De todos los pueblos y ciudades del país, General Las Heras en la provincia de Buenos Aires es la que más desaparecidos tuvo en relación a su población. Tenía menos de diez mil habitantes durante la dictadura y los grupos de tareas se llevaron once: uno cada 851. Esta semana serán homenajeados.
El detalle fue publicado en una nota Pagina 12 el pasado domingo. Según la misma la última militante de General Las Heras que desapareció durante la dictadura, “Graciela Alberti, fue secuestrada por el represor Adolfo Donda el 17 de marzo de 1980”. Según el censo nacional de ese año, en el partido bonaerense vivían 9371 personas. Solo en Hornos, un pequeño pueblo del distrito, el domingo 21 de junio de 1978 se llevaron a cuatro jóvenes. El grupo de tareas que hizo el operativo hasta paró al tren que pasaba por su vieja estación para detener a dos de ellos que habían escapado por un instante.
Hilda Eroles vive en la misma casa en que secuestraron a dos de sus hermanos mayores: Rita, estudiante de abogacía, y Rony, de medicina. Ella tenía trece años cuando desaparecieron. Es muy difícil imaginar el miedo en sus ojos azules de niña, porque desde aquel momento apuntaló su vida a puro coraje. Hoy es la directora de Derechos Humanos del municipio. Junto al intendente del FpV Juan Carlos Caló, al grupo Memoria de Las Heras, a la artista plástica Paula Giménez y vecinos que los acompañan, transformaron los 760 km2 del partido bonaerense en un sitio donde la memoria es como un roble. Ganaron las plazas, colegios, bibliotecas y otros lugares públicos como espacios para ejercer derechos. Señalizaron la casa de la familia Eroles, colocaron baldosas recordatorias, organizaron múltiples actividades con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, armaron la Carpa de la Memoria, convocaron a artistas y organizaron la Carrera de Miguel, en homenaje al atleta tucumano desaparecido.
En Hornos
El matrimonio Eroles Turucz se estableció en Hornos a mediados del siglo pasado. De la unión entre Teodoro y Catalina nacieron tres hijos. Completaba la familia Carlos, el mayor de los cuatro hermanos, pero sólo por parte del padre (falleció en 2009). Dos siguen desaparecidos e Hilda es la única que queda viva. La tarde en que secuestraron a Rita y Rony también se llevaron al esposo de ella, Daniel Bidón Chanal, y a un amigo de este último, el uruguayo Luis Alberto Carvalho. Los dos jugaban al fútbol en una canchita vecina y lograron zafar de la patota apenas unos minutos. Se escondieron en el haras La Roxanita, cerca de la ruta, pero cuando Bidón Chanal se movió para hacer dedo, lo descubrieron.
Todos terminaron en una casa boca abajo o a los golpes. Les gritaban “tirate al piso, hijo de puta”, “no me mires”. Hilda recuerda: “Buscaban a Daniel y Luis, pero como no los conocían, se llevaron a un chico que jugaba al fútbol con ellos para que los identificara. Los detuvieron, los subieron a un auto y en casa los molieron a golpes. El operativo duró como cuatro horas y desde la cocina escuchábamos los quejidos y gritos de ellos. A Daniel sentía que lo estaban matando. Lo envolvieron en una frazada y a los demás los encapucharon con las fundas de las almohadas. A mí me agarraron de los pelos, me llevaron al comedor y ahí me crucé con mi hermano Rony. Nos miramos como despidiéndonos. También escuché los gritos de mi hermana Rita, que intentaba proteger a mi mamá”.
La noche del 21 de junio también fue secuestrada en Villa Devoto la novia de Rony Eroles, Silvia Martínez. Hasta hoy continúa desaparecida.
En su declaración ante la Conadep, la familia denunció que “mientras estuvieron en nuestra casa, destruyeron montones de cosas y robaron una edición antigua de El Quijote de la Mancha, una biblia del año 1400 escrita en latín, restaurada, un diccionario bilingüe de 7000 páginas, una colección de Caras y Caretas del siglo XIX, una fusta inglesa antigua con virola de plata trabajada, un rifle Mauser de la Guerra con el Paraguay, artículos de electrónica como radios y grabadores y los marcos de plata de varios cuadros”. Teodoro Eroles era martillero público y algunos de esos bienes habían pertenecido a Pedro Lacroze, que construyó la casa en 1850.
En Las Heras
Cinco kilómetros más por la ruta 40 y se llega a la cabecera del partido. El 1º de junio de 1978, el día en que comenzó el Mundial de la dictadura, fue secuestrada en Las Heras la pareja Jorge Fraga y Silvia Paolucci. Vivían en la calle 9 de Julio 834, que hoy tiene sus nombres en una baldosa recordatoria. El era misionero, ella de la ciudad. De su unión nació Martín Hernán, que hoy milita en H.I.J.O.S y estudia historia en Luján.
María Eloísa Castellini nació el 2 de junio de 1955 en Las Heras y la secuestraron en Merlo el 11 de noviembre de 1976. Desapareció con un embarazo de cuatro meses cuando estaba en pareja con un joven de origen griego, Constantino Petrakos. Militaban en el PRT. Clara Petrakos, la hija mayor de ambos, los busca todavía a los tres. Tiene esperanzas de encontrar a su hermano/a menor, quien debería haber nacido en 1977.
María Rosa Clementi de Cancere es la única desaparecida cuyos restos descansan en el cementerio de la ciudad. Fue la primera herense (gentilicio de los oriundos de Las Heras) secuestrada, el 3 de agosto de 1976, cuando salía de su trabajo en la Embajada de Cuba en Belgrano. Allí cuidaba a los hijos del personal diplomático. Su esposo declaró que un grupo de tareas se la llevó cuando iba camino a su casa “donde debía esperar a nuestra hijita que volvía del colegio”. El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó su cuerpo en 2012 junto a los dos diplomáticos cubanos desaparecidos, César Arias y Crescencio Galañena Hernández, en el canal San Fernando.
La esposa de otro funcionario cubano que conoció a Clementi, la pedagoga Sanchica Tirsa Guevara Valido, la recuerda en el libro La Operación Cóndor contra Cuba, de José Luis Méndez: “María Rosa era muy activa, cuidaba de los niños menores con amor y dedicación, ayudaba en la limpieza como hacíamos todos, pero su labor era el cuidado de los menores. Sentí mucho su secuestro, fue tan abrupto… ese día. Nos despedimos cerca de las 4 de la tarde, y nunca más la vi”.
Juan Carlos García, Santiago Murphy y Graciela Alberti vivían en Las Heras (ver aparte) y militaban en Montoneros. Al primero lo secuestraron con su hijo Santiago de una casa en Haedo, donde se colocó una baldosa en su homenaje el 29 de noviembre de 2011. “Hoy se cumplen 35 años de que nos secuestraron a mí y a mi padre en esta casa que siempre fue montonera y militante”, dijo Santiago aquel día. Es integrante de H.I.J.O.S. y fue recuperado por su abuela Josefina y María Adela Antokoletz, que lo encontraron como NN en la Casa Cuna. A Murphy, su tío, lo asesinaron el 22 de marzo de 1977 y le entregaron el cuerpo a la familia. Alberti era su pareja y fue conducida a la ESMA casi tres años después. En el centro de exterminio, el sobreviviente Víctor Basterra pudo llevarse una foto donde aparece Graciela en cautiverio. Su imagen, como abstraída y de frente a la cámara, es una prueba de los legajos de la represión.
En Hornos, cada uno de los once jóvenes de Las Heras tendrá esta semana una calle y también un árbol, que plantarán familiares o amigos. Hilda Eroles espera que estos homenajes queden reflejados en un documental que se llamará Preludio de la Memoria: “Venimos trabajando con más ganas que nunca y cuando uno tiene el apoyo de otros es maravilloso seguir haciendo cosas”.