Las complicidades entre prensa y dictadura en 1976 se repitieron también en Salta. A escasos días de concretado el golpe cívico militar, el diario El Tribuno calificaba de esfuerzo patriótico la tarea emprendida por los represores. (D.A.)
Para ello conviene realizar una vista a las hemerotecas provinciales y releer los diarios de la época. Así podrá uno notar que a solo una semana del 24 de marzo de 1976, la prensa hablaba del “esfuerzo patriótico” que protagonizaban los militares.
El 2 de abril de 1976, por ejemplo, la tapa de El Tribuno anunciaba que el coronel del Ejército y máxima autoridad militar de la provincia se había dirigido a los salteños para informar sobre el estado de la provincia.
Las páginas centrales amplificaron el mensaje con el siguiente copete: “Con el necesario acopio de cifras y datos estadísticos [Carlos Mulhall] pudo mostrar la triste realidad, especialmente económica – financiera de la provincia”.
Un día después, el diario se permitió profetizar las medidas que el gobierno de facto tomaría pero que Mulhall había omitido en su mensaje. Medidas que según la línea editorial eran tan inevitables como deseables para salir del caos: reducción del aparato burocrático provincial y municipal; instar al empresariado y al contribuyente en general a pagar los impuesto adeudados; reducir los gastos improductivos y consolidar “la estabilidad jurídica, seguridad y facilidades al empresariado para que cumpla más efectivamente su cometido de generar riquezas…”
Pero el enunciado auto celebratorio llegaría un día después cuando la misma pluma que no dejó registro del escriba, informó con mesura monitoreada que después de escuchar el Plan Económico anunciado por el ministro de Economía Alfredo Martínez de Hoz, se podía confirmar “prácticamente en todos sus términos las apreciaciones de El Tribuno anticipadas ayer”.
Ese diario, recordémoslo, era dirigido por quien había sido el principal adversario político de Miguel Ragone: Roberto Romero. Un diario que como muchos otros en todo el país, jugó un rol destituyente contra el propio Ragone.
Es cierto… el concepto destituyente surgió hace poco al calor de la disputa entre los medios hegemónicos de hoy con la gestión del kirchnerismo, pero no por ello es inaplicable a aquel pasado provincial en donde los medios también buscaban horadar la legitimidad de gobiernos elegidos democráticamente para posibilitar luego, en los hechos, que los poderes fácticos ajustaran cuentas con los mismos.
Pero volvamos a ese personaje que el diario consideraba un “estadista”: Alberto Mulhall. Digamos de él que murió en noviembre del año 2014 cuando ya había sido condenado en la Justicia por el secuestro y asesinato de Miguel Ragone, múltiples hechos de privación ilegal de la libertad, tormentos, homicidio y el asesinato colectivo más brutal que se haya dado en nuestra provincia: la Masacre de Las Palomitas.
Esta última ocurrió en julio de 1976 cuando a varios presos políticos que estaban alojados en el penal de Villas Las Rosas les informaron que serían trasladados a otra prisión. El viaje duro hasta el paraje Palomitas donde los reclusos fueron obligados a descender del camión y tras ser alineados sobre el alambrado de una finca fueron fusilados.
La lista de los asesinados es la siguiente: Pablo Outes, Celia Raquel Leonard de Ávila, Evangelina Botta de Nicolai, María Amaru Luque de Usinger, María del Carmen Alonso de Fernández, Georgina Graciela Droz, Benjamín Leonardo Ávila, José Ricardo Povolo, Roberto Luis Oglietti, Rodolfo Pedro Ussinger, y Alberto Simón Zavarnsky.