Aunque la quinoa es un producto netamente andino, en el primer semestre del 2016 nuestro país importo casi 200 toneladas de Perú, Bolivia, Indonesia y Chile. El producto posee los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano.
Según los registros que lleva el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), entre enero y junio ingresaron al país 192 toneladas de quinoa, un 501% más respecto de las 32 toneladas importadas en igual lapso de 2015.
Lo curioso del caso es que ello ocurre pese a tener amplias regiones donde la quinoa se produce y podría ganar escala y que las importaciones no llegaron en el 2016 sólo desde Perú y Bolivia sino también desde Indonesia (22 toneladas) y Chile (8 toneladas), según los datos del organismo sanitario que fueron reproducidos por Clarín.
Todo esto sucede mientras el gobierno y varios organismos multilaterales han dedicado mucho esfuerzo y dinero en los últimos años a promocionar localmente a la quinoa como una opción productiva.
Amanda Fuxman, experta en cultivos andinos del Ministerio de Agroindustria, reconoció que la Argentina viene marchando desde atrás en una carrera que ya tiene muchos competidores, porque la quinoa ha dejado hace rato de ser solo un cultivo andino y ahora hay cerca de treinta países que -como Austraila o Francia- están comenzando a tener sus propias cosechas.
“Pero, claramente, la quinoa de estos nuevas zonas productoras tiene una diferencia muy marcada en cuanto a su valor y calidad nutricional. La mejor quinoa se da en nuestro Norte, en la altura”.
Entre Perú y Bolivia hay unas 150 mil hectáreas sembradas con quinoa. En la Argentina solamente existen unas 800 hectáreas registradas, aunque podrían sumarse de 200 a 300 hectáreas más que no han sido declaradas como tales. Las principales zonas productivas son las comarcas andinas de Salta, Jujuy y Catamarca, Tucumán y La Rioja, aunque también ha habido experiencias de siembra más extensivas en La Pampa y Santa Fe.
Una de las grandes limitantes al desarrollo de la quinoa en el país ha sido la falta de semillas adecuadas para llevar a cabo este cultivo anual, cuyo grano posee los ocho aminoácidos esenciales para el ser humanos, lo que la convierte en un alimento muy completo y de fácil digestión. Recién este año el INTA (Instituto Nacional de Tencología Agropecuaria) ha podido inscribir la primera variedad comercial y otras tres vienen en camino. Incluso hay ensayos en el INTA Bordenave, en el sur de la provincia de Buenos Aires, pero con variedades que provienen de Chile.
“Nos debemos un trabajo genético importante. Y por eso estamos por lanzar una mesa nacional de agregado de valor de cultivos andinos, que va a tener gran impacto porque va a reunir a las provincias del NOA, que son las que tienen la cultura y la tradición de producir quinoa”, explicó Fuxman.