Reportaje al Gral. Martín Miguel de Güemes

 

Miguel Arruabarrena

 

Coronel Martín Miguel de Güemes, si Ud. tuviera que definirse como militar y ciudadano ¿Cómo se presentaría ante la posteridad, es decir: ante nosotros, hoy? 

(…) Por mis merecimientos y servicios, no he recabado papeles, ni solicitado premios, ni distinciones, pues hasta el tratamiento de Cnel Graduado que me da, me avergüenza, porque nunca he deseado ser vano, sino bueno, un soldado de la Patria y un ciudadano honrado.”

Ud. decidió y ganó batallas, por ejemplo: Suipacha (7 de noviembre de 1810) y Puesto Grande del Marqués (14.04.1815), rechazó siete invasiones realistas sobre Salta y Jujuy (1814 – 1821) ¿cómo arengó a sus tropas? ¿Cuál fue su objetivo en la lucha? ¿Podría repetirnos una proclama grabada en su memoria?

(…) Hombres todos, patriotas, enemigos y neutrales; escuchad la verdad y el clamor de la naturaleza. Patriotas: confiad en los campeones que tengo el honor de mandar y tened el consuelo de que estos brazos fuertes e incorruptibles os darán la libertad que anheláis y la seguridad que deseáis. Secuaces de los tiranos; vuestra soberbia os precipita. Advertid que las dieciocho provincias de esta América del Sud que sacuden la opresión, no las podrá ultrajar vuestra impotencia, ni serán duraderas las tramoyas y seducciones de que os valéis…”.

Ante la situación creada por la revolución, por la lucha independentista, vista la separación que se produce entre grupos sociales, provincias (entonces Intendencias), y la anarquía gubernamental (centrada en el litoral, en la pampa húmeda y el puerto) ¿que mensaje daría a los actuales gobernantes?

(…) Suplico igualmente con toda la efusión de un corazón penetrado de dolor y sentimiento de los males causados con esta revolución, que no sé si lo podremos parangonar con los bienes futuros que lisonjean la esperanza, separe de su lado y consejo, todo hombre interesado, ambicioso, soberbio, egoísta y desnaturalizado que no debe mezclar su influjo, e intervención en las obras máximas de desinterés, de honor y de gloria, porque verdaderamente, si lo precioso del oro queremos entreverar, con la escoria, e inmundicia del vil interés, si una provincia trata de cobrar sus auxilios, la otra sus empréstitos, y empeños, aquella sus servicios y cuál sus perjuicios, la constitución y edificio político que emprendemos, vendría a reducirse a un concurso de acreedores, o pleito de particiones, y mejoras de tercio y quinto, y los fundadores de la Patria, sus libertadores y reformadores del antiguo gobierno, haríamos únicamente el papel de hombres pueriles, ridículos y farsantes de comedia.”

Su experiencia como Gobernador de la Intendencia de Salta (elegido por aclamación popular) es en tiempos de guerra, duró seis años, y lo calificaron de tirano, ¿cuál es su reflexión, su análisis sobre su gobierno?

(…) Son muy amargas las fatigas de un funcionario encargado de los negocios públicos, cuando por las causas que no están en sus manos, ni puede llevarlas al éxito que desea, ni remediar un tropel de males que vienen a inutilizar sus desvelos…

¿Cuál fue su desvelo?

(…) Me es forzoso mantener un plan de guerra que si cesase un solo momento haría sentir graves desgracias y tal vez irremediables en el establecimiento de nuestra emancipación. El enemigo situado al frente amenaza con tesón y sabrá sacar ventajas de cualquier mengua en nuestras fatigas; me es indispensable mantener tropas hostiles, partidas vigilantes y exploradores por todas partes. Estos hombres trabajan sin sueldo y se sacrifican gustosos; pero ellos tienen menesteres a que debo acudir, a más de los costos necesarios para las continuas expediciones.

La Intendencia de Salta era rica, sus vecinos también, y Buenos Aires contaba con una Aduana exterior que le suministra pingues ganancias a sus grupos sociales, comerciantes y ganaderos, ¿cómo es que no tiene posibilidades de sostener esta guerra?

(…) El erario exhausto no suministra para estos frecuentes desembolsos y otra clase de recursos están ya casi agotados. De aquí resulta que los soldados gauchos echen mano de algunos auxilios sin permiso mío, y no sólo se recibe este hecho con la desesperación consiguiente al menoscabo del interesado, sino que todos aquellos no están en el fondo de los negocios, levantan el grito, denigran mi manejo, lo atribuyen a negociaciones del interés y procuran inspirar en las clases del pueblo un descontento general, trastornando el orden y paralizando las operaciones defensivas que forman la obligación primera del que obtiene la autoridad en circunstancias tan críticas.

Estamos en 1818, ¿Siente que lo dejaron solo? ¿Que está acorralado por las necesidades?

(…) Esta ardua situación de atenciones encontradas, hace gravitar sobre mí un peso insoportable; mis miras sólo encuentran obstáculos y dificultades; hay tiempos en que las intenciones más puras son insuficientes a la buena disposición de los negocios: No hallo medios para hacer compatible la defensa de la provincia con el reparo de la quiebras que ha sufrido en sus funestos contrastes, y que la han conducido al borde de su total exterminio. Solamente a trueque de consumir el comercio y vecindario podría yo recabar los auxilios que demanda el actual estado de la cosas; porque cualquier imposición que se haga es muy superior a las miserables facultades a que están limitados, por los respectivos choques de la guerra.

Cuando se dirige a las autoridades centrales, al Gral. Manuel Belgrano (jefe del Ejército del Norte inactivo, en la retaguardia), a sus comprovincianos pudientes, ¿qué les dijo? 

(…) El clamor compasivo de un pueblo benemérito, debe resonar justamente en el corazón de nuestros hermanos. Yo no puedo oírlo insensible, cada vez que algún donativo les arranca las lágrimas con que corren a representar su indigencia. Tan extraña constitución me arrastra ya al doloroso conflicto de ver arruinada la provincia o de abandonar su defensa. Yo reclamo de la dignidad y celo con que V.E. protege la causa más sagrada de la especie humana, unas medidas capaces de poner fin a estos males, para reglar por ellas mis providencias.

La devoción de sus gauchos, del pueblo, trasciende a nuestros días, ¿que siente Ud. por ellos?

(…) El celo por la gloria de la patria, y el deseo de ver acabada la grande obra de su redención, me han dictado procure el aumento de los defensores de su libertad y habiendo movido los resortes que a este objeto creí conducentes, correspondió dichosamente el efecto a mi diligencia. Efectivamente, aquellos héroes que bajo la denominación de gauchos, han contraído tan recomendables, voluntarios y desinteresados servicios, dando a la patria muchos días de alegría, y a sus enemigos eternas pruebas de su esfuerzo, se me han reunido para emplearse absolutamente en el servicio, formando un cuerpo de línea… cuyo objeto es el de asegurar la Independencia de nuestras Provincias Unidas, defender la dignidad de su gobierno y los sagrados derechos de la patria.

Muchos de sus enemigos (realistas e internos) califican a los gauchos de asesinos, ¿que les contesta?

(…) Yo no tengo más que gauchos honrados
y valientes. No son asesinos, sino de los tiranos que quieren esclavizarnos.”.

Hemos vivido los argentinos, en los últimos años, para ser más exactos desde 1976 (para ponerle un límite cierto a nuestra decadencia, y no ir más allá) claros ejemplos de travestismo ideológico, de borocotización de la política, de corrupción gubernamental, ¿Ud. se acomodaría a estos tiempos, a estos cambios? ¿Si le ofrecieran ventajas políticas, sociales, económicas, que contestaría?

(…) No quiero favores con perjuicio de mi país: éste ha de ser libre a pesar del mundo entero… Nada temo, porque he jurado sostener la independencia de América, y sellarla con mi sangre…

Nos adentramos en una Década Bicentenaria (2006 – 2016), que culmina con la evocación del 9 de julio de 1816, en Tucumán, cuando se declara la Independencia Nacional Suramericana ¿Cuando juró sostenerla, qué sintió ante este hecho fundacional, trascendental?

(…) el ciudadano Martín Güemes, Coronel de caballería de los ejércitos del Estado, Comandante General de la Campaña y Gobernador Intendente de Salta, a sus compañeros de armas en el Interior, les dice:(…) llegó el momento feliz de ver decretada y sancionada nuestra suspirada independencia por un cuerpo soberano representativo de las provincias de la unión (…) de nuestras mismas desgracias renace el orden, la unión, y la fraternidad (…) este es el documento que han firmado a la faz del mundo todo (…) quedó eternamente grabado en nuestros corazones este dilema: la independencia o la muerte en la causa del honor.

En Bolivia, en el Alto Perú, se ha producido un movimiento de restauración aborigen, de los pueblos originarios, que encabeza el Presidente Evo Morales, ¿Cómo visualizaría Ud. este hecho, y cómo actuaría en consecuencia, desde nuestra Argentina?

(…) restablecida muy en breve, la dinastía de los Incas, veamos sentado en el trono y antigua corte del Cuzco al legítimo sucesor de la corona 

(…) la provincia de Salta y su jefe vela incesantemente sobre vuestra existencia y conservación (…) a cuantos enemigos interiores o exteriores intenten hollar los sagrados derechos de América. 

Sus camaradas de armas, Lavalle, Paz, sus epígonos, fusilaron autoridades legítimas (Dorrego, entre otros), masacraron en nombre de la libertad al pueblo. Sabemos cuál fue su línea de conducta (nunca fusiló compatriotas), ¿que les aconsejaría a las nuevas generaciones militares?

(…) Observarán un trato afable con el paisanaje y obligarán a sus subalternos a una comportación decente que tanto interesa a la causa de la patria, porque una conducta contraria puede causar daños irreparables al Estado… tengan indispensablemente la cualidad de patriotas decididos por nuestra independencia de toda dominación extranjera, que deberán jurar en el acto mismo que se reciba el mando.

Sabemos que Ud. llevaba un escapulario del Justo Juez en el pecho (que hoy se encuentra en la Catedral salteña), que mandó construir la Capilla del Chamical a pedido del pueblo, que sus capellanes en su ejército de milicias gauchas eran esenciales, y que respetó Arzobispos a pesar de ser realistas ¿Es Ud. religioso, profesa la religión Católica, Apostólica, Romana?

(…) El Dios de los Ejércitos protege visiblemente la justicia de la sagrada causa americana. Nuestra Generala (la Virgen) acredita del mismo modo su protección, pues en el glorioso día de su festividad la hemos experimentado con el desengaño de vuestros liberticidas. A él debéis rendir cordiales gracias.

Se habló mucho de sus amores ocultos, de sus conquistas amorosas. Si bien no le quita ni le pone nada a su actuación pública, ¿cómo fue su matrimonio, su relación con Carmen Puch y sus hijos Martín María del Milagro, Luis e Ignacio?

(…) Mi adorada Carmen mía: Es tanto lo que tengo que hacer que no puedo escribirte como quisiera; pero no tengas cuidado de nada, pronto concluiremos esto y te daré a ti y a mis hijitos mil besos, tu invariable, Martín.

Como descendiente, como chozno, le agradezco que me permita leer esta carta enviada poco antes de su muerte, en 1821.

Estamos en un momento crucial de la humanidad, en una crisis terminal del sistema absolutista, imperial, de privilegios sociales, que Ud. combatió para forjar un mundo nuevo, humanista y cristiano. La población se siente apabullada por los medios de comunicación, atosigada por la situación económica, por la inseguridad personal, por la inmoralidad reinante, decepcionada por sus gobernantes, falta de fe ¿que les diría desde su experiencia? 

(…) al pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete.