Cristina Kirchner reunió a sus leales y les pidió trabajar por la unidad «sin exclusiones». Lo dijo ante veinte intendentes, que lo entendieron como una señal a Randazzo. No habló de candidaturas.
«Cuando la mamá se va, los hermanos se pelean». Mario Secco, intendente de Ensenada, usó una metáfora tierna para traducir la interna peronista. Cristinista paladar negro, Secco fue uno de los leales que ayer acudió al llamado de Cristina de Kirchner.
Con el PJ caotizado, la ex presidente juntó en el Instituto Patria a veinte intendentes bonaerenses, les avisó que se pondrá al frente de la campaña y hará gestiones para armar un frente de unidad que «frene» a Mauricio Macri.
El elemento disruptivo fue que en el menú de unidad peronista habló de «invitar a todos», lo que los los visitaron interpretaron como un gesto hacia Florencio Randazzo -a quien nadie mencionó-, ex ministro que reclama primarias.
Entre medias palabras, dejó en un limbo su rol electoral. El clan que la vistió la quiere de candidata pero ella, a lo Kirchner, dilató la incertidumbre. «¿Si nadie muestra las cartas porqué ella lo va a hacer?», le dijo a Clarín un operador K, porque el PRO y Sergio Massa tampoco definen.
La cita estuvo precedida por rumores de que tomó la decisión de competir este año, montados a una tesis dura: solo su postulación evitaría que la crisis se profundice y derive en sangrías indeseables.
Por eso, ayer acordaron convocar a los demás intendentes para rearmar el bloque Caballito que junta a los alcaldes, La Cámpora y el eje Matanza, y se resquebrajó la semana pasada cuando quisieron incorporar a partidos y figuras K.
¿Porqué, si llama a la unidad, Cristina recibió solo a veinte de los 55 alcaldes que el FpV mantiene en la provincia? Porque invitaron a los «leales»: Secco, Verónica Magario (Matanza), Patricio Mussi (Berazategui), Walter Festa (Moreno), Santiago Maggioti (Navarro), Juan Ustarroz (Mercedes), Francisco Durañona (San Antonio de Areco), Alberto Conocchiari (Alem) y, entre otros, Juan «Chinchu» Gasparini (Roque Pérez).
Esa categorización, casi moral, Cristina la delegó en Jorge Ferraresi, jefe de Avellaneda, encargado de convocar a unos y excluir a otros, según confiaron a Clarín del entorno de la ex presidente.
Desde el putch del martes pasado, cuando más de veinte intendentes faltaron al acto que cerraba Máximo Kirchner, Ferraresi se vio con Cristina mientras ella habló por teléfono con varios y se reunió, por caso, con Secco y Martin Sabbatella. Aquel episodio la forzó a ponerle el cuerpo a la reorganización peronista y reinstaló la hipótesis de una candidatura parecía descartada. Tuvo rabietas con los alcaldes que cuando cenaron con ella se mostraron conciliadores y luego plantaron a su hijo.
Una radiografía de los veinte «leales» ofrece algunas características. Aunque donde mejor mide la ex presidente es en el Conurbano profundo, solo cuatro hubo cuatro de esos dominios: Ferraresi, Festa, Mussi y Magario.
El resto son del interior aunque otros tres pueden anotarse como Conurbano próximo, o cuarto cordón, donde aparecen Navarro, Mercedes, Ensenada y Perón, por el que estuvo Aníbal Regueiro, intendente electo es diputado. Hubo otro legislador: Juan José Mussi,
Otro dato sobre el pelotón es que cuatro no son peronistas: Secco, Ricardo Curuhet (Marcos Paz) y Conocchiari vienen del radicalismo y Osvaldo Cáffaro (Salto) del socialismo. Todos formaron parte del FpV. Otros trers son camporistas puros: Ustarroz, primo de «Wado» De Pedro, Pablo Zurro (Pehuajó) y Hernán Ralinqueo (25 de Mayo). Festa puede entrar en esa cuenta aunque viene de la JP camporista que comandó José Ottavis, su amigo diputado.
Fuente: Clarín