Los protagonistas del lanzamiento de CFK como candidata a senadora fueron los marplatenses que la acompañaron y contaron cómo sobreviven a la crisis económica. “El voto servirá para detener tanto dolor y sufrimiento”, dijo la ex presidenta.

El frente Unidad Ciudadana lanzó la campaña electoral para las primarias en la ciudad de Mar del Plata. No fue casual la elección de esa ciudad, ya que no solo está administrada por Cambiemos sino que además es la que tiene el mayor porcentaje de desempleo de toda la provincia, el 10,6 por ciento. Los marplatenses que rodearon a Cristina Fernández de Kirchner dieron cuenta de esa situación, de cómo viven y cómo sobreviven a la crisis económica. En ese marco, CFK llamó a los otros candidatos de su espacio político a salir a la calle para “escuchar lo que le está pasando a la gente y le digan a la gente que hay una esperanza y que es su voto”.

Esta vez el acto no se realizó en un estadio de fútbol, como ocurrió en el lanzamiento del frente UC, sino el teatro Radio City y que rápidamente quedó colmado. Los precandidatos esta vez estuvieron en el escenario pero ocupando un claro rol secundario porque los protagonistas fueron aquellos que CFK fue llamando uno a uno y por su nombre.

Cristina Kirchner ingresó por el pasillo de la platea junto a su compañero de fórmula para el Senado, Jorge Taiana, y a la primera precandidata a diputada nacional Fernanda Vallejos. Entraron justo cuando se escuchaba el estribillo de la canción Antes y después, de Ciro Martínez, y que dice “qué placer verte otra vez, nos decimos sin hablar, hoy todo vuelve a empezar y será lo que ya fue”.

Los protagonistas del acto fueron los marplatenses que relataron sus pesares en estos 18 meses de gobierno macrista. Esos relatos le dieron el contexto para el discurso posterior de CFK, quien les pidió a sus precandidatos que salgan a la calle a “escuchar, acompañar y ayudar”. Con los aspirantes a senadores y diputados provinciales y concejales en el fondo del escenario, les indicó que le digan a los electores que “hay una esperanza y que es su voto”. Mirando a los participantes les recordó que “el voto es el instrumento más defensivo que nos puede dar la democracia y que servirá para detener tanto dolor y sufrimiento”.

CFK reiteró el concepto de votar en defensa propia que ya había desarrollado durante el acto del estadio de Arsenal de Sarandí. Eso sí, sorprendió al sostener que “no estamos pidiendo que me voten a mi sino a ustedes mismo en defensa de ustedes. Eso es lo que pedimos”. Pero de inmediato indicó que ese voto “lo tiene que escuchar el Gobierno, el que sabe que una ciudadanía no puede seguir sufriendo y tolerando”. Para los que estaban en el teatro no hubo duda de a quién debían votar y lo expresaron con un largo aplauso.

No sólo les pidió que voten sino que además les dijo que deben tener y dar esperanza e incluso mantenerse unidos. Casi como si se tratara de una súplica e incluso un presagio, pidió que “estén todos unidos porque si los ven tristes, si los ven desesperanzados, si los ven desunidos, el Gobierno hará cualquier cosa con ustedes. Unidos reconstruimos la esperanza y vamos a lograr que el Gobierno escuche. Nos merecemos un país mejor”.

Detrás de ella los marplatenses que la habían precedido en la palabra aplaudían y buscaron nuevamente abrazarla. Desde las butacas se escuchó el cántico “vamos a volver”. En la calle se agolparon miles de seguidores que se mantuvieron en el lugar jugando con la esperanza de poder ver a la ex presidenta cuando saliera del teatro.

El acto tuvo una cuota importante de emotividad y la dieron los relatos de los ciudadanos que la acompañaron en el escenario. Uno de ellos fue Héctor, propietario de una microempresa que se dedica a la producción de camperas. “Si uno recorre la avenida del centro comercial, en las tres cuadras que me rodean hay 26 comercios cerrados y ha prosperado una cartelería que es la de ‘liquidación por cierre’”, dijo para luego confesar que el temor que lo acosa es la posibilidad de volver al trueque, como le ocurrió hacia fines de los años 90.

Luego llegó el turno de Gabriel que trabaja como peón de taxi. Se acercó a CFK cuando ésta lo llamó. Sacó un papel de su bolsillo y lo desplegó para leer porque, como dijo, estaba demasiado nervioso. “Desde hace 18 meses, la ciudad de Mar del Plata está muerta y cada día que pasa se muere más. Todo diez mil veces peor. Comercios que cierran, puerto fantasma, me tiene podrido el taxi y Macri”, dijo. La voz le temblaba y Cristina le tocaba su hombro para calmarlo. Las lágrimas le jugaban en contra y con dificultad consiguió seguir leyendo: “Hoy todos caminan abrigados, te miran con ganas de subir al taxi pero no se puede, está la luz, el gas, el agua, la leche, la carne y el pan. Tengo otro oficio pero tengo miedo de dejar el taxi porque pienso en la luz, el gas, el agua, la leche, la carne y el pan”. El silencio con el cual el teatro completo siguió su relato se transformó en un ruidoso aplauso cuando Gabriel guardó el papel y se abrazó con CFK.

Las historias se sucedían con un denominador común: la crítica situación económica que atraviesan desde que Macri llegó a la presidencia. Por caso, Blanca, que trabaja en un taller textil donde es delegada, relató que desde hace 15 años toma el mismo colectivo, que se encuentra con otras trabajadores y al charlar con ellos todos hablan de “los perjuicios que nos está ocasionando este gobierno”. Como si fuera una privilegiada entre millones, contó que por ahora el dueño de la empresa está logrando pagar los salarios e incluso el aguinaldo en un solo pago.

Fuente: Página 12