Una mirada sobre «Luca Prodan: libertad divino tesoro», la nueva biografía del inolvidable líder de Sumo. El libro escrito por el periodista Oscar Jalil se editó la semana pasada y ya se consigue en las librerías salteñas.
“Libertad divino tesoro”, la biografía que escribió Oscar Jalil, supera las quinientas páginas y completa definitivamente la historia de Sumo. Cierra el grupo formado por los libros “Un ciego guiando a los ciegos” y “La jungla del poder”, el número especial de la revista Rolling Stone de 2002 y el documental de Rodrigo Espina. Trabajos esenciales para entender la vida y obra de Luca Prodan.
Más que escritor, Jalil hace de director. Ensambla testimonios, datos y artículos de publicaciones pasadas formando un trabajo enorme en el que todos dicen lo suyo. Como “Soledad y compañía”, el libro de la colombiana Silvana Paternostro sobre García Márquez, “Libertad divino tesoro” cuenta una vida de manera coral, con pocas intervenciones del autor, privilegiando las citas textuales que, en algunos casos, se contradicen entre sí.
El libro hace referencia a todos los mitos surgidos alrededor de la figura de Prodan y los profundiza desde la óptica de personas que estuvieron en el lugar de los hechos. Compañeros de banda, amigos, familiares, novias, músicos, vecinos, periodistas y fans de esos años construyen colectivamente la vida de Luca, tomándose el espacio necesario para detallarla. Así salen a la luz momentos que habían quedado guardados en el círculo íntimo y sirven para mostrar a un hombre mucho más frágil que lo que se creía, algo que siempre se insinuó y comenzó a tomar fuerza desde la edición de los discos Time Fate Love (1996) y Perdedores Hermosos (1997). En esas canciones previas a Sumo, Prodan mostraba una faceta de cantautor folk sensible. En “Libertad divino tesoro”, Luca no sólo es frágil, sino que es despreciado por sus pares y atormentado por fantasmas en medio de una soledad desgarradora, triste y decadente.
Dos hechos se destacan como los culpables de los fantasmas a los que Luca combatía revoleando botellas vacías en medio de la noche: su paso por el colegio escocés Gordonstoun, que le provocaba una enorme añoranza por Italia y su familia, y el suicidio de su hermana Claudia, que se convierte en uno de los puntos más fuertes del libro gracias a la reproducción completa del artículo que da cuenta del hallazgo de los cuerpos, publicado el 10 de julio de 1979 en el diario italiano L’Unità. “Es mejor morir de droga que vivir así”, decía una de las cuatro cartas que Claudia y su novio dejaron en el auto en el que los encontraron abrazados. Se habían inyectado heroína después de conectar una manguera desde el caño de escape al interior del vehículo. Ese hecho, que marcó a Luca para siempre, ocurrió en el año en el que Neil Young editó Rust Never Sleeps, el disco que traía “My My, Hey Hey”, la canción que incluye la frase «it’s better to burn out than to fade away», que podría traducirse como “es mejor arder que apagarse lentamente”, y fue utilizada por Kurt Cobain para cerrar la nota que escribió el 5 de abril de 1994, minutos antes de inyectarse heroína y dispararse en la cara.
Luca, Claudia y sus hermanos Michela y Andrea debieron convivir con el talento y la disciplina de su padre, Mario Prodan, que ejercía mucha presión en la familia. Un ex nadador olímpico, director y guionista de cine y teatro, maestro en arte chino, que recuerda a uno de los personajes de “La gran casa”, la melancólica novela de Nicole Krauss. En ese libro, un vendedor de antigüedades capaz de perseguir objetos preciados hasta el fin del mundo tiene dos hijos que presentan una relación simbiótica, forjada en los silencios incómodos impuestos por el temor al poder paterno. Se trata de un tipo misterioso, con aires de inescrupuloso, necesitado de recuperar el pasado construyendo su hogar de la infancia con los muebles exactos.
Como en “La gran casa”, los hermanos Prodan construyeron lazos fuertes basados en el apoyo y la comprensión ante las presiones de Mario. Luca, primero muy relacionado con Claudia, se hizo carne con Andrea, con quien estaba permanentemente en contacto, a pesar de las distancias. A él acudió en el final de su vida, cuando estaba más solo que nunca.
Otro pieza famosa de la mitología Prodan que aparece en el libro es la carta a Timmy McKern, escrita en 1980. Allí, Luca cuenta su necesidad de cambiar de rumbo tras una última década repleta de excesos: “Sigo siendo adicto a la heroína y no la puedo dejar”, le decía a su amigo y ex compañero de colegio, que tras leer ese texto aceptó alojarlo en su casa cordobesa y con el tiempo se transformó en manager de Sumo.
El repaso musical que realiza el libro es otro punto fuerte. Desde la mención de un par de citas con olor a robo descarado que existen en los discos de Sumo hasta las influencias de Luca, que ya se habían detallado de manera breve en aquel especial de Rolling Stone. No es casualidad que Jalil haya participado de esa publicación. Todo lo que Prodan había escuchado apareció en Sumo y el libro desmenuza esa discoteca mental con pasión melómana, incluyendo su primera y breve participación discográfica como invitado de los británicos New Musik.
Como parte negativa hay que señalar la increíble cantidad de errores de redacción que presenta el libro, algo que para una editorial como Planeta debería ser casi imperdonable, especialmente si se tiene en cuenta el precio de cada ejemplar.
Los capítulos finales son los más difíciles debido a los testimonios crudos que muestran la decadencia de Luca y el inevitable desenlace que, pareciera, no tuvo a todos los protagonistas a la altura de las circunstancias. En esas últimas historias, Germán Daffunchio aparece desesperado, los fans Rolo y Pety se convierten en incondicionales cada vez más necesarios; Silvia Ceriani, la última novia de Luca, queda muy mal parada; y los integrantes de Los Fabulosos Cadillacs se vuelven los seres más crueles del planeta.
Tras instalarse en Argentina, Luca escribió “Warm Mist”. Es un homenaje a Claudia incluido en el casete independiente Corpiños en la madrugada. Haciendo referencia al suicidio de su hermana, canta: “Yo no me quiero ir así”. En el libro se muestra la lucha de Luca por salir adelante y su posterior caída, reflejada en las letras de After Chabón, en la soledad creciente y en sus declaraciones de los últimos meses. “Ya es tarde”, le dijo con resignación a Daffunchio, que no quería aceptar lo que estaba sucediendo y casi nadie se animaba a mencionar.
Pero Luca no quería morir, a pesar de que cargaba una mochila eterna de “dolor sin sentido”. En “Like London”, otra canción de la primera época, lo decía abiertamente: su meta en la Argentina era engañar a la muerte, conseguir una esposa y dejar curar las heridas. Lo logró durante algunos años, pero el peso fue demasiado. Lo encontraron muerto con una expresión que parecía de alivio.
Por Federico Anzardi