Los tiempos se aceleran y en Salta comienza a tomar forma un esquema alternativo. Cualquiera de las especulaciones que se realizan en las mesas de políticos involucran a Gustavo Sáenz, quien se ha convertido en un mojón delimitador de pretensiones y un fiel elector que puede inclinar las balanzas de la localía electoral.                                                               ( Por Salvador de la Calle)

El fin de ciclo de Urtubey determina un límite a la continuidad que proponen varios de los satélites del gobernador y llega al final sin heredero. No existen candidatos para esa categoría que militen en el oficialismo provincial y superen el dígito en las encuestas. El círculo de poder repiensa estrategias de manera continua pues quiere resultados efectivos con esfuerzo controlado. 

Miguel Isa es el que mejor mide en el urtubeycismo, pero su imagen negativa es demasiado alta para generar una expectativa concreta en quienes quieren quedarse en el poder. Los químicamente puros en el conglomerado del primer mandatario no lo aceptan ni lo aceptarán. Pablo Kosiner se ha reducido a una pretensión de renovar su banca, mientras que Javier David busca salirse del cauce para forjar una alianza pan-kirchnerista. De Carlos Parodi solo quedan recuerdos y alguna sospecha de que será el chivo expiatorio de los desaguisados que ejecutara en nombre y representación de su jefe.

Los tres que picaron en punta hace unos meses ya quedaron casi fuera del mapa. Ninguno obtuvo la bendición de Urtbey y eso los acompleja y los apoca. En los cenáculos íntimos del poder financiero ya se conoce la intención de Jorge Britos de colocar el gobernador proximo y dar continuidad al manejo omnímodo de las finanzas provinciales. Algo que ha logrado casi sin esfuerzo con la colaboración que siempre le han brindado Juan Manuel Urtubey y Juan Carlos Romero. 

Los tres coinciden en que el real candidato, que todavía no salió a la cancha, es Fernando Yarade. Tiene escasa capacidad para enamorar, como bien lo saben quienes alguna vez debieron apoyarlo para Senador por Capital, pero hora se erige en la expectativa de salvación de los eternos urgidos de las arcas presupuestarias. 

Desde Cambiemos la adhesion de Juan Carlos Romero a la candidatura de Urtubey para presidente ha despertado suspicacias. Todos saben que el ex gobernador siempre apuesta a ganador y que en una boleta papel junto a un postulante salteño para la presidencia encontrará varias garantías. Lograría suficiente cobertura territorial con los intendentes que permanecen leales a finca Las Costas, y a la vez, podría alcanzar el primer lugar en la primaria del 11 de Agosto próximo, yendo en esa boleta como Senador Nacional.

La relación personal y negocial que sostiene con Macri le permite estas licencias, al margen de que la tracción del presidente en Salta es escasa, puesto que los guarismos anticipan hoy que podría salir segundo o tercero. El senador nacional que lleve Macri podría quedar afuera y no es total el apoyo que pueda colectar con los postulantes para categorías provinciales o nacionales porque el voto electrónico implica en los hechos un desdoblamiento que afecta los empujes que normalmente generan los candidatos a cargos ejecutivos.

Por otro lado, la especulación se ha expandido a los probables alineamientos por los que podría transitar Gustavo Sáenz. De diferentes reuniones que sostuvo el alcalde capitalino con Marcos Peña y la cupula macrista, se madura una decisión vinculada con el pedido de varios dirigentes del interior de autorizar adhesiones múltiples de los postulantes a gobernador en la categoría presidente. 

En concreto, Sáenz pide adherir a Macri y a otro precandidato a presidente, al igual que lo hizo Gerardo Morales en Jujuy o José Cano en Tucumán en 2015. La posibilidad de que el restante adherido fuera Alfredo Olmedo se ha desvanecido y su bajada es inminente aunque no implica renuncia total a sus apetencias políticas. El “Amarillo”, dicen, quiere vender cara la primera derrota y pide apoyo para postularse como gobernador en Salta. Esta decisión, de producirse, quiebra la incipiente alianza que habían proyectado con el Sáenz.

Los más desesperados por obtener una definición del Intendente capitalino son los del PRO. Animados por las oscilaciones de Marcos Peña, que pregona purismo en toda la extensión nacional, exigen que Sáenz ratifique su pertenencia a Cambiemos bajo pena de enarbolar la postulación de Martín Grande, que avasalla el sector con presiones que parten de un sobredimensionado ego político y personal. El periodista hoy resulta incompatible con el romerismo y otros peronistas en un mismo espacio y eso también explica alguna diáspora. 

Grande se muestra hostil con cualquiera que pudiera amagar con acordar con el frente peronista. El gorilismo recibe lo tiene como ícono en una cruzada que queda a traspié de la apertura que tuvo el Presidente con sectores del justicialismo y gremios de idéntica extracción.

Los dirigentes macristas locales parecen desconocer que, a la fecha, tanto Urtubey como Sergio Masa y Miguel Pichetto son los socios de mayor peso que ha encontrado Macri para desestabilizar el pretendido regreso de Cristina. Entre los dos apenas alcanzan los 15 puntos que, debidamente sopesados, los ha llevado a impostar una tercera vía cuando en realidad quedaron –como todos- atrapados en la grieta 

Por lo pronto el PRO mira con interés dos lugares de relevancia dentro del total de espacios en disputa. Una banca de diputado nacional para Martín De los Ríos, y la intendencia de la capital fundado en las mediciones de Grande que superarían los 10 puntos. De no progresar la candidatura del comunicador para gobernador, la exigencia de la capital es concreta. 

Sergio Leavy no es convidado de piedra en esta elección. Sus mediciones que alternan entre 15 y 20 puntos por afinidad con CFK, más alguna estructura en el interior y capital del Partido para la Victoria lo ubican con un elemento decisorio. En caso de no avanzar hacia el triunfo sabe que puede contribuir a la derrota de algún competidor.

Con una eventual gatera en la que se ubiquen Sáenz, Leavy, Olmedo y Yarade, la verdadera final se avisora entre el primero y el último. Sáenz concentra su fuerte en capital, mientras que Yarade confía en la estructura del interior que hoy gobiernan los intendentes. Por lo pronto el Jefe de Gabinete ha comenzado a reunir a los alcaldes y ha comenzado a aflojar algún dinero a título cual zanahorias imprescindibles para quienes buscan la reelección.

Mientras tanto, lo carpetazos siguen a la orden del día, y quien más explicaciones tuvo que dar fue el Intendente Sáenz luego de que una operación política buscara ensuciarlo a nivel nacional. Del trance parece haber salido airoso, al punto tal que anunciaría en los próximos días su decisión irreversible de competir por la gobernación, pese a quien le pese.

Es por ello que en estos días varios operadores del intendente se han reunido para coincidir en propulsarlo a la gobernación liberándolo para que decida con comodidad que es lo que hará a nivel nacional. Tambien les preocupa el vacío que deja Sáenz en el municipio y saben que ninguno de los prospectos levanta suficiente adhesión. 

Los que intengran Cambiemos saben que necesitan un espectro amplio en Salta y que esta alianza nacida en 2015 resulta insuficiente para confrontar con tres candidatos fuertes. Quieren provincializar la elección.

Confían también en que el dilema nacional no puede paralizarlos ni condicionar la amplitud deseada. Saben que tras las defecciones aun no difundidas del peronismo federal, el único con reales posibilidades de alcanzar nuevamente la presidencia es Macri y eso convierte a Cambiemos en una masa crítica a la que podrían adherir sectores justicialistas y progresistas de Salta. Por supuesto, a estas conclusiones arriban porque saben que Sáenz no es el bendecido local de Urtubey, ni Urtubey es el candidato a presidente de Sáenz. Todo dicho.