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Sobre mitos, peregrinaje y fiestas religiosas

 

El concepto “mito” amplia y contribuye a una nueva forma de definir la práctica filosófica en Latinoamérica. Que percepciones se dan de quienes peregrinan. (Por Andrea Sztychmasjter)

El concepto “mito” contribuye a una nueva forma de definir la práctica filosófica en Latinoamérica, según Mircea Elíade el mito consiste siempre en el relato de una creación, habla de realidades, de lo que sucedió realmente y de lo que se ha manifestado.

La filosofía europea en cambio ha tratado de descartar al mito. Realizar el paso de lo mítico a lo racional, entendiendo estos conceptos como opuestos. Para Georges Gusdorf el mito es una instancia “supraracional” pero no es oposición con la razón. Afirma este autor que el mito conservará siempre el sentido de apuntar a la integridad perdida, de una intención restitutiva.

En ese sentido el mito se presenta como un relato constitutivo de la ontología amerindia.

Según Elíade el mito relata una historia sagrada, es decir un acontecimiento primordial que tuvo lugar al comienzo del tiempo, ab initio «desde el principio» . Más que relatar una historia sagrada equivale a revelar un misterio, pues los personajes del mito no son seres humanos: son dioses o héroes civilizadores, y por ésta razón sus gestas constituyen misterios: el ser humano no los podría conocer sino le hubieran sido revelados. El mito es, pues, la historia de lo acontecido in illo tempore, el relato de lo que los dioses o los seres divinos hicieron al principio del Tiempo. Decir un mito consiste en proclamar lo acaecido ad origene. Una vez dicho, es decir, revelado, el mito pasa a ser verdad apodíctica; fundamenta la verdad absoluta.

                (…)Se trata evidentemente de realidades sagradas pues lo sagrado es lo real por excelencia. Nada perteneciente a la esfera de lo profano participa en el SER, ya que lo profano no ha recibido un fundamento ontológico del mito, carece del modelo ejemplar (…) El trabajo agrícola es un trabajo revelado por los dioses o por los héroes civilizadores  (en los Andes, por la Pachamama, la diosa madre de la tierra) (…) Comparémoslo con el trabajo agrícola en una sociedad desacralizada: aquí se ha convertido en un acto profano, cuya única justificación es el beneficio económico (…)(ELIADE: 1979: II).

De esta manera el concepto de mito en la filosofía Latinoamericana será redefinido y reditado. Servirá para tener una visión del mundo y ubicarse en él. A través de él se hará una reintegración del todo. El mito, que no es lo mismo que un relato o una leyenda, crea un rito, por estar acompañado o ligado a una acción religiosa. Un rito es como un “mito en acción”, “el rito apunta al mito”. Un rito tiene una acción religiosa o ceremonia, repetido invariablemente en cada comunidad. Posee un carácter simbólico, a través de él se expresa el contenido de los mitos.

Mircea Elíade sostiene que para “el hombre religioso el espacio no es homogéneo; presenta roturas, escisiones: hay porciones de espacio cualitativamente diferentes de otras (…) Hay, pues, un espacio sagrado y, por consiguiente, sin estructura ni consistencia; en una palabra amorfos. Más aún: para el hombre religioso esta ausencia de homogeneidad espacial se traduce en la experiencia de una oposición entre el espacio sagrado, el único que es real, que existe realmente, y todo el resto, la extensión informe que le rodea”. Por el contrario, dirá el autor, para la experiencia profana, el espacio es homogéneo y neutro.

En cuanto al concepto de tiempo, el tiempo no es, para el hombre religioso, homogéneo ni continuo. Existen los intervalos de tiempo sagrado, el tiempo de las fiestas (en su mayoría fiestas periódicas); existe, por otra parte, el tiempo profano, la duración temporal ordinaria en que se inscriben los actos despojados de significación religiosa.

Una diferencia esencial entre estas dos clases de tiempo: el tiempo sagrado es por su propia naturaleza reversible, en el sentido de que es, un tiempo mítico primordial hecho presente. Mientras que el tiempo en la concepción profana es lineal, en el tiempo de la conciencia mítica éste es circular, asentado en los ciclos de la naturaleza.

Fiestas y celebraciones religiosas

Existe una expresión popularizada que señala “El hombre religioso vive de fiesta en fiesta”, en  “Para una antropología de la Fiesta” de Otto Bollnow,  el autor define que existe una diferenciación entre fiesta y celebración. La fiesta señalará, abarca mucho más que una celebración. La fiesta remite a la existencia natural prehistórica, a instancias que sólo  se comprenden míticamente. Allí radica su carácter de retorno necesario, al que trasciende todo planear humano. La fiesta para el autor es el punto cúspide de la existencia, en el que la alegría de vivir alcanza su grado máximo. Aunque aclarará que en las fiestas cristianas el carácter festivo estará impregnado de muchas presuposiciones históricas.

El autor definirá así un “temple anímico” de la fiesta, en relación al sentimiento festivo que produce en quienes la festejan. Los “hombres religiosos viven de fiesta en fiesta” porque en ellas existe la presencia de algo divino, son horas festivas elegidas por dios. Se puede decir de esta manera que el hombre y la mujer religiosa celebran varias fiestas porque éstas le imprimen un contraste con el vivir monótono y cotidiano. En las fiestas las mujeres y hombres religiosos se acercan a lo sagrado y a lo “divino”. En las fiestas se produce la presencia de dios y festejarlas es una forma de recordar que él no se olvida de ellos, los tiene presentes.

En nuestra provincia existe una gran diversidad de fiestas patronales , son aquellas en que los habitantes de un determinado pueblo o lugar festejan una vez al año, mediante diferentes ritos y actos, el recuerdo y la presencia del patrono o patrona del lugar, “santos”; personas canonizadas por la religión cristiana, elegidas por dios, encargadas de propagar su mensaje en esta tierra.

Desde 1692 a la “fiesta del señor y la virgen del milagro” se la define como una “fiesta” religiosa y cada año sus fieles realizan el pacto de fidelidad a esos patronos. El “tiempo del milagro” definido así por la iglesia cristiana salteña no solo representa un punto importante para la religiosidad de Salta, es un tiempo que también es aprovechado por el propio gobierno estatal para difundir sus políticas turísticas, algo que se conoce como “turismo religioso”. Así lo podemos ver en el discurso oficial del Ministerio de Turismo y Cultura provincial cuando difunden a esta “fiesta” como un hecho importante para que turistas de todo el país puedan visitar la ciudad durante los días en los que se celebra.

En esta fiesta provincial además, tanto en el discurso cristiano como en el estatal, los peregrinos se convierten en una materialización viva propia de esa festividad.

“500 años atrás, sólo peregrinos de esta tierra hacían camino al andar, hoy podemos peregrinar y llegar a esta tierra de Salta desde donde nuestros ancestros abrieron caminos para llegar a la más linda morada ‘El Santuario del Señor y la Virgen del Milagro’ cobijados en la Catedral Basílica desde el año 1592. Todos los años, peregrinos de toda la provincia llegan a Salta caminando desde los más lejanos parajes ubicados en El Norte Andino, Puna, Norte Verde, Valles Calchaquíes, Sur Histórico y Gaucho, Valle de Lerma y desde Salta y sus Alrededores. Una peregrinación sólo se hace al andar”.

La cita corresponde al Ministerio de Turismo y Cultura de Salta y da cuenta del lugar protagónico que le asignan a los peregrinos en la mencionada fiesta. Sin embargo se pude realizar otra lectura en función al papel de los peregrinos, hombres y mujeres de profunda fe religiosa. Quienes no somos peregrinos podemos inferir que éstos realizan un enorme “sacrificio ” una vez al año para llegar a la catedral. “Padecen” las inclemencias climáticas, duermen a la intemperie, muchas veces pasan días sin poder dormir, se despojan por unos días de algunas comodidades de la vida cotidiana, como poder alimentarse bien o incluso poder hacer uso de un baño, dejan a sus hijos en sus hogares y al caminar sienten el cansancio en sus cuerpos. No siendo peregrinos podemos pensar que lo que hacen esas personas solamente movidas por la fe en sus “patrones” es “sacrificial”, “culposo” por ser pecadores durante todo el resto del año y que esas personas han sido influenciadas con un mensaje palpable en la biblia, en rezos y parábolas por sacerdotes, monjas y demás personas de la institución cristiana presente en cada pueblo del interior. Sin embargo son ellos mismos quienes no lo toman como un sacrificio sino como una verdadera fiesta. Para ejemplificar podemos ver y escuchar el cantico de fieles de Rosario de la Frontera y El Potrero, quienes a pesar de caminar más de 180km, de día y noche con temperaturas que rondan los 29ºC llegaron a la Catedral cantando con palmas, bombos y saltos una canción: «Peregrino, peregrino, qué cansado se te ve, no me importan las ampollas, al Milagro llegaré». Las indicaciones que le dan los hombres de la iglesia para emprender su peregrinaje es que lleven una aguja, un hilo y un encendedor para cuando les empiecen a salir las ampollas, típicas de cualquier caminante. Los peregrinos tienen que ir preparados, de antemano saben que les aparecerán ampollas, una molestia en sus cuerpos que pasarán por alto solo para llegar a la “fiesta”.