Diputados podrían llamar a una interpelación a la ministra Pamela Calletti, quien no concurre a la Cámara hace más de un año. Varios legisladores reclaman que dé la cara urgente. (Aníbal Roldan)

No hace falta hurgar demasiado para criticar a Pamela Calletti. Hay muchos ángulos desde dónde hacerlo, sin embargo, ya sobrevivió a tantas cosas que resulta destacable su capacidad para soportar enormes crisis. No sólo tiene esta virtud. También tiene la impunidad para hacerse la distraída y no concurrir a las sesiones de la Cámara de Diputados cuando se la convoca.

Por lo menos hace un año que la ministra no visita la cámara. La diputada Gabriela Jorge suele recordarlo en manifestaciones pero en la última sesión, Guillermo Martinelli fue muy duro con Calletti: “Desde mayo estamos esperando la respuesta de la ministra y pido que se reitere la solicitud bajo apercibimiento de solicitarle la interpelación”, señaló enojado.

El diputado capitalino se refería a un pedido de informes aprobado el 23 de mayo de 2017, dirigido a la ministra Pamela Calletti, para que respondiera sobre una situación “preocupante y de gravedad”. En ese sentido, resaltó que en el artículo 156 de la Constitución de Salta se establece la inamovilidad de los jueces mientras dure su buena conducta y desempeño y que en el mismo artículo se plantea que la “inamovilidad cesa al momento en que el magistrado pueda jubilarse”.

La funcionaria provincial, según subrayó el legislador, debe asistir para informar sobre la nómina de jueces en estado de obtener su jubilación cuya condición de inamovilidad ha cesado, de acuerdo a lo establecido por la Constitución Provincial. Además de ello, las medidas adoptadas por el Poder Ejecutivo Provincial en relación a esos magistrados.

“La única forma de que los jueces vuelvan a ser jueces con inamovilidad, es con otro nombramiento del Poder Ejecutivo sin necesidad de que pasen nuevamente por el Consejo de la Magistratura”, explicó Martinelli. Y agregó: “hay muchos jueces que están en condiciones de jubilarse”. Luego, dijo que el Poder Ejecutivo está en mora sobre el tema, lo cual traerá aparejado grandes conflictos porque “los que están administrando justicia no son jueces de derecho por haber perdido la inamovilidad”.

Pamela Calletti, defiende muchas veces lo indefendible. Lo hace bien vestida, con glamour y una solvencia superficial ya que habla rápido generando un efecto apabullante. La funcionaria sale a bancar al gobierno frente a cuestiones sensibles como violencia de género  o sobre la necesidad de una policía de investigaciones e incluso de que servicios de inteligencia de la DEA operen en Salta. No es un secreto que Calletti, mucho antes de que Macri reestableciera relaciones, fue una de las principales impulsoras para que la DEA desembarcara en la Provincia. Su influencia junto a la del ex ministro de Seguridad Sylvester fueron fundamentales, en un principio bajo el paraguas de “capacitación a jueces y fiscales” y luego brindando su apoyo para que los servicios trabajen sin problemas. La simpatía de la ministra hacia los servicios de inteligencia es tal que incluso contrató para su cartera a Ramiro Lucena, un hombre sindicado como muy efectivo para cumplir tareas de informante.

Habla sin pudor en los medios. Pero no se anima a hacer lo mismo en la Cámara de Diputados. Esa conducta la coloca como “rebelde” tal como lo dijo Martinelli. Al parecer ahora tendrá que dar la cara.