Quiero contarles sobre algo que viene aconteciendo hace algunos meses en el monoblock Salta. Algo que despertó mi curiosidad y la de varios vecinos. Lo más extraño de este suceso es que nadie sabe ni cómo, ni cuándo, ni por qué esta persona se toma el trabajo de hacerlo. No hay pistas ni rastros del responsable. Por María Pilar L.
Permítanme narrar con detalles. Una mañana, al salir del edificio por la calle 25 de mayo, observé que en las rejas verdes había dos plantas color rosado del árbol de júpiter, más conocido como “crespón”. La particularidad de esto, que además me cautivó, fue la manera en la que estaban sujetadas, pues las ataron con una cinta roja en la parte superior de una de las rejas, con la tensión justa para no dañarlas. Estaban muy expuestas, con la intención de asegurar que sean admiradas. Las observé por unos segundos y continué mi camino.
A partir de ese momento, con cierta regularidad esta persona decora de manera artesanal el monumento histórico. Algunas veces con claveles u otra flor sofisticada, otras con alguna planta o flor silvestre que seguramente corta en el camino. Siempre son dos flores, siempre es la misma reja, como una especie de ritual. El sujetador también varía, puede ser un piolín o una bolsa rasgada para tal fin.
Me inquieta saber cuál es el propósito, si es un noble gesto de amor, un acto de rebeldía o, tal vez, una especie de trabajo de magia negra, como me dijo una señora del quinto piso. Lo único cierto es que aparecen por la mañana y en algún momento del día desaparecen.