Por Alejandro Saravia
Voy a remontarme a episodios de aquella épica campaña alfonsinista de 1983 cuando Raúl Alfonsín, en el fragor de los multitudinarios actos que protagonizaba, divisaba algún participante flaqueando en sus fuerzas físicas requería, solidario, “un médico por allá” para que asistiese al desfalleciente. En este caso, a quien hay que asistir no es a los espectadores sino a los propios protagonistas del drama político en desarrollo en nuestro país y, particularmente, en nuestra provincia. ¿Y quiénes son aquellos a los que hay que asistir en esta encrucijada? Pues, a los senadores provinciales salteños, por un lado, y a los distintos candidatos políticos, por otro. Ambos, todo indicaría, no perciben aún por qué y para qué están donde están.
En efecto, veamos. El Senado de la provincia de Salta está compuesto por 1 senador por departamento, de modo que en total hay 23 senadores. Días pasados, 17 de ellos, es decir una abrumadora mayoría, decidieron firmar una especie de declaración en la que se pone de manifiesto su total apoyo y compromiso con la fórmula presidencial Massa-Rossi; con las candidaturas a Diputados Nacionales encabezadas por Pablo Outes, hombre de directa confianza del gobernador Sáenz; todo ello en pos de un modelo de desarrollo, crecimiento e inclusión que, según los senadores, propone el mismo gobernador Sáenz.
Estas enfáticas declaraciones ponen de manifiesto la desorientación institucional que aqueja a los senadores provinciales, que aún no tomaron conciencia de estar inmersos en un sistema institucional impuesto por la Constitución Nacional, cuya dinámica se caracteriza por el renombrado check and balances, es decir, controles y equilibrios que derivan de una división e independencia de los poderes que componen ese sistema constitucional.
A diferencia del parlamentarismo en el que esa división no es nítida ya que el poder ejecutivo deriva del legislativo, y en cuya cabeza de gobierno existe un primer ministro que es, a la vez, parlamentario y los demás ministros miembros del gabinete también lo son, por el contrario, en un sistema presidencialista, como el nuestro, la elección de unos y otros se realiza directamente por los ciudadanos habilitados y ya desde la propuesta misma hay una diferenciación. Diferenciación que se acentúa a partir de uno de los roles fundamentales del legislativo que es el control al ejecutivo, de ahí lo de control y equilibrio, check and balances.
La confusión de roles, la mezcolanza que trasunta esa declaracón firmada por 17 senadores, nos muestra acabadamente que éstos no han entendido y no entienden, como decíamos, para qué están donde están.
Lo mismo podríamos adjetivar de alguna oposición que, alegremente, y en procura de explicar otra mezcolanza como es la diferente extracción de candidatos a Diputados Nacionales presentados, aseguran que no está tan mal porque en definitiva Sáenz y su troupe no es kirchnerista, como si eso fuese la piedra de toque o la contradicción fundamental de la hora.
Me imagino que todos recordarán, en una provincia tan creyente como ésta, aquello de “…cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis…” Está en los evangelios y de lo que se trata es de ver los resultados.
El resultado acá es la absoluta concentración de poder en la persona del gobernador, que trae como consecuencia la total falta de controles existente en la provincia. Hasta los partidos de la supuesta oposición le rinden pleitesía y buscan sus favores. Eso se contrapone con nuestro sistema institucional tal como está estipulado en la Carta Magna. En consecuencia, no hay control y tampoco equilibrio.
Eso, por fuera de cualquier rótulo que se le quiera poner, equipara al sistema provincial con el existente en Santa Cruz, con el del conurbano bonaerense y también con el de diversas provincias del denominado Norte Grande. El fruto de esa concentración de poder, sin control y sin equilibrio, trae como resultado inequidades, enriquecimientos indebidos, patrimonialismo y diversas actividades delictivas, como las del Chaco, por ejemplo.
Esos son los frutos y por ellos se identifican, llámense kirchneristas o no. Por esos frutos es que los conocemos…