La estructura, casi centenaria, sufre unas onerosas refacciones que apuntan contra la identidad de Salta. Crónica de una desastre anunciado. (Lucas Sorrentino)
En enero, la gestión de Bettina Romero detectó serios daños estructurales en el puente Vélez Sársfield. Daños que demandaban una solución urgente. Y si bien la palabra «urgente» suele denotar algo que se tiene que hacer en el menor tiempo posible, casi 10 meses después las obras para mejorar el puente siguen inconclusas. Ese no es el mayor problema. El mayor problema es que lo poco que se hizo muestra algo que espeluzna: las modificaciones extirparon una parte fundamental de un emblema cultural de Salta.
La ciudad que comanda la intendenta intenta promocionarse al turismo y mostrar al país y al mundo lo que es Salta; sin embargo, la municipalidad no para de destruir eso que podría llamarse identidad. Ya no hay nada original. ¿Qué vamos a mostrar al turismo? De la vieja Salta no queda casi nada: el Cabildo, el convento San Francisco, la Catedral, algunas iglesias y muy pocas casas (había montones, las tiraron todas abajo). Otra construcción que daba cuenta de ese pasado era el puente Vélez Sársfield, prácticamente centenario. Era un ejemplo de la arquitectura en cemento. Son pocas las construcciones en el país con esas características.
Y el bettinismo acaba de destruirlo: una parte fundamental del puente eran sus barandas, también de cemento. Ahora esas barandas están siendo suplantadas por hierro. Los expertos hablan de una pérdida patrimonial incalculable. Para intentar darle un «touch» de salteñidad, los asesores de Bettina meterán farolas por todas partes. Otro grave error.
Quizá la idea fue mermar el peso. al menos así lo da a entender la secretaria de Desarrollo Urbano del municipio, María Eugenia Angulo. “Todo el diseño que se trabajó, se lo hizo valorizando el patrimonio y el estilo del puente. Es una mirada que la intendenta Bettina Romero marcó desde el inicio de gestión… Se mantendrá la estética y el patrimonio, con barandas alivianadas para recuperar las pasarelas y accesos a través de rampas e iluminación completa arriba y abajo del puente”, dijo la funcionaria.
«Alivianar». Esa palabra encierra un eufemismo. Cambiar el material con el que algo estaba hecho, y hacer algo que se vea parecido, no es más que destrucción patrimonial. Los expertos consultados por CUARTO PODER, dijeron, sin poder ocultar la indignación, que había miles de formas de consolidar puentes así, manteniendo las barandas originales. «En otras partes hay puentes más antiguos y los funcionarios han tenido el conocimiento y la delicadeza de preservar algo que es parte del pasado».
Acá no hubo ese conocimiento. Ni esa delicadeza.
Lo urgente, que tarda 10 meses
En enero, cuando Bettina Romero se trasladó hasta el puente a realizar algunas declaraciones y fotos, muchas fotos photoshopeadas, intentando poner cara de eficiente preocupación o de preocupación eficiente, la intendenta prometió que «las obras permitirán preservar su valor patrimonial, conectar un sector clave de la ciudad y brindar más seguridad a los vecinos con nueva iluminación».
“Los puentes son claves para una ciudad más segura y conectada. Es un eje fundamental de esta gestión que estamos concretando con más obras y mejorando las ya existentes para que Salta este mejor”, dijo.
La última sesión de fotos fue en junio. En esta ocasión, un parte municipal anunció que el plan de obras daba por sentado que el trabajo se finiquitaría en 90 días. Casi 120 días después, siguen sin terminar. Se anunció en ese momento, además, que la obra tendría un costo de $27.985.108. Eso facturaría la empresa «Mei Obras y Servicios SRL»
Hubo una pregunta que todos los expertos consultados por CUARTO PODER se hicieron: ¿Cómo puede ser que la Comisión de Preservación del Patrimonio Arquitectónico de Salta aprobara tal desatino?
La respuesta es simple. Laura Saha, tía de la intendenta, es la presidenta de la Comisión de Preservación del Patrimonio Arquitectónico de Salta y tiene un largo historial de hacer la vista gorda cuando su sobrina impulsas iniciativas sobre la ciudad, aunque la destrocen.