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No se salva nadie

 

Mientras se debate el proyecto por el aborto legal, seguro y gratuito en el Congreso, los martes verdes colman de pañuelos la lucha del movimiento de mujeres. En Salta, el último martes hubo movilización en la Legislatura y en la UNSa.  

A.M.

La fuerza, parece claro ahora, es centrípeta y centrífuga. El movimiento de los cuerpos se da hacia adentro, como atraídos hacia el centro, donde todxs se funden en un mismo canto, mientras ríen y se abrazan:

Ahora que estamos todes

ahora que si nos ven

abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer

arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer.

Los pañuelos verdes cuelgan de cuellos, muñecas, mochilas y caderas en este nuevo pañuelazo. Desde el 10 de abril se debate en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley que persigue la despenalización del aborto hasta la semana 14 de gestación. Todos los martes participan del debate distintos actores sociales a favor y en contra del proyecto con exposiciones de siete minutos en las que se entrevén argumentos académicos, religiosos, basados en datos objetivos o en la moralina personal. Afuera, distintas organizaciones feministas en el marco de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y gratuito organizan una jornada de lucha en distintas plazas de todo el país.

Foti: Mauro Ema Sáenz

El tercer martes de pañuelazo en Salta, la fuerza centrípeta atrae a un grupo de mujeres hacia el centro de la plaza de la Legislatura y bailan todas un ritmo afro que invita a moverse inmediatamente. Tres mujeres hacen la percusión mientras otras treinta bailan y muchas más aplauden alrededor. Una nena de medio metro, con rulos y ojitos brillantes, baila en el centro mismo del círculo y de su cuello en lugar de un babero, cuelga un pañuelito verde. Sus movimientos enérgicos llenos de sonrisa derribarían cualquier prejuicio. No es la única participante pequeñita de estos encuentros, muchas mujeres se acercan con sus hijos e hijas a este día que bautizaron como “martes verde”. Otras, lxs dejan al cuidado de padres, compañeros, familiares y se acercan a “la plaza de la Legi” echando por tierra el absurdo cuestionamiento de que una madre no puede estar a favor del aborto. “La maternidad no debe ser jamás una imposición sino una elección”, comenta una de las mujeres mientras da la teta a su bebé en las escalinatas de la plaza.

Para acompañar el debate, los martes verdes se organizan distintas actividades culturales, intervenciones artísticas y un micrófono abierto para quienes quieran alzar su voz. Desde la primera jornada hay algo que llama la atención de todxs: la cantidad de adolescentes que salen del colegio y se acercan con sus uniformes a colaborar con la Campaña y llevarse un pañuelo. “Para las que venimos luchando desde hace unos años, que vengan estas chicas a bancar esta movida tiene un valor simbólico muy grande, es muy motivador y hermoso”, comenta Mercedes, parte de Socorristas en Red, una de las organizaciones que lleva a cabo esta vigilia ante las exposiciones en la Cámara de Diputados, donde, como un eco en el aire, resuena un canto:

Arroz con leche yo quiero abortar, en condiciones dignas

en cualquier lugar.

Con misoprostol

Con intervención

¡De la forma que sea es mi decisión!

Se escucha a través de un megáfono y ya no sé sabe si viene de la Legislatura o de la Universidad Nacional de Salta, donde a la misma hora, la fuerza también centrífuga del martes verde se materializa gracias a la Coordinadora de Estudiantes Secundarios por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Foto:Gloria Guantay

Como una explosión, un destello luminoso, un nosequé de la física, la lucha también se expandió a lxs estudiantes secundarios que esta vez se organizaron para expresarse a favor de la despenalización y el derecho a decidir sobre el propio cuerpo. Ahí está Sol Bello, cantando con su pelo verde arriba del escenario sobre el que también tocaron Rocío Palacios, Denice Hotasegui y las bandas Inmune, Encuadra y otrxs artistas. La conmueven las expresiones de adolescentes que se animan a hablar de lo que sienten, quieren, exigen, luchan: “Yo terminé el colegio hace dos años y todavía no teníamos un espacio donde expresar las opiniones, ni siquiera se debatían estos temas. En el último año del colegio hablamos sobre la violencia hacia las mujeres pero me doy cuenta de que esto recién empieza y vamos a cambiar el mundo”.

La Coordinadora de Estudiantes, en la que participan chicos y chicas de distintos colegios, entre ellos el Tomás Cabrera y el IEM, se proclama a favor de la despenalización del aborto y también pide educación sexual en las escuelas. Se organizan en el predio de la UNSa y, con toda la alegría de la juventud (tan trillado pero hermoso), tiñen de verde la Facultad de Humanidades.

La experiencia del martes verde invita a todo tipo de expresión hacia adentro y hacia afuera ya que no se trata sólo de participar en las plazas sino hacer extensivo el apoyo en otros espacios como las universidades, los colegios, las redes sociales, los grupos de WhatsApp y cualquier lugar donde se pueda visibilizar el pañuelo verde como símbolo (más fácil de transportar que el símbolo de la marcha “pro-vida”). Contra todo pronóstico de una sociedad conservadora, por estos días los pañuelos parecen estar en todos lados y las miradas cómplices de quienes se saben compañerxs se multiplican por las calles de Salta.

La interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana catorce se va a seguir debatiendo por lo menos por dos meses más y los martes verdes en Salta van a seguir convocando como hasta ahora, porque aunque ya exista un protocolo de ILE en nuestro país, la lucha no cesará hasta que el derecho a decidir sea de todas las personas con capacidades gestantes. Sin dirigentes, sin referentes ni líderes, el feminismo en Salta parece a un big bang, una explosión de energía que no para de crecer y cada vez más personas se identifican positivamente con el término “feminista”.

Puede ser académico, sin marco teórico, popular, de izquierda, eco, cis, disidente, radical, inconsciente, recién transitado, de largo recorrido… El feminismo puede ser de muchas formas, más nunca quieto, manso o sosegado: atrae y eyecta para que se repliquen en todos lados las voces de lxs que luchan. y por eso de la revolución feminista no se salva nadie.