“En política se conduce el desorden” declaró alguna vez Santiago Godoy que acostumbrado a protagonizar tensiones con propios y extraños de los que siempre sale fortalecido, consiguió el voto de sus pares para seguir presidiendo a los diputados.
Para los que transitan los pasillos de la legislatura, fueron muchos los que durante mucho tiempo trabajaron para que Santiago Godoy cayera en desgracia aunque siempre se las ingenia para salir parado de cada batalla. Este año no fue la excepción y después de protagonizar un año donde algunos le endilgaban los malos resultados del PJ en la Capital provincial o las polémicas en torno a la reforma de la finalmente frustrada reforma de las cooperadoras asistenciales; el “Indio” consiguió sin problemas los votos necesarios para seguir presidiendo la cámara baja provincial, mandato que se extenderá hasta noviembre del año 2017.
Godoy accedió a la Cámara de Diputados en el año 1999 de una manera muy curiosa: reemplazando al actual gobernador de la provincia Juan Manuel Urtubey que en ese año abandonó la banca provincial para jurar como diputado nacional. Ahí nomás, sin embargo, Godoy se convirtió en presidente del Bloque Justicialista, lugar que ocupó hasta marzo del 2003 cuando ya reelegido como diputado por la Capital Provincial accedió a la presidencia del cuerpo. Desde entonces su vida política estuvo atravesada por el fragor de la lucha política provincial aunque devenido en figura central de la misma.
Su nueva reelección al frente del cuerpo podría explicarse, entre otras cosas, por su propia concepción del justicialismo del que forma parte y que la explicitará en una larga entrevista publicada por este medio en abril del 2014: “Para explicarte lo del peronismo hay que acordarse de Perón que siempre decía que la gente está acostumbrada a conducir el orden, pero en política siempre hay que conducir el desorden. Bueno…eso es lo que ha diferenciado al justicialismo de otros partidos tanto de izquierda como de derecha. En estos, cuando la cúpula partidaria ve un desorden siempre excluye a los díscolos en nombre de cierta pureza que los expulsados de esos partidos también reclaman como propia. Le pasa al PRS, a la UCR y aunque menos publicitada le pasa al Partido Obrero. El justicialismo no es así. El peronismo es un movimiento y siempre hubo en su interior sectores con miradas distintas. Esa convivencia no siempre es fácil, pero el dirigente justicialista tiene la ambición de liderar a todos en nombre de banderas que históricamente son nuestras”.