Con la presencia de Evo Morales y CFK, el monumento a Colón será reemplazado hoy por el de la patriota Juana Azurduy. En Salta se quiso hacer lo mismo en el 2012 con el monolito que homenajea al genocida Virrey Toledo pero el patriciado local freno la iniciativa en nombre de la salteñidad.
El hecho ocurrirá hoy en una plaza que se levanta por detrás de la Casa Rosada y del acto participará el presidente de Bolivia Evo Morales y Cristina Fernández de Kirchner. En Salta y en el año 2012, algunos ediles del Concejo Deliberante de la ciudad tuvieron una iniciativa similar porque deseaban reemplazar el monumento al Virrey Toledo que se levanta en la peatonal Alberdi por uno que recuerde a la olvidada patriota Juana Azurduy. Iniciativa que fue frenada con uñas y dientes por un patriciado local que con concejales, periodistas y funcionarios del gobierno provincial defendieron en nombre de la tradición al mencionado Virrey que desde la frialdad de un escritorio dictaminó la muerte de millones de indígenas que fueron condenados a vivir y morir como bestias de cargas en minas y haciendas de españoles.
A nivel nacional la iniciativa si se concretó y el artista plástico encargado de moldear la estatua a Juana Azurduy es Andrés Zerneri que en el 2008 produjo la estatua en homenaje al Che Guevara; después, junto a Osvaldo Bayer, inició una colecta de llaves por todo el país para el Monumento a la Mujer Originaria que planean instalar donde se encuentra el de Julio Argentino Roca en la ciudad de Buenos Aires y que ahora verá la inauguración de su monumento a Juana Azurduy que reemplazará al de Colón en la plaza atrás de la Casa Rosada.
El artista habló con Página 12 y declaró que “Estamos en un momento de quiebre simbólico. Va cambiando la perspectiva en relación con quiénes queremos homenajear. Antes los monumentos clausuraban un hito. Eran el cierre de un hecho. En cambio, este tipo de monumentos son inaugurales, por el tiempo que se abre. Es una nueva perspectiva que nos permitimos poner en el espacio público: no es sólo un acto de reparación de nuestra memoria, sino también un mensaje para las futuras generaciones”. En la estatua trabajo casi diariamente durante dos años y medio en el galpón de Talleres Básicos de la ex Escuela de Mecánica de la Armada, rodeado de un equipo fluctuante, compuesto aproximadamente por cincuenta personas. El resultado es una Juana Azurduy impresionante de nueve metros de alto y 25 toneladas de peso. “No hay artista en la Argentina que haya hecho una escultura tan grande”, recalca.
El presidente Evo Morales que está en Buenos Aires firmando acuerdos de cooperación energética con su par Cristina Fernández de Kirchner, participará junta a la mandataria nacional de la inauguración. Hasta ese momento, a la estatua no se la podrá ver: ya está donde tiene que estar, pero cubierta. El hecho ocurrirá tres días después del aniversario del nacimiento de la mujer ascendida post mortem a generala por la Presidenta. Para la construcción de la estatua, el Estado Plurinacional de Bolivia donó un millón de dólares a la Argentina.
“Me gusta pensar en una Juana que sea una interpelación. A diferencia de Colón va a estar mirando hacia América y la Casa Rosada. Va a ser un lindo mensaje para los futuros presidentes. Cada vez que miren por la ventana, para inspirarse en las decisiones que tienen que tomar para el destino de nuestra República, van a encontrarse con una mujer que los está mirando, con una espada en la mano y un bebé en la espalda. Nosotros imaginamos siempre superhéroes varones. Azurduy, al tener un bebé y al haber combatido, tiene una fiereza extra”, reflexiona Zerneri.
El traslado de la estatua del conquistador –inaugurada en 1921 y realizada por Arnaldo Zocchi– y su reemplazo por la de Azurduy no estuvo exento de polémicas. Hubo un litigio judicial con organizaciones de inmigrantes italianos que habían donado el monumento y cruces entre los gobiernos nacional y porteño. En octubre de 2014, la Justicia respaldó el traslado. “Yo tengo documento italiano”, dice Zerneri. “Y no tengo problema en correr ese monumento. Porque Colón no es el que me enseñaron cuando era chico. Hoy pensamos otra cosa. Ya no estamos agradeciéndole tener cultura, lengua o ropa. Nos remite a muchas desgracias que tienen que ver con la imposición de una cultura por sobre otra. No hubiera estado de acuerdo con destruir ese monumento, como se hizo en casi todos los países de Latinoamérica; sí con que se lo restaure y se lo lleve a otro lugar. Colón, como buen caballero, le ha cedido el asiento a esta señora de la Patria Grande. Y él va a estar bien. Va a seguir mirando al río, a Europa. Se lo va a poder ver en la misma ciudad. Así que los porteños no tienen que preocuparse, porque no se pierde nada. Por el contrario: ganamos la escultura en bronce más grande de la Argentina.”