Presentamos la versión ampliada de los fundamentos del proyecto del diputado Cornejo, que apunta a proteger culturalmente a San Lorenzo de “prácticas culturales foráneas” de la capital salteña y el mundo ante la ciega fuerza arrasadora de la tecnología y los modernos medios masivos de comunicación”. (DOM)
La fundamentación escrita por el diputado Cornejo sobre el proyecto de declarar al Municipio San Lorenzo “RESERVORIO CULTURAL PROVINCIAL DEL CANTO COPLERO”, tiene algo de prosa poética. “Poética”, en el sentido en que maestra de primaria podría entenderlo: mucho bla blá, muchos jueguitos de palabras, que no dicen nada. El primer párrafo es un claro ejemplo: “La Cultura, entendida como una trama de significaciones que el mismo hombre teje, es un conjunto de textos que conforman la memoria colectiva de una comunidad. Esta memoria se reorganiza permanentemente. Sin dejar de ser ella misma, y sin interrupciones, permite la actualización de códigos particulares, que junto con la incorporación de nuevos conocimientos, garantiza el aumento del volumen de la memoria”, dice este párrafo, que además de ser mala prosa poética, también va en contra de lo que Cornejo propone.
Después, sí, Cornejo empieza a construir esa muralla para aislar a San Lorenzo, para hacer de San Lorenzo algo así como un Jurassic Park de la copla. “La post-modernidad, con su tan criticada globalización, ha producido un “efecto de empequeñecimiento” del mundo, e invadido ciudades y naciones, modos de vida, de trabajo, de ser, de pensar y de imaginar, provocando en su avance “uniformizador” un flujo cultural acelerado y la consecuente destrucción de la memoria colectiva de los pueblos”.
Ya en el cuarto párrafo deja de lado un poco el chamuyo y dice algo más concreto, con lo que tal vez se puede estar de acuerdo: que las coplas son parte de nuestro patrimonio, que corren peligro de extinción sin relevamiento (en realidad el diagnóstico podría servir también para tantas otras disciplinas musicales). Por eso, “es que nos propusimos el rescate músico-literario de sus distintas especies, en cada localidad, en la totalidad de la provincia de Salta”.
Sin embargo, el proyecto sólo habla de San Lorenzo. Cristóbal trata de sortear este lapsus indicando que su proyecto sería demasiado ambicioso y amplio y por eso asegura que lo de San Lorenzo es sólo el comienzo. Y empieza por ahí porque “por su cercanía al centro urbano más grande de la Provincia es el que corre mayor riesgo de pérdida de su memoria colectiva” (sic).
Hacer un relevamiento de las coplas en la provincia no estaba mal, aunque ya se hizo, hay antologías, trabajos de profesoras universitarias. Un nuevo relevamiento audiovisual no vendría mal. Y sólo si se hace a nivel provincial tiene sentido y no es tan ambicioso: alcanza con hacer trabajar a unos ñoquis o destinar ese dinero a personas idóneas para hacer el trabajo.
Cuando Cornejo decide circunscribir el trabajo a San Lorenzo -de donde suponemos es oriundo- tira todo el proyecto por la borda, más allá de que él asegure que San Lorenzo “además de sus bellezas naturales, posee historia y tradición cultural”. ¿Por qué la historia de San Lorenzo es más importante que la de La Poma o Cafayate? Y este último también es lugar turístico y ha tenido un crecimiento exponencial y tiene un contacto permanente y continuo con “culturas postmodernas”.
“Despertar la conciencia (individual y comunitaria, especialmente entre los actores vivenciales) o acrecerla -según los casos- de la inestimable riqueza de esta franja popular, auténtica depositaria de la cultura tradicional argentina, particularmente en el llano y alturas de la región NOA, con especial énfasis en nuestra provincia (Gauchos y Pastores de altura) De esta medida se deriva natural y espontáneamente, la voluntad de conservación y rescate, ante la ciega fuerza arrasadora de la tecnología y los modernos medios masivos de comunicación que, a la vez que aportan los indudables beneficios del progreso, significan en muchos casos la irrecuperable pérdida de valiosos e irremplazables reductos de sabiduría empírica ancestral de nuestra Argentina profunda”, dice Cornejo, en tono solemne.
Finalmente vuelve a ampliar el proyecto, diciendo que es sólo el disparador para realizar similares relevamientos “aún abundantes en nuestros campos: Narrativa (mitos, leyendas, casos, cuentos, adivinanzas, etc.), Danzas, Destrezas (amanse de animales, particularmente equinos, fabricación de instrumentos, cultivos, etc.)… Artesanías (cuero, lana, alfarería, canastas, madera, etc.), Gastronomía en general (recetas, conservación de alimentos, construcción de artesas, silos, zarzos, etc.).-
El proyecto de Cornejo generó un gran malestar en el campo cultural salteño. Y gran parte de ese malestar se debe a los usos peligrosos y poco definidos de algunos conceptos y a la idea de “esencia cultural” que Cornejo termina atribuyendo a los habitantes de San Lorenzo. Esta idea de esencia cultural ha sido muy cara en la historia de la humanidad y es tremendamente molesta cuando es presentada por un Cornejo, con toda la carga que ese apellido tiene en Salta, en el marco de un gobierno que enarbolando las banderas de la tradición perpetúa el nepotismo de unas cuantas familias que se sienten privilegiadas para decir qué salteñidad es válida y cuál errónea.
Si se hubiera limitado a plantear el relevamiento en toda la provincia nadie hubiera dicho nada. Como mucho, se le hubiera recordado que ya hay varios libros que recopilan coplas y narraciones populares; incluso, que la Universidad Nacional de Salta tiene una biblioteca especializada.
El otro problema del proyecto es que tiene una idea de cultura como museo. No impulsa beneficios para los que cantan coplas ni proyecta actividades para ganar nuevos escuchas: busca empaquetar coplas en un libro, como si fueran fósiles.
También la idea de encapsular el tiempo, de pensar que todo lo pasado es mejor es nociva para cualquier cultura. Una cultura está en constante movimiento, siempre.
Y los peligros de extinción que padecen las coplas también las sufren otras expresiones musicales. Hay bandas de rock que no han dejado registro alguno en estos últimos años, más allá del recuerdo en los pocos que han podido escuchar esas bandas. Lo mismo pasa con otros géneros. Y con la literatura: los jóvenes escritores nacen en peligro de extinción, pues la mayoría ni siquiera tiene la posibilidad de publicar.
El proyecto de Cornejo sólo mira al pasado. Pero lo más importante para una cultura es tratar de planificar su futuro, sin descuidar su presente.