonini, Raúl Romeo Medina, Adriana Portal, Ángel Torres, Ale San Millán, Silvia Romero, Susana Urrestarazu, Emilio Fayón y Rodrigo Monzo, el maestro de ceremonias leyó un breve documento en el que se enumeró el contenido del “Plan de Emergencia”.

Sin solución de continuidad, comenzó la seguidilla de discursos. Olmedo fue el primero. Estaba nervioso y confundía lo que quería decir con lo que en realidad decía. Las palabras se amontonaban en su boca y su mensaje sólo fue entendible por lo previsible de su contenido. El ex diputado estaba nervioso y solo: ni una sola remera amarilla podía encontrarse entre el auditorio. Sólo la gorrita de la concejal Romina Arroyo y la mirada paternal de Zapata representaban al olmedismo.

Sin mayor rigor, mezcló los problemas de seguridad con el narcotráfico y las adicciones. Habló de “la familia” y de modo infantil lloró al mencionar a su padre “que tiene casi 80 años y todavía trabaja”. El cierre de su alocución fue payasesco: parafraseó a John Fitzgerald Kennedy y pidió “no preguntarse qué país le dejamos a nuestros hijos, sino qué hijos le dejamos a nuestro país”.

Le siguió el capanga de la CGT, Jorge Guaymás, que no mejoró mucho el nivel de la exposición. No puso una sola “ese” en todo el discurso y también mezcló seguridad con adicciones. Sus palabras tuvieron, sin embargo, buena recepción. Sobre todo cuando llamó a terminar con “los planes descansar” y generar “trabajo de verdad”. Para concluir, el camionero avisó que trabaja “con el movimiento obrero para ser intendente”.

Llegó el turno de Javier David. Su mensaje fue claro pero apagado. Puso énfasis en la necesidad de asignar mejor los recursos públicos y cuestionó la falta de gestión del gobierno de Juan Manuel Urtubey. Lo mismo hizo Ricardo Villada que retomó la idea del “consenso entre las distintas fuerzas de oposición” y pidió tomar iniciativas como “el programa del Primer Empleo que propone Sergio Massa”. Además, acusó al urtubeicismo y levantando la voz dijo que “ellos son el pasado”.

Esa idea fue retomada por Guillermo Durand Cornejo que lamentó el desgobierno y el abandono en el que se encuentra Salta “por culpa Urtubey y del gobierno kirchnerista”. Fue el más aplaudido y recibió la celebración del auditorio cuando dijo “el changuito que nos gobierna… el changuito que nos gobierna sigue pensando ser presidente pero yo me pregunto cuándo va a pensar en ser gobernador”.

Por última vez, Iván Romero tomó la palabra y llamó al escenario “al futuro gobernador de Salta, el compañero Juan Carlos Romero”. La gente se paró y aplaudió unos 2 minutos.

Relajado, Romero acomodó el micrófono y se dejó servir una copa de agua. Empezó a hablar y saludó a Los Jucaros que volvieron con el “Romero conducción/Romero conducción”. Las palabras del senador fueron claras y directas. Muchas críticas al gobierno que “reparte casas entre los funcionarios, amigos y parientes” y que “no es capaz de proveer de agua y luz al norte de la provincia” porque son “corruptos e ineficientes”.

Romero se mostró, no obstante, componedor y aclaró que en su próximo gobierno “no habrá ni enfrentamiento ni revancha, sino diálogo”. Prometió que en su futura gestión construirá “25 mil viviendas en 4 años y urbanizará 50 mil lotes para solucionar, en gran medida, la falta de viviendas en la provincia” y que “descentralizará la administración pública”. “El Ministerio de Minería que vamos a crear va a estar en San Antonio de los Cobres, el de Hidrocarburos en San Martín, y el de la Producción en Orán. En Capital estarán algunas secretarías”, detalló.

Después de 20 minutos de perorata, advirtió que “no nos van a correr con la vaina” y retomando las palabras de sus antecesores aseguró que “a quienes dicen que somos el pasado, les digo que aquel pasado era mucho mejor que éste presente”.

Los aplausos y los cánticos dieron por terminado el evento. El “Comando Capital” había dado un buen paso: convocó a la dirigencia barrial y está le respondió. Juan Carlos volvió a besar viejas y a alzar chicos. Sus punteros le pidieron casi como súplica que los vaya a visitar a los barrios porque “es el único que puede hacer algo”.

Con su eterna y pícara sonrisa, Raúl Romeo Medina prometía organizar esas reuniones territoriales “esta semana”. Entre abrazo y abrazo, le dijo a Cuarto Poder que “en Capital estamos muy bien, estamos entre 15 y 20 puntos arriba”. “En el norte está más difícil pero con Olmedo y Juan Carlos recorriendo podemos recuperarnos”, agregó. Faltan 6 meses para las elecciones y todo puede cambiar pero los números mencionados por Medina no se distancian demasiado de los sondeos realizados por algunas encuestadoras.