Falleció la salteña activista trans Lohana Berkins, pionera en la lucha por la identidad de género. Reproducimos una nota con ella cuando disertó de las II Jornadas Nacionales de Psicología y Derechos Humanos, organizadas por el Colegio de Psicólogos de Salta.
En el marco de las II Jornadas Nacionales de Psicología y Derechos Humanos “Los Derechos Humanos del Siglo XXI”, organizadas por el Colegio de Psicólogos de Salta, disertó Lohana Berkins, una de las principales dirigentes de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT).
La nota publicada en este medio en 2013 fue escrita por Javier Ricardo López y la reproducimos a continuación:
Berkins, de vasta militancia política y experiencia en la lucha por el acceso a los derechos humanos de los y las travestis, llegó a Salta para disertar en el Simposio “Cultura, Educación, Diversidad Sexual e Identidad de Género. El arte para la transformación social”, con su ponencia: “Cuerpos, géneros, sexualidades”.
Lohana, fue una niña expulsada de su hogar a los 13 años por sus padres y discriminada por la directora de una escuela que fracasó en su idea de impedirle estudiar. Llegó a Salta Capital, participó de los carnavales en la mítica murga “Los Caballeros de la Noche”, viajó a Buenos Aires,estuvo presa siete años por ser travesti y a pesar de ello, o por ello, su avidez por la lectura le abrió un mundo para transformar. Finalmente hoy y más allá de las adversidades, es señalada como una de las principales “dirigentas” del movimiento travesti a nivel nacional e internacional.
En diálogo con Cuarto Poder, la Responsable de la Oficina de Justicia, Identidad de Género y Orientación Sexual y Fundadora-Presidente actual de la Primera Escuela Cooperativa para Travestis y Transexuales “Nadia Echazú”, dejó entre otros conceptos la certeza de que el 80% de las travestis se descubre entre los 8 y los 13 años “y la mayoría son expulsadas de su hogar, como fui expulsada yo. En Buenos Aires fijate que el 80% de las travestis son provincianas y la mayoría del Noroeste de la Argentina. Del logro que más me enorgullezco es que muchas travestis hemos dejado de ser víctimas pasivas para ser víctimas activas. En la medida en que nosotras vamos cambiando, la sociedad va cambiando. Y es porque nosotras nos volvimos sujetas peligrosas. Primero sujetas de conciencia, después sujetas de derecho y sujetas demandantes. Por ejemplo, yo decidí terminar el secundario. La directora, cuando fui por primera vez, me dijo que no había vacantes. Mi logro en lo personal fue decirle: ‘mire señora, revea su situación porque yo le voy a iniciar un juicio que usted no se lo va a olvidar jamás’. Ese es el cambio, obligar a todo un colegio a convivir, o por lo menos a respetar a una travesti y la experiencia es maravillosa. Fui elegida como delegada para el Consejo de Convivencia, fui la más popular del colegio. Las compañeras travestis también lo van haciendo. Unas chicas tomaron un hotel donde trabajaban y eran muy explotadas: esas son sujetas demandantes. Le están diciendo al Estado: primero, no nos van a poder atropellar tan fácilmente porque tenemos derechos. Y segundo, quiero dignidad de derechos como cualquier otra persona”.
Lamentablemente la prostitución sigue siendo la única alternativa para las travestis. Lohana se pone seria y reflexiona: “Nosotras no podemos hablar de que acá se elige la prostitución. Porque no se elige. No la elegimos. Se podría hablar de elección si pudiéramos acceder a trabajos comunes. Entonces sí, yo opto y puede que sea todo tan democrático que esté eligiendo prostituirme. Pero no es el caso de las travestis, que no tienen otra alternativa. Y el efecto más lamentable, más que la prostitución, es que nosotras no podamos concebir el travestismo sin la prostitución, nosotras nos constituimos en la prostitución, no para la prostitución pero sí en la prostitución. Primero pensaba que la prostitución era un hecho que dependía totalmente de mí, que yo decidía ir y pararme en la esquina. Un día dejé de estar alienada y me di cuenta de que la prostitución no era un hecho fortuito, alimentado y creado por mí, sino que tenía que ver con un hecho mucho más perverso sostenido por todo un sistema. La prostitución es causada por la pobreza y la corrupción del Estado”.
La Berkins nació hombre pero eligió ser mujer. La pregunta no se dejó esperar ¿Cómo entendés el machismo? Ella se ríe y contesta que es doblemente Judas. Por qué? “Los hombres sienten que nosotras somos traidoras al patriarcado, porque teniendo el pene, el símbolo, renunciamos al poder. El segundo cuestionamiento viene por rechazar la imagen de mujer que propone esta sociedad. Lo que a mí me pasa en la vida, me pasa justamente por llamarme Lohana y por portar el estandarte de la imagen femenina. Porque si yo me hubiera quedado como un gay clase blanca, con título universitario, no me hubiesen pasado las mismas cosas. En todos los ámbitos de su problema -la mujer negra, la mujer lesbiana, la mujer prostituta, la mujer que abortó, la mujer profesional- la mujer tiene una historia parecida a la nuestra. Los que no me conocen esperan que venga el estereotipo de la travesti y se encuentran con otra cosa. Empecé a romper con el estereotipo cuando empecé a vivir como quería. Las travestis me dicen que parezco una lesbiana. Ellas están ahí con sus tacos y yo sin nada. Ese imaginario que ellas tienen de una lesbiana también es un problema. Estamos tan encasilladas”.
Después de la ley de identidad de género sancionada en mayo de 2012 -única ley de identidad de género del mundo que no patologiza la condición trans-, sigue la historia y Lohana así lo entiende. Sabe que una ley mágicamente no va a cambiar mucho, pero es una puerta para ampliar los márgenes de nuestra ciudadanía y poder así ampliar la democracia.“A nosotros no se nos niegan ciertos derechos, lo que no se garantiza es el acceso a esos derechos, como la salud, vivienda y trabajo, entre otros. También existen otros sectores en esta situación como por ejemplo, los que están por debajo de la línea de pobreza o ciertas desigualdades que aún existen en el caso de las mujeres. En el proyecto en que trabajamos nosotros definimos a las personas intersexuales, travestis, transexuales y transgénero como un colectivo estigmatizado y altamente vulnerado en todos sus derechos fundamentales. A pesar de los avances que se han dado en los últimos años en nuestro país, aún no estábamos siendo reconocidas legal y registralmente. Existe mucha disparidad legal y de criterios entre las provincias. En nuestro caso, lo que no funciona es el sistema de reconocimiento, de compensación y esto tiene consecuencias concretas en la vida cotidiana. El Estado debe inmutarse frente al modo en que la sociedad nos naturaliza sólo para la prostitución y no nos ve como fuerzas productivas y productoras. Muchas veces me invitan a congresos y pretenden que yo diserte y de un testimonio desgarrador, pero no, yo les vengo a decir otra cosa, seguir luchando por cambiar la sociedad. Digo siempre que en las escuelas se enseña educación sexual heterosexual pero no se habla de diversidad. El estado nos atiende. Nos dice está todo bien pero aquí no me mariconees.
Berkins está convencida que el problema es que a la comunidad trans le limitan el acceso a un trabajo digno. Por otro lado, los derechos de las niñas y niños travestis también son desconocidos aunque existan leyes y pactos internacionales de protección a la niñez y a sus derechos. Piensa que se debe considerar que el travestismo se asume ya a los 8 años y 10 de edad en Latinoamérica y esto implica la expulsión de hogares, de las escuelas, ser víctimas sistemáticas de los edictos contravencionales, que operan como un modo de regulación de nuestros cuerpos, de asesinatos o mueren como consecuencia del SIDA. No se las reconoce por cuestiones de prejuicios, de una falsa moral o de una pretendida moral. Lo que no funciona, a diferencia del resto, es el sistema de reconocimiento.
“No tenemos compensación ante una violación de nuestros derechos como ciudadanas y ciudadanos. Nos topamos con el prejuicio de un funcionario y somos estigmatizadas como violentas, putas, exhibicionistas. Este es un país donde habría que discutir ciertos términos y preguntarse, por ejemplo, ¿qué es lo que lleva a una persona a desnudarse prácticamente en la calle con tres grados bajo cero? ¿Cuál es la causa? ¿Pudo elegir con libertad su destino? Sin embargo, cuando los grandes productores del campo, deciden derramar leche como presión para obtener mayores beneficios económicos, en la mayoría de la sociedad “el poder de la avaricia” no causa el mismo impacto de rechazo. Nosotras somos agredidas en nuestra vida cotidiana, tanto como cuando vamos a comprar el pan como cuando estamos esperando un colectivo. Sí, es cierto, hemos avanzado tenemos una cooperativa, una revista. Fue promulgado el matrimonio igualitario, pero aún hace falta mucho… En el sistema capitalista y patriarcal sólo se puede ser hombre o mujer en el esquema sexo-género que implica que a una condición biológica le corresponde un determinado rol social y un deseo; mujer madre y ama de casa. Esta sociedad se pone un poquito permisiva y dice: pueden ser gays o lesbianas y además, casarse. Y justamente el travestismo viene a producir un quiebre. ¿Por qué tengo que elegir entre los dos géneros, como si estos géneros fueran la panacea del mundo, uno por opresor y la otra por oprimida? Cuando hablamos de identidad decimos: la biología no es un destino y la identidad se construye desde distintos lugares, está incidida por un contexto económico, político, cultural…las trans no estamos por fuera de esto. Nosotras somos despojadas de nuestra identidad desde muy niñas y renunciamos a ser varones. El único lugar que nos dejan es el de ser mujer y la identidad trans es una identidad propia. Las y los trans venimos a producir un quiebre en la lógica binaria. El travestismo no es haber nacido en un cuerpo equivocado. Hay que preguntarse ¿cuál debería ser el cuerpo correcto? En el mundo existen miles de corporalidades y además la ideología me constituye. El ser travesti no determina homogeneidad ideológica ni cultural, aunque toda la sociedad sea alcanzada por una ideología y una cultura hegemónica y a la vez, el resultado de todo eso.
Lohana ve en los apodos de la sociedad patriarcal huellas del rechazo y del lugar asignado que les dejan… “Nos tratan de manera peyorativa. Recuerdo siempre el comentario, “mirá, se parece a un jugador de Central Norte”. Y fijate que la fuerza no tiene género. Hablar de género mujer es un constructo. Se generan fenotipos de personas. Es que nosotras no caímos de un “planeta Travestilandia”, somos fruto de la cultura donde hemos nacido y parte de esa industria cultural y la sociedad tiene que hacerse cargo de lo que produce. Dentro de esa cultura existen diversas formas de ser travestis. No estamos fuera de la cultura. Como salteña puedo ser una señora conservadora, ir a la misa de nuestra señora del Milagro todos los 15 de septiembre y saber que si la empanada no lleva papa no es empanada. Lo que hay que garantizar es el acceso al derecho. Se trata del derecho que tenemos de vivir de acuerdo a nuestros parámetros, la sociedad ha ido naturalizando estereotipos. Por ejemplo, Mauricio Macri no reparó en epítetos contra los inmigrantes y frente a un discurso discriminador como este, hay que preguntarse, siempre, a quién beneficia. Jamás me atrevería a decir cómo son nuestras travestis. Hay travestis de derecha que yo misma combatiría. Con esto quiero decir que más allá de la condición de clase, de ideologías, lo que reclamamos es que se reconozca nuestra identidad. Respecto a la sociedad, decimos, no le pedimos nada a la sagrada mayoría heterosexual, porque nosotros somos parte de “esa sociedad”. El nivel de conciencia de nuestra problemática corporativa y conocimiento del sistema en el que vivimos nos diferencia del resto de organizaciones similares en Latinoamérica. Tenemos experiencia y estamos politizadas. Hemos dejado de ser sujetas pasivas o únicamente victimas para producir nuestros cambios y todos los que hagan falta. De nuestra práctica y vivencias producimos teoría, conocimiento. La exclusión actual no es producto tan solo de ser travesti, sino de ser travesti y pobre. La ley que defendemos y obtuvimos no resolverá el problema estructural, pero es un avance”.