En un local de comidas ubicado en Av. Entre Ríos se metieron a afanar tres veces en un mismo día. Se llevaron hasta el fernet de muestra. Mientras la cámara de seguridad del 911 colocada al lado no registraba nada porque, como tantas otras, no funciona.

50 millones de dólares es lo que la provincia se comprometió a desembolsar por un sistema de seguridad orwelliano que con el tiempo demuestra su ineficacia, porque son no una ni dos las cámaras que no funcionan, sino muchas. En todo caso funcionan tanto como un letrero que diga “cuidado con el perro”, cuando no hay perro en la casa. Son simples señuelos, espantapájaros tecnológicos.

Que te entren a robar una vez puede pasar, más de una vez ya es mala suerte, pero tres veces en un mismo día es demasiado. Esto fue lo que le pasó al dueño de una parrillada, quien denunció que pese a tener una cámara del 911 a 20 metros, lo mismo se metieron por la mañana del lunes (día en que cierra el local) y se llevaron $9000 de la caja registradora, tres equipos de música, un CPU, una notebook. No contentos con esto, también se afanaron el escabio, un whisky, un par de vinos y hasta la botella de muestra de fernet de 5 litros. “Vino la Policía Científica y dijo que habían encontrado dos huellas en el vidrio roto y en una botella de vino, pero no en la bodega que tiraron, ni la caja registradora. Me parece totalmente irrisorio. Hice la denuncia a las 14 en la comisaría 5 y luego me fui a casa y después seguí haciendo diligencias”, dijo el denunciante.

Ese día por la tarde se metieron de nuevo: “Venía por la avenida Entre Ríos y Maipú, tras averiguar precios para colocar cámaras de seguridad en el restaurant y recibí otra llamada de la empresa de alarmas porque se había vuelto a disparar. Tras el primer robo yo había puesto un cartel contra la ventana, apoyado con una mesa y sillas arriba. Esta vez los ladrones habían corrido el cartel. Vino un móvil, pero, por suerte, no habían logrado robar nada. Desde la comisaría me dijeron que iban a colocar un patrullero afuera”.

Eso no fue todo, por la noche, los chorros ya cebados, insistieron: “a las 12.05 me llamaron avisándome que habían entrado a robar de nuevo. Esta vez habían roto otro vidrio de la ventana. Se llevaron la caja registradora vacía y un microondas de la cocina”, dijo con gran indignación. “Volvieron los patrulleros y los policías me dijeron que tenían que esperar a la Policía Científica. Sentí que estaban bromeando y fui a hacer la ampliación de la denuncia. El gerente de la empresa Argos tuvo la gentileza de poner un móvil aquí hasta las 10 de la mañana. Por el momento puse más luces. Colocar cámaras de seguridad dentro de la parrillada tiene un costo de 20 mil pesos, cuando la seguridad me la tiene que brindar el Gobierno”.

Mucha cámara, mucha tecnología, pero los resultados aun no se observan.