Te presentamos el prólogo que el investigador Diego Golombek escribió para el libro del libro “Ciencia que viene de esta tierra. Divulgación de investigaciones en la Universidad Nacional de Salta”.

(*) Por Diego Golombek,
Universidad Nacional de Quilmes
CONICET

¿Para qué investigamos?

Para conocer el universo, sin duda. Para comprender los procesos que nos rodean, claro que sí. Para aplicar esos conocimientos en distintos campos, quién lo puede negar… Pero también investigamos porque somos curiosos, porque las preguntas nos ponen ansiosos y, claro, para compartir nuestros descubrimientos con el resto del mundo.

Los/as investigadores/as vivimos de hacer y contar la ciencia: lo hacemos profesionalmente, a través de papers, congresos, conferencias… y también de poner verdes de envidia a nuestros competidores y, cuando corresponde, festejar las pequeñas victorias de cada día. Porque hay algo seguro: casi todos los días, o al menos casi todas las semanas, descubrimos algo, en general muy chiquito (y, convengamos, que no le importa a mucha gente), cuando miramos por el microscopio, encontramos un documento inexplorado, desarrollamos un modelo. Quizá ese momentito en que, por un instante, hay un secreto que solo conocemos la naturaleza y nosotros, es lo que hace que valga la pena todo el resto.

Y vaya si hay preguntas, dudas, maravillas que nos están esperando ahí afuera. Conocemos el mundo a través de nuestros sentidos y, cuando no alcanzan, tenemos que inventar extensiones de esos mismos sentidos para ver lo muy pequeño, lo muy lejano, lo que no alcanzamos a computar, lo misterioso y lo escondido. Pues bien: de todo eso se trata esta ciencia que viene de esta tierra, maravilloso título que sirve como paraguas y como excusa para contar lo que hacen quienes investigan en la Universidad Nacional de Salta. Porque la ciencia, hasta que no se comparte, no se comunica, no es ciencia. Por eso, para que sea ciencia, nos cuentan de todo.

Por ejemplo, nos cuentan de qué está hecho el mundo y para qué sirve saberlo: allí están los catalizadores, la nueva química, las matrices que sirven en diversas industrias. Y qué sería de la ciencia sin poder analizarla con ayuda de la programación y las computadoras, como también aprendemos en el libro.

Pero también nos cuentan una serie de aplicaciones de la investigación en las aulas: cómo enseñar gramática o inglés, qué pasa con la hermosa literatura del noroeste argentino (y, también cuestiones de literatura latinoamericana), cómo es el aporte de docentes indígenas o de la utilización de nuevas tecnologías (incluyendo Youtube, por supuesto) para inspirar y entusiasmar a nuestros y nuestras estudiantes.

Conocer es también mirar lo que tenemos cerca, cuidar lo que tenemos al alcance de la mano y quizá ni nos damos cuenta: hacernos amigos de la microfauna y los microorganismos (a veces para la salud, a veces para los alimentos o para preservar ecosistemas y, otras, para hacer vinos excelentes). Esto implica también la necesaria mirada sustentable que estamos intentando transitar, por ejemplo, mitigando los efectos del cambio climático desde las perspectivas de la vivienda y la energía.
Pero no olvidemos que estamos en Salta, con su riquísima historia, tradición y costumbres, que podemos estudiar desde la arqueología prehispánica, pero también entendiendo los procesos que integran a pueblos originarios actuales, con sus posibilidades y conflictos.

Finalmente, el libro también esconde una cierta contradicción. En uno de sus capítulos se exploran las miradas juveniles sobre la investigación científica, y allí aprendemos que a veces la universidad se ve como algo lejano, para pocos, difícil, «como un castillo». Este libro, esta ciencia que viene de la tierra de Salta, abre el puente levadizo del castillo y nos muestra que no es tan así, que puede y debe ser para todos y todas, que compartir los saberes es una necesidad, una obligación y, por qué no, un placer.

Gracias por esta ciencia de color terrestre.

(*)El libro se presentará este viernes, en la Universidad Nacional de Salta. El encuentro será en el Salón Auditórium de la Facultad de Naturales, a las 15.30.