La vida te da sorpresas; sorpresas te da la vida, ay dios!

Por A. Bogado

Un golpe de timón absolutamente inesperado sacudió las turbias aguas políticas salteñas y llamativamente las aclaró. El anuncio del gobernador Urtubey de llevar las PASO y las elecciones generales para gobernador después de las PASO nacionales y de la primera vuelta electoral a presidente se pareció a un gancho del recordado Carlos Monzón en su época de gloria.

Es que Juan Manuel había convocado a la residencia de Finca Las Costas a todos los aspirantes a la gobernación por el oficialismo, quienes hasta ese momento barajaban todo tipo de especulaciones. Desde la bajada de Urtubey como candidato a presidente, a un adelantamiento de las elecciones, pero nunca se les pasó por la mente que eran convocados para un atraso. Porque la realidad es que la baraja se dio vuelta, y es como dar de vuelta los naipes cuando ya supuestamente se había armado el juego. Más allá de las sorpresas y especulaciones, el panorama político salteño es mucho más complejo de lo que piensan los candidatos, y como dice un filósofo pensador contemporáneo de los bares del centro: “los changos todavía  no se han dao’ cuenta”.  ¿De qué tenían que darse cuenta? De algo que a esta altura ya no se puede ocultar.

Es la primera vez, desde 1983, que ningún candidato a gobernador supera el 23% de intención total de voto. Si las elecciones se realizaban de manera  simultánea, el desconcierto era más grande aún. Ninguno de los candidatos había sido claro, hasta el instante previo al desdoblamiento, sobre a quién iban a apoyar como candidato a presidente. Otros, pretendían llevar varios candidatos en simultáneo, lo que marca una distancia abismal entre lo que ellos piensan y el electorado. Como dijo el mismo pensador de los bares, “a ningún ciudadano le gusta votar a candidatos veleta” y que les dé lo mismo Urtubey, Macri, Lavagna, Massa o Cristina. “Lo qui venga”, como dice el refranero popular.  Otro factor que incidió es el creciente malestar de los intendentes. Uno no tan hablador, pero más realista que Mario Cuenca, afirma: “nos piden votos y nos muestran encuestas truchas, y con eso no se ganan elecciones”.

Si las PASO son el 6 de octubre y las generales el 10 de noviembre, -exactamente un mes antes de la entrega del poder- Urtubey se blinda y a los candidatos les subirá la fiebre porque deberán hacer campaña en serio y competir no con encuestas truchas, sino con los problemas que atormentan a lo salteños y que hasta ahora no se dan por aludidos. Más allá de que podrían llegar a aparecer de la galera de David Copperfield uno o dos emergentes con posibilidades que se anoten en la carrera a gobernador, que ahora durará como la Copa Libertadores, todo el año. Encima de todo esto, las generales ya tendrán un candidato a presidente ganador en la primera vuelta electoral previa al seguro balotaje, que incidirá necesariamente en las preferencias de los electores.

En todo esto, no se debe descuidar el voto electrónico, donde Pedrito Navaja puede cantar: “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Ahora ya se sabe que “Juan” no tiene ningún delfín y que la cantidad de mentiras acumuladas en conjeturas por los supuestos bendecidos los últimos meses, rebalsan más que las calles de Salta cuando se inundan. Alguno se habrá avivado que lo que “Juan” quiere es que lo apoyen en su candidatura a presidente y se pongan a laburar, aunque nadie garantiza nada. Nada de nada. Si nadie mide lo suficiente, la única verdad es la realidad diría el general, así que vendrán tiempos de alianzas impensadas, bajadas de candidaturas insostenibles, pases de factura al por mayor y tal vez, a algunito o algunita se les ocurrirá pensar, qué carajo hacer con una provincia donde la pobreza y la marginalidad sí son cuestiones de Estado más importantes que las encuestas, los encuestadores y la runfla de fabuladores que todavía creen que un eslogan bueno sirve para ganar una elección. Macri, la inflación y el desconcierto se han encargado hasta de que “Juan” deba postergar las elecciones  casi hasta el final de su mandato. Si hasta causa gracia que hacía mucho tiempo que en los diarios no se ponían tanto de acuerdo entre los principales interesados. Volviendo al filósofo de café contemporáneo, diría: “no es que los changos sean buenos, estaban en bolas y sin verso y ahora siguen en bolas y sin votos”.

Don César Fermín Perdiguero nos diría, churo ¿no?