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¿Qué diría Rodolfo Walsh?

Guillermo Moreno aseguró que el gobierno de Mauricio Macri es más “brutal” que la dictadura militar liderada por Jorge Rafael Videla. El ex funcionario K dijo que el genocida arrojaba gente viva al mar “pero no se metió con el precio de la comida”.

Guillermo Moreno realizó declaraciones polémicas ayer en el programa televisivo de Mauro Viale al asegurar que el actual gobierno democrático que preside Mauricio Macri es más “brutal” que la última dictadura militar.

«No hubo gobierno más brutal que este en los últimos setenta años que le haya sacado la comida de la boca a la gente”, dijo Moreno, y agregó: “Videla tiraba a nuestros compañeros vivos al mar, pero no se metió con el precio de la comida».

Las repercusiones por las declaraciones del ex secretario de Comercio no se hicieron esperar. Anoche, a través de su cuenta de Twitter, el periodista Miguel Bonasso aseguró: “Estoy totalmente en contra de este gobierno antipopular, pero no hay nada peor que la dictadura militar”.

“Guillermo Moreno dijo en la tele que Videla «tiraba gente al mar pero no le sacaba la comida a la gente»(sic).¿Y Martínez de Hoz qué hacía?”, se preguntó el ex director del diario Noticias de Montoneros y funcionario del gobierno de Cámpora.

El análisis de Walsh

En su Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, escrita en marzo de 1977, cuando se cumplía el primer aniversario del golpe, el periodista Rodolfo Walsh describió los alcances de la política económica de la dictadura militar que lideraban Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti:

“En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.

En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.

Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que  en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.

Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la “racionalización”.

Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.

Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar “el país”, han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia”.