Rosalyn y Verónica son educadoras que realizan un ciclo de charlas y actividades artísticas en torno a violencia de género y relaciones de pareja en la adolescencia. Las intervenciones se realizan en colegios los días sábados y asisten jóvenes desde los 12 años. (Gastón Iñiguez)
“Tratame bien” es un proyecto socio-cultural que el INT financia a través de una beca. Incluye talleres, charlas y performance sobre violencia de género. Es un espacio de reflexión que propone herramientas necesarias para mejorar los canales comunicativos. Tiene como objetivo detectar la violencia invisible, estimulando el desarrollo perceptivo. Se utiliza la “performance”, presentación de artes combinadas, como herramienta para recrear, manifestar y sobre todo concientizar a los jóvenes, de una problemática que viene creciendo cada vez más en nuestro medio.
Verónica Cruz, es licenciada en trabajo social, oriunda de Buenos Aires y radicada en Salta hace cinco años. Comenzó a formar la idea de este proyecto en el año 2014, cuando ocurrió el femicidio de Noelia Johana Rodríguez (22 años) en la localidad de Guachipas; en ese momento Verónica decidió que era necesario hacer algo que ayudara a evitar la muerte de otras mujeres y atacara la problemática desde su origen en la escuela, cuando los jóvenes comienzan a relacionarse, ayudando a identificar el acoso moral que está presente desde temprana edad.
“El objetivo general de este proyecto es identificar la conducta perversa que se da en una relación de pareja y poner en evidencia los mecanismos que se filtran a través de los micromachismos en el comportamiento de las personas. Esto se conoce como -violencia invisible- y es la antesala al daño físico”.
El acoso moral está dado por distintos factores entre ellos la discriminación, la mentira, humillación y por sobre todo el discurso paradójico que no es otra cosa que una forma perversa de comunicación donde se dice algo a nivel verbal y se expresa lo contrario a nivel no verbal. El discurso paradójico está formado por un mensaje explícito y por otro mensaje sobrentendido, sobre el cual el agresor niega la existencia.
Verónica inició este proyecto como un ciclo de charlas únicamente pero sobre la marcha pensó en otras formas de comunicar el mensaje; más aún cuando se trata de jóvenes, es indispensable contar con nuevas herramientas que permitan incentivar la cooperación, solidaridad y colaboración dentro de la escuela, la familia y la sociedad. Es ahí donde entra Rosalyn.
Rosalyn Ruiz es profesora de danza y tallerista en los Centros de Actividades Juveniles (CAJ). Oriunda de Santa Cruz, Bolivia y radicada en Salta hace ya unos años. Siempre tuvo la inquietud de poder trabajar la temática de violencia de género con jóvenes a través del movimiento.
“Usando el cuerpo aprendemos respeto por el espacio del otro; el juego, la danza y el teatro son vías por medio de las cuáles trato de despertar en los chicos el interés por reconocer situaciones de violencia y qué hacer ante ellas. Aprenden a reconocerse a sí mismos y encontrarse para poder discernir como quieren ser tratados y como ven a los demás”.
“Dado que las conductas, actividades y funciones de las mujeres y los hombres son culturalmente construidas, debemos darle un mayor protagonismo en cuanto ente activo al lenguaje, como herramienta que pueda ir modificando, en un grado importante, nuestra visión del mundo.
Hacemos hincapié en la recuperación de la capacidad de comunicación relacionando a dos géneros bajo una perspectiva de respeto, escucha y tolerancia. Es importante prevenir e informar, contrarrestando todas las formas de mensajes y actitudes machistas aprendidas cotidianamente, disminuyendo así las relaciones de desigualdad en una pareja.
Este proyecto propone brindar una manera diferente de encuentro, equilibrando al ‘Ser’ Hombre-Mujer en un mismo plano físico y emocional. Con valores idénticos que harán que el crecimiento personal sea más uniforme”.
Las intervenciones se desarrollaron hasta el momento en dos colegios públicos de la ciudad en articulación con los Centros de Actividades Juveniles que brindaron el espacio para poder trabajar con los jóvenes fuera de la estructura curricular que se imparte en la semana. La recepción es de lo más diversa; hay muchos que no ven la utilidad en cambiar el trato que tienen con sus compañeros y compañeras o que sienten que no es importante hablar de sexualidad y relaciones en el ámbito de la escuela, en este punto se siente mucho el peso que tiene la religión en la educación y que obstaculiza la enseñanza de la educación sexual; no obstante, en términos generales, la mayoría asimila inmediatamente que existen ciertas situaciones que no son normales en el trato cotidiano.
Rosalyn añade para finalizar “la prevención evita que los chicos lleguen a un punto de violencia ya que estas actividades permiten incorporar herramientas que sirvan de alarma ante la posibilidad de un acoso o abuso por parte de otros”.