En cualquier calle de Salta, una escena se repite con preocupante frecuencia: conductores que, aprovechando la ausencia de controles, instalan refuerzos de acero o hierro en los paragolpes plásticos de sus vehículos. ¿El objetivo? Ganar espacio en los estacionamientos empujando a otros autos sin preocuparse por los daños que puedan causar.

Hoy, a las 12:26 del mediodía, en la calle Juramento al 370 aproximadamente, se pudo ver otro ejemplo de esta práctica irregular. Conductores sin escrúpulos usan estos refuerzos prohibidos para desplazarse unos centímetros más, a costa del vehículo ajeno. La escena es indignante: autos que terminan con rayones, abolladuras y daños en paragolpes que, a diferencia de los «reforzados», cumplen con las normas de seguridad y están diseñados para absorber impactos, no para generarlos.

El Código de Tránsito establece claramente que cualquier modificación en la estructura del vehículo que altere su seguridad y la de terceros está prohibida. Sin embargo, la falta de controles y sanciones permite que este abuso continúe sin consecuencias.

El problema no es menor. Además del perjuicio material que sufren los conductores afectados, esta práctica revela una preocupante falta de respeto por las normas de convivencia urbana. ¿Hasta cuándo se permitirá que quienes infringen la ley se impongan sobre quienes buscan respetarla?

Las autoridades deben tomar cartas en el asunto. Controles más estrictos, sanciones ejemplares y mayor conciencia ciudadana son esenciales para erradicar estas conductas. De lo contrario, las calles de Salta seguirán siendo territorio de quienes hacen del abuso su norma de estacionamiento.