Antimilitarista, defensora de la democracia en el seno de la revolución, está considerada como la dirigente marxista más importante de la historia. Se cumple un siglo de su asesinato, pero su vasta producción teórica sigue viva.

 

Rosa no llegó a cumplir los 50 años. Nacida en la Polonia rusa en el año 1871 en el seno de una familia judía, pronto se dio cuenta de que la lucha por su ideario marxista sería muy reducida si se quedaba en su país y que para tener influencia debía traspasar la frontera de Alemania, donde existía el Partido Socialdemócrata (SPD) más fuerte del mundo.

A partir de ese momento, Alemania fue su principal campo de acción. En el seno de la socialdemocracia y de la Segunda Internacional, aunó teoría (multitud de artículos y libros muy importantes) y praxis (intervención en congresos, debates con muchos de los popes del marxismo.

De su vasta producción teórica destacan los temas que forman parte de su legado y que constituyen lo que, una vez muerta Rosa, se denominó “luxemburguismo”, una escuela marxista de características propias: su pacifismo, su lucha contra el revisionismo y la defensa de la democracia en el seno de la revolución. Sus posiciones, a veces intransigentes, le hicieron polemizar con las figuras más relevantes del socialismo marxista, como Lenin, Trotski, Bernstein, Kautsk.

Rosa Luxemburgo, asesinada por los soldados prusianos fue despedida en su entierro por su amiga Clara Zetkin (otra espartaquista) con las siguientes palabras: “En Rosa Luxemburgo, la idea socialista fue una pasión dominante y poderosa del corazón y del cerebro; una pasión verdaderamente creativa que ardía incesantemente. (…) Rosa fue la afilada espada, la llama viviente de la revolución”.

Aquí algunas de sus frases más recordadas:

“Sin elecciones generales, sin libertad de prensa, sin libertad de expresión y reunión, sin la lucha libre de opiniones, la vida en todas las instituciones públicas se extingue, se convierte en una caricatura de sí misma en la que sólo queda la burocracia como elemento activo”.

“Quien no se mueve, no siente las cadenas.”

“A pesar de que los obreros crean con sus manos el sustrato social de esta cultura, sólo tienen acceso a la misma en la medida en que dicho acceso sirve a la realización satisfactoria de sus funciones en el proceso económico y social de la sociedad capitalista.”

“No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.”

“En toda sociedad de clases, la cultura intelectual (arte y ciencia) es una creación de la clase dominante; y el objetivo de esta cultura es en parte asegurar la satisfacción directa de las necesidades del proceso social, y en parte satisfacer las necesidades intelectuales de la clase gobernante.”