«Salta es una sociedad feudal». Así titula el principal diario tucumano una entrevista publicada hoy al padre de Cassandre Bouvier. La palabra de Jean-Michel Bouvier comienza a ser una preocupación importante para el estatus quo del poder salteño.

Sin contar la participación del francés en la marcha contra la impunidad, ni el comienzo del juicio, la palabra clara de un padre buscando justicia puede terminar con el relato y el microclima aldeado de una Salta donde hermanos y amigos son los calificados para administrar las instituciones.  Las entrevistas que en los últimos días brindó a medios nacionales y provinciales (por ejemplo La Gaceta) reflejan una Salta que ni siquiera el rugby mundial puede ocultar. En la nota realizada por el diario tucumano se profundiza más la situación social salteña que el hecho policial en sí mismo. Algo que aún la prensa local no se anima a afrontar. Como muestra basta un botón. En esta edición compartimos el artículo de La Gaceta, solamente en un intento por comprender cómo se ve Salta desde afuera.

SALTA.- El padre de Cassandre Bouvier -la joven francesa de 29 años violada y asesinada junto a su amiga, Houria Moumni, en Salta, en 2011- analizó las relaciones sociales en esa provincia del Norte argentino, y consideró que se trata de una sociedad, «cuyas relaciones humanas parecen no haber dejado el medioevo…», afirma. Es, asegura Jean-Michel Bouvier, «una sociedad donde los poderosos mandan y los pequeños padecen».

Bouvier asistirá -y será testigo- la semana próxima – en el juicio a los tres acusados del crimen, ocurrido el 15 de julio en la quebrada de San Lorenzo. En una entrevista con el diario «La Nación», sostuvo que espera que el proceso sea justo, y que prefiere «un culpable en libertad a un inocente en prisión». Dice que nunca pensó en hacer su propia investigación, pero siguió paso a paso el proceso de instrucción. «Yo necesito pruebas, nunca acepté una explicación sin pruebas. Y debo reconocer que, en este caso, tengo más dudas que certezas», asegura.

Uno de sus objetivos, relató es hacer reconocer el delito de femicidio tanto en Francia como en la Argentina. Dejando de lado la destrucción -«probablemente involuntaria», dice- de pruebas durante las primeras 24 horas de la investigación, el padre de Cassandre quisiera saber, entre otras cosas, por qué nadie interrogó a los empleados de la hostería situada a la entrada de San Lorenzo, donde su hija y Houria esperaron dos horas antes de entrar al parque.

También señala dos testimonios desechados por la instrucción. El primero es la declaración de la dueña del Hotel del Cerro, donde se alojaban las dos jóvenes, quien dijo que Cassandre le contó que «iban a San Lorenzo a encontrarse con conocidos». El segundo es el del guardián del parque que, en su primera deposición después de ver el cadáver, aseguró que Cassandre había salido de la reserva el mismo día que entró. «La reconoció por las botas inconfundibles que usaba mi hija», precisa. También quisiera que le expliquen quién es esa mujer que aparece en una de las fotos del expediente y que el juez Martín Pérez no se preocupó en identificar. Llevaba unos anteojos de sol tipo Ray-Ban, «los mismos que un policía insistió en entregarme, aun después de haberle dicho que Cassandre nunca se protegía los ojos del sol, y que todavía tengo en mi poder. Poco antes, el mismo agente había interrogado también a mi ex mujer y a mis hijos sobre esos anteojos.» Uno de sus principales interrogantes concierne a la última foto, hallada en la cámara de Houria y que, según la Justicia, fue tomada exactamente en el momento de la agresión. «Hice estudiar en un laboratorio francés esas tres fotos. Las anteriores llevan la misma firma electrónica del fabricante. Pero no es el caso de la última, que, además, parece haber sido trabajada con Photoshop. El laboratorio también afirmó que -contrariamente a lo que dice el expediente- esa foto no fue tomada mientras el autor se caía, sino en posición normal, de pie», precisa. Bouvier se tomó el trabajo de ir a San Lorenzo el mismo día y a la misma hora en que supuestamente fueron tomadas esas fotos. «Con escasas variaciones, las dos primeras responden perfectamente a la luminosidad. La tercera no tiene nada que ver», asegura. Para rematar la cadena de dudas, se pregunta por qué nadie parece conectar el asesinato de su hija con el suicidio del comisario Néstor Piccolo, que estaba decidido a reabrir la investigación; y a quién pertenecen los dos ADN femeninos y uno masculino hallados sobre las jóvenes. «Yo no acuso a nadie. Me niego a creer en versiones que circulan aquí y allá. Tampoco tengo pruebas. Sólo preguntas. En todo caso, si no obtengo respuestas, si tengo la sensación de que alguien quiere tomarme por ingenuo, haré lo que debo: hablaré con la prensa», asegura.

El comienzo del juicio la semana entrante pondrá a Salta ante la vista del mundo, mucho más allá que cualquier promoción turística o evento deportivo. A partir de este juicio la sociedad salteña tendrá la oportunidad del mostrar si verdaderamente es aun parte del Medioevo y el feudalismo berreta de provincia marginal. Por el momento y teniendo en cuenta la instrucción realizada por Martin Pérez (ascendido a camarista por el actual gobierno) el proceso está encaminado al escándalo.  Con la actual acumulación de dudas y la ausencia de pruebas científicas, la condena de dos de los tres detenidos aparecerá como un burdo intento de ocultar otros hechos que hoy son motivo del comentario en pasillos y bares de Salta. En cambio, la absolución y libertad de estas personas desnudarían la escasa pericia de un juez que fue premiado por su accionar, ante la crítica y la sospecha de toda una sociedad. Uno u otro resultado, parecen dar mayor dimensión a las palabras de padre que habla desde el sentido común y el más firme los Derechos Humanos: la Justicia