La Disquería de Salta es un puesto humilde que intenta prosperar entre las taras de la escena independiente local. Diego Maita, encargado del lugar, considera que a los músicos salteños les falta unión y organización. (Federico Anzardi)
Desde julio funciona La Disquería de Salta, un puesto que vende discos de músicos independientes de la provincia. Bueno, “vender” es un decir. El sábado pasado no vendió nada. Ganancia cero.
No hay que asombrarse. El escaso interés que refleja el nulo movimiento del puestito es una constante en la provincia. Lo que pasa es que a los músicos locales no los va a ver ni el loro, como quien dice. Entonces, es lógico que nadie compre sus discos.
El responsable visible de la Disquería es Diego Maita, músico, docente, periodista y gremialista. Un personaje transversal de la contracultura salteña de los últimos quince años. Maita siempre está: como docente de Humanidades; como músico todoterreno capaz de integrar las filas de bandas de reggae, rock para niños o folclore; como periodista especializado en la escena del rock salteño y también como uno de los miembros de ADIUNSa, el gremio de los docentes universitarios.
Maita conoce de luchas por causas difíciles y sabía con qué bueyes araba a la hora de ensartarse con esto de la disquería que no le vende un disco a nadie. Pero Maita cree en lo que hace y no hay con qué darle.
“No deja de ser llamativo que Salta, que se autoproclama tierra de músicos y poetas, no tenga desarrollado que la gente tenga el hábito de consumir música de acá. Los Nocheros, que son la banda que más deben haber consumido los salteños en los últimos veinte años, se iniciaron acá, pero su carrera la desarrollaron en Córdoba y Buenos Aires”, dice, antes de recordar que hace poco estuvo en la disquería HyR Maluf y vio discos de músicos locales relegados al fondo, olvidados en las bateas y ofertados a precios indignos, algo que provoca una sensación todavía más oscura, porque no se venden ni aunque estén a treinta pesos en plena peatonal.
Pero Maita sabe que no es una tara exclusiva del público, sino que apunta también a los músicos. Lo hace al relatar el origen de La Disquería de Salta. Cuenta que la Municipalidad se contactó con Músicos Independientes Asociados de Salta (MIAS), que preside el tecladista Adrián Moroni, para proponerle que la asociación organizara el puesto de discos dentro del Paseo de Arte y Diseño que funciona todos los sábados de 12 a 20 horas en el Paseo de los Poetas. “Moroni manda un mensaje por Facebook a unos treinta socios contando la iniciativa e invitando a participar y nadie responde nada”, revela Maita, que tras la falta de acción de los miembros de MIAS tomó las riendas del proyecto y se hizo responsable.
“Faltaba un día y no sabíamos si arrancábamos. Fue determinante que apareciera el Pelado Vega (bajista de Perro Ciego), que puso a su hija para que atendiera el puesto. Perro Ciego y Giróscopo le tiran unos mangos y nosotros le completamos con comisión de la venta de los discos, que nunca alcanza, entonces terminamos poniendo guita”, dice.
MIAS finalmente participa pero desde el aporte de catálogo, unos veinte discos. En La Disquería se pueden comprar discos de Perro Ciego, Santuario, Juanetes, Barrabino Quinteto, Adobe, LaForma, Gauchos de Acero, CalmaNiño, La Banda de Mr. Royers, Sumaimana, Martín Molins, Santiago & Andrea, Lucía Díaz de Vivar, y también de Avemanthra (Santiago del Estero), Senegal Grindcore Mafia (Tucumán) y bandas de La Rioja. “Intentamos ser un colectivo de músicos independientes donde todos tienen las puertas abiertas. Está MIAS, también el catálogo de Rock Salta. Sergio Cañizares, violero de Sauce, da una mano importante. También Cristian Gana de LaForma. Después va gente que tira buena onda pero no se involucró”, cuenta Maita.
“El problema que hay que resolver es una logística de funcionamiento, que la disquería sea sustentable por sí misma. Que generes una movida para pagarle a la piba sin depender de las ventas, que todas las bandas se comprometan a poner diez pesos por fin de semana. O que las bandas pongan gente que atienda. Creo que falta la toma de conciencia de varias bandas que podrían estar participando acá, porque es una inversión. Tenés que bancar dos o tres meses el puesto hasta evaluar si vale la pena o no. Porque no todas las bandas tienen recitales seguidos para prescindir de un lugar así. Lo bueno es que si vos instalás este lugar, la poca gente a la que le interesan los discos de acá sabe que todos los sábados va a poder conseguirlos. Ese es el objetivo”, dice.
La Disquería ofrece unos treinta títulos de bandas de rock y folclore. Músicos independientes de Salta que no suenan mucho en las radios y no llevan gente. Entre otras cosas, por falta de apoyo estatal. Esta vez, la Municipalidad propuso instalar el puesto. Ahora, Maita considera que hay que aprovecharlo.
“Me parece que la excusa del kiosco es discutir políticas culturales y cómo te parás como artista frente a la sociedad y el Estado. También los alcances que implica la profesión. Creo que los músicos necesitamos que la obra llegue a la gente. Cuando tenemos un mínimo de pretensiones, eso puede ser grabar un disco. Si lo valorás como pieza comunicativa tenés que buscar estrategias que te permitan sortear el control del mercado que tienen las grandes discográficas. A nosotros nos cuesta un montón entrar en las disquerías. Porque no cumplís con ciertos requisitos, porque tenés que venderle a DBN o a EPSA, que están en Buenos Aires, que te compran a precio vil o te toman a consignación, para que después vos lo podás vender acá, en una disquería que está a tres cuadras de tu casa”, dice.
“Creo que hay que romper con la idiosincrasia, con el modo de funcionar, y entender que nadie se va a hacer rico pero que es mejor que alguien pague por tu disco. Lo que más disfruto es cuando la gente mira, tapa por tapa, y pregunta qué es. Creo que ahí está el fenómeno cultural que uno busca, en ese impacto. Si no, el disco queda en tu casa o se lo vendés a tu público en los recitales. Si es que lo vendés”, insiste Maita, que informa que todos los interesados en vender sus discos en el puesto pueden acercarse los sábados o escribir en la página de Facebook de La Disquería.
“Este espacio nos va a permitir tomar conciencias de muchas problemáticas que las vas aprendiendo desde la experiencia. Y fortalecer la escena, porque sigo creyendo que el concepto es escena. Solo no se salva nadie”, dice Diego, que tiene diversas ideas para proponer si es que el puesto prospera. Desde shows en vivo en el Paseo hasta movidas de prensa.
“Es toda una rueda. Creo que deberíamos tener la capacidad de desplegar un laburo donde vos podás llegar a mucha gente. El problema es que si bien uno solo lo puede hacer, estás viciando de movida la iniciativa, la volvés muy personalista. La idea es que nazca colectivo. Cristian, por ejemplo, dijo que su novia se copaba para hacer un catálogo. Les pidió a todas las bandas una reseña y la tapa de cada disco para hacer una carpetita: una sola banda mandó. Que no es la mía, tampoco. Estamos todos tapados de laburo. Por eso primero hay que resolver adentro de las bandas”, concluye.