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Tierra de narcos

A tres semanas del brutal asesinato del panadero Luis Nino, enterrado vivo en Salvador Mazza, las hipótesis se suceden aunque los datos menos ventilados estremecen. Hay quienes aseguran que un policía entregó al joven. (Aníbal Roldan)

Hasta la semana pasada varios aseguraban que el móvil del crimen del panadero fue un ajuste de cuentas. Esta hipótesis se escuchó con fuerza. Fue diario El Tribuno que la reforzó desde sus páginas: “los pasadores hicieron desaparecer un cargamento de 250 kilos de cocaína perteneciente a un clan narco de Yacuiba y cuyo jefe ordenó secuestrar a Calvimonte, uno de los pasadores que ahora está detenido. Este hombre, para salvar su vida, se habría comprometido ante el jefe narco boliviano a descubrir dónde estaba la droga que habían pasado en cargamentos más pequeños y había sido acopiada en Salvador Mazza”, publicaron.

La filtración de información en la causa, que supuestamente tiene secreto de sumario, no quedó ahí. En la misma nota el matutino no insinuó con sutileza periodística sino que se atrevió a decir que el caso estaría casi resuelto. Y si bien es conocida la fluida relación del diario romerista con la policía, la rápida afirmación disparó algunas dudas respecto a una posible intención de cerrar el  rumbo de investigación de otras hipótesis.

Antes de revisar las otras opciones, detengámonos en la que más se escucha: Luis Nino sería parte de un grupo de pasadores de cocaína y según se especula, Calvimonte (uno de los detenidos) venía pidiendo a Nino que le prestara dos kilos de merca porque las necesitaba para hacer un negocio a lo que el panadero se negaba. Ante la insistencia logró convencerlo y al recibir los dos ladrillos fue directamente a visitar al narco de Yacuiba. Allí, comprobaron de que esos dos paquetes pertenecían al cargamento que los pasadores habían “mejicaneado”. Con esto, el narco boliviano ordenó que lo secuestraran y luego lo asesinaran.

Lo que no quedaba claro era quién era el narco oriundo de Yacuiba. Según  pudo averiguar este semanario se trata de Ceésar Burgos, un hombre conocido por estar en el mundo del tráfico de drogas desde hace años e incluso de un narco beneficiado por el exjuez Federal, Raúl Reynoso.

La última vez que su nombre tomó relevancia pública fue luego de la caída de Reynoso; además, a fines de 2016, apareció vinculado al operativo realizado en la finca “Los Rosales”. En esa oportunidad la policía persiguió a una avioneta que finalmente terminó arrojando 5 bultos con aproximadamente 200 kg de cocaína en una finca en el límite entre Santiago del Estero y Salta.

Otras versiones

Hay dos hipótesis más. La versión cercana al entorno de Nino señala que lo asaltaron y como se resistió le dieron una brutal golpiza que se les fue de las manos y no les quedó otra que enterrarlo. Sus familiares desmienten categóricamente que el panadero fuera narco y aseguran de que se trataba de un hombre de bien, que trabajaba todos los días y tenía familia.

Otra versión, tan verosímil como la primera, es que Luis Nino en su recorrido habitual por diferentes recovecos de los 48 barrios de Salvador Mazza vio algo que no tenía que ver, le comentó a la policía y esta dio aviso a los narcos que lo mandaron a matar. En esta hipótesis, la policía habría mandado a matar a Luis Nino.

Según fuentes que prefieren el anonimato, la policía tendría mucho que ver con la muerte y la prueba de ello es que tras la aparición del cuerpo se tomó la decisión de separar a más de la mitad de la comisaria 40 de Salvador Mazza.

Según la misma fuente, no sería una reprimenda el cambio sino que estaría vinculado a salvarguardar a una banda de policías que actúan con narcos de la zona y la hipótesis señalada al principio no sería otra cosa que una versión para desechar cualquier posibilidad de investigación a esta banda que opera no sólo con los pasadores de cocaína sino también con garantizar una zona liberada para que delincuentes roben vehículos y luego los cambien en Bolivia por cocaína.

Todavía se encuentran detenidos: Parada, propietario de la finca; una joven de 30 años, de apellido Cuellar (pareja de Parada), quien estaba con él cuando los policías allanaron su vivienda; el cuidador de la finca, un hombre apellidado Aleman; Gonzáles, un hombre que cuenta con antecedentes policiales y que fue señalado por Aleman, y Calvimonte, un conocido adicto de la zona.